Más allá de nuestro “provincianismo insular”, formamos parte de la comunidad global. Estamos frente a la inevitable vinculación con todos los países del mundo. Siendo así, vivir la dialéctica de la “glocalidad” es indispensable para no convertirnos en un país aislado. Y en este proceso las universidades dominicanas deben jugar un papel protagónico.

El término “globalización” conduce a la idea de que nos estamos moviendo más allá de una era de crecientes lazos entre las naciones y  que estamos comenzando a contemplar algo que supera la concepción del Estadonación. Este cambio habrá de  reflejarse en todos los niveles de nuestro pensamiento,  en nuestras reflexiones éticas, económicas, políticas  y en todos los niveles de la educación, principalmente en el universitario.

La globalización tiene algo que ver con la tesis de que todos vivimos en un mismo mundo. Es un proceso multidimensional con consecuencias y un gran impacto, no siempre positivo,  en los ámbitos político, económico, tecnológico, legal, militar, educativo, cultural, científico, y medioambiental. 

Con la globalización los gobiernos encuentran cada vez más dificultades para llevar a cabo sus agendas nacionales sin cooperar con otras instituciones políticas o económicas, que están por encima y más allá del Estado nacional. Los Estados individualmente no pueden ya por sí solos resolver los problemas decisivos de acción política y económica de forma efectiva sin institucionalizar formas multilaterales de colaboración.

Con la globalización el poder del Estado nacional no desaparece, simplemente se recompone. El Estado nacional deberá enfrentarse a fuerzas políticas, económicas, sociales y culturales que no están bajo su control. “Los estados han perdido gran parte de la soberanía que tuvieron, y los políticos han perdido mucha de su capacidad para influir sobre los acontecimientos”.

El mundo del siglo XXI está marcado por una compleja serie de nuevos tipos de externalidades políticas y económicas  o “problemas limítrofes”. En el pasado los Estadosnación resolvían principalmente sus diferencias apelando a “razones de Estado”, apoyados en iniciativas diplomáticas y, en última instancia, en medios coercitivos. 

Hoy día esta lógica del poder resulta inadecuada e inapropiada para resolver temas tan complejos. Los entrecruzamientos de “destinos nacionales” imponen otros métodos. 

Por estas y otras razones, ningún discurso político, económico o académico no está completo si no incluye el tema de la globalización. Sin embargo, en nuestro país la globalización es un tema poco debatido en las universidades dominicanas, en el sector empresarial y en el sector público.

Frente a esta realidad, la globalización deberá afrontarse mediante un enfoque tipo “cuatro hélices” de colaboración y toma de decisiones, en el que el gobierno nacional tenga la oportunidad de dejar oír su voz junto a  la sociedad civil, el mundo empresarial y las universidades, que deberán tener una participación activa a la hora de definir agendas públicas, de formular políticas públicas y a la hora de deliberar sobre ellas.

Las universidades dominicanas no pueden ignorar el tema de la globalización. Deben hacerlo suyo, comprenderlo y analizarlo seriamente para ayudar al Estado y al sector privado a asumir la educación y la formación como herramientas de su política económica y de su compromiso con la agenda de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Deberán hacerlo también para promover la formación cosmopolita de los profesionales y ciudadanos, que deben estar dotados de capital educativo y cultural si quieren hacer frente a los desafíos de una competencia más exigente (local, nacional, regional y global), al tiempo de ser capaces de compartir un mundo global marcado por manifiestas diversidades y pluralidades.

Por tal razón, las  universidades dominicanas habrán de participar en el  debate obligado de la globalización, lo cual supone  considerar y debatir “desde dentro” los riesgos y los límites de la “gobernanza mundial”, lo que, a su vez, no sólo demandará la cooperación y la coordinación horizontal entre los organismos locales, regionales  y globales, sino principalmente un papel crítico para lograr el establecimiento de reglas y un régimen más democrático de la gobernanza global.

Pero el afrontamiento de la globalización por parte de las universidades  dominicanas no sólo significa su incorporación a redes de universidades de otros espacios educativos ni a  esfuerzos de internacionalización o simple “turismo académico”,  sino principalmente  su participación activa   y crítica para analizar profundamente la globalización, sus oportunidades,  retos y desafíos, así como sus consecuencias negativas. 

Poner la globalización en la agenda de las universidades dominicanas es  un compromiso que se deriva de su  razón de ser y de responsabilidad social. ¡Ojalá que lo asuman más temprano que tarde!