A partir de este artículo me voy a dedicar a explicar de manera muy abreviada a describir el desarrollo del pensamiento de Friedrich Nietzsche.

En este despliegue de su pensamiento en diversas fases que lo va a conducir a que en un determinado momento tenga que plantear y asumir el procesos más duro de su reflexión, reconocer el hecho de que en la historia de Occidente ha a aparecer como fenómeno dominante de la modernidad el fenómeno de la Muerte de Dios.

En primer lugar, tengo que resaltar que para investigar sobre cómo se produce la articulación del pensamiento de un filósofo en su existencia se necesita tener en cuenta algunos detalles que van a determinar el resultado de lo que buscamos definir como las diversas etapas en que se articula su reflexión y definir además como van constituyéndose y abriéndose los problemas que se propone buscar responder .

Nietzsche en su etapa de estudiante preuniversitario

En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que una filosofía o el resultado de un proceso de reflexión no surge de manera, por así decir, maciza, en bloque, que todo producto de una reflexión es fruto de un proceso de descubrimiento que se desarrolla según un método, el tratamiento de una serie de problemas afines que se atacan con el fin de despejarlos y lograr una o varias posibilidades de resolución sobre los que se cuestiona o que pueden llevar a que el investigador se tope con otras aporías o llegue a descubrir que las conclusiones se abren en otra serie de cuestionamientos, o que nos encontremos con una aparente solución sin salida y tengamos que proponernos nuevos puntos de partida abandonando el originario punto de partida o profundizando en este pero enfocándolo desde una diferente perspectiva al colocarlo en un horizonte de sentido diferente al que intentamos interpretarlo al inicio.

Con esto quiero recalcar que todo proceso reflexivo se desarrolla en un tiempo , específicamente en un tiempo en que el experto se dedica a tratar de analizar y desglosar la serie de problemas de que parte.

Pero el resultado de la indagación puede llevar de manera paulatinamente o abrupta hacía otra serie de problemas y a enfocar y tratar las cosas y asuntos desde donde que busca alcanzar una respuesta por diversos tramos que van conformando un camino muy específico para la reflexión.

Los filósofos generalmente van pasando, en su trabajo, por diversas etapas que vienen caracterizadas sea por el tipo de cuestionamientos que se formulan, por el objeto al que inicialmente se cuestionan o según como van variando su modo de enfocarlo, o también por el modo en que pasan a tratar desde diversos puntos de vistas un mismo objeto de indagación, o según abandonan una ruta seguida hasta un determinado momento, y por encontrarse en una calle sin aparente salida, pasan a intentar hacer otro enfoque del problema que interesa desplegar.

Específicamente, en Nietzsche podemos individuar varias etapas para calificar el desarrollo de su reflexión según el objeto de que trata, su modo de enfocarlo y los procedimientos que sigue en ello, esto es, según el método que afronta para desentrañar el problema y hacia donde pretende dirigir sus pasos para dar con un resultado a su intento de solucionar los problemas que se plantea.

En el primer libro de su obra capital, Así habló Zaratustra, encontramos descrito de manera poética, a través del uso de un lenguaje metafórico una descripción de cómo concibe Nietzsche el camino que caracteriza su investigación y los resultados que va alcanzando un filósofo, que es sin lugar a duda la descripción de su propio modo de enfocar el camino que ha de caracterizar su investigación.

El capítulo a que me refiero se titula: Las transformaciones del espíritu. El contenido del capítulo el filósofo lo resume con la frase que inicia el tema: Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.

Que quiere significar Nietzsche cuando habla para alcanzar su propio desarrollo el espíritu –es decir, la autoconsciencia, el más alto nivel de la reflexión debe sufrir tres grandes mutaciones para alcanzar lo que nuestro pensador entiende como los tres grados de iniciación de la consciencia hasta alcanzar el más alto desarrollo  espiritual.

A continuación en el texto señalado pasa a describir lo que entiende con el asumir en si, la figura del camello, luego traspasar a transformarse en León y finalmente, describe como el León debe de trasmutarse en niño.

Nietzsche cuando cumplía el servicio militar en el ejercito prusiano en 1870.

Para que el lector tenga bien presente lo que quiere decir transformarse en camello el texto señala lo siguiente.

Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.

¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?

¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?

Como creo habrá comprendido el lector, convertirse en camello significa la fase de la vida cuando la persona asume como valor supremo el mandato que se resume en la expresión: tú debes, y ese mandato se asume mansamente, sin protesta y con plena obediencia plena. El camello.

La próxima transformación es la de Camello en León.

Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser se­çñor en su propio desierto.

Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.

¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando[…]”

“¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».

«Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un ani­mal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamen­te «¡Tú debes!».

Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más pode­roso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas brillan en mí».

«Todos los valores han sido ya creados, y yo soy todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón.

Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?

Crear valores nuevos, tampoco el león es aún capaz de ha­cerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear, eso sí es ca­paz de hacerlo el poder del león.

Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.

Tomarse el derecho de nuevos valores, ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga[…]”

Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.

Tomarse el derecho de nuevos valores, ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.

¿Pero que no puede hacer el león que si lo puede realizar un niño?

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?

Inocencia es el niño, y olvido; un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí

Nietzsche los años de 1876.

“Inocencia es el niño, y olvido; un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movi­miento, un santo decir sí.

Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.

En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho inclu­so en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?

Inocencia es el niño, y olvido; un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movi­miento, un santo decir sí.

Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y

“Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?

Crear valores nuevos, tampoco el león es aún capaz de ha­cerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear, eso sí es ca­paz de hacerlo el poder del león.

Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león.

Tomarse el derecho de nuevos valores, ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.

En otro tiempo el espíritu amó el «Tú debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho inclu­so en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.