Para nadie es un secreto que ha iniciado la campaña electoral con miras a las elecciones del año 2016, en la cual los dominicanos y dominicanas elegiremos el Presidente y Vice-Presidente del país, así como nuestros representantes congresuales y municipales.

En ocasión de este certamen electoral, encontramos una oposición política muy diversa y heterogénea, en la cual, como siempre, existe una manifiesta fragmentación, y que evidencia una incapacidad de compactar un proyecto de nación en una oferta electoral creíble y aislada del clásico populismo.

Dentro de esta oferta opositora, la más visible en términos electorales, la representa el Partido Revolucionario Moderno (PRM) encabezada por su candidato Luis Abinader, que en las últimas mediciones de las firmas encuestadoras más creíbles concita el voto de un diecisiete porciento de los votantes (17 %), seguido por otros candidatos como Guillermo Moreno que obtendría el voto de un 3.6 % y Quique Antún que obtendría el voto de un 1.2 %.

En este escenario tan difícil para la oposición (bajo porcentaje electoral y fragmentación irreparable), el PRM se ve forzado a lanzarse de manera extemporánea al ruedo político, con toda la posibilidad de desgaste anticipado que conlleva esta riesgosa decisión, pero impostergable en su caso, para una organización emergente que surge producto de una crisis del sistema de partidos políticos y que a 7 meses de las elecciones concita un bajo apoyo del electorado por causas insuperables en el corto y mediano plazos.

En este lanzamiento anticipado vemos un PRM tirando golpes desesperados, disparatados y sin contundencia, golpes incluso, que pueden calificarse de bajos y chismeros, rebasando ámbitos de la clásica tolerancia de nuestros políticos en algunos temas.

Estos golpes carentes de fortaleza, y que forman parte de la primera etapa de la campaña de ataque que ha ideado el PRM consisten en denostar las visitas sorpresas del Presidente, llevar la falsa impresión a la población que los bajos salarios de los policías son obra exclusiva de este gobierno, criticar por un hecho aislado toda la democratización de las obras del Estado y objetar el proyecto de Ley de Presupuestos y Gastos Públicos de la Nación.

Cada una de estas críticas populistas, lejos de beneficiar el principal candidato opositor se convierten en un boomerang en su contra, pues el populismo coyuntural y las críticas sofistas y falaces se diluyen con poca necesidad de respuesta del oficialismo, agotando la credibilidad de la oferta electoral opositora cuya primera línea de ataque resulta ser insostenible en atención a los siguientes motivos:

La mejor respuesta a las críticas de las visitas sorpresas del Presidente la ofreció el propio PNUD que en su informe realizado con la participación de la FAO, para medir el impacto de los compromisos asumidos durante las visitas sorpresas en las distintas comunidades del país estableció que dichas visitas impactaban de manera positiva en la gente y que constituían un modelo a imitar.

Con respecto a los bajos salarios de la policía, todo el mundo conoce que a ninguna administración le ha interesado solucionar el problema de los bajos salarios de la Policía, refiérase a Balaguer, Guzman, Jorge Blanco, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, quienes hicieron caso omiso a este mal, no obstante esto, se vislumbra una solución del gobierno en el corto plazo, pues recientemente, el Ministro de Administración Publica Ventura Camejo se ha reunido con el jefe de la Policía Nacional prometiendo una nueva y justa escala salarial.

La democratización de las obras del Estado ha sido una de las mayores conquistas del Presidente Medina y pretender manchar completamente la misma con un caso aislado (en relación al cual se han tomado los correctivos) constituye una verdadera barbaridad; son muchos los ingenieros que han visto una notable mejoría en sus economías personales a raíz del reparto equitativo las obras constructivas del gobierno.

Con respecto a las críticas del Proyecto de Ley Presupuesto para el año 2016, la respuesta del gobierno no se hizo esperar, calificando estas críticas como atentatorias contra la estabilidad macroeconómica que goza nuestra nación y carentes de un mínimo rigor contable y presupuestario.   

Todo lo analizado nos lleva a reflexionar sobre las escasas posibilidades de competir del PRM y su candidato en este torneo electoral, que en su primera línea de ataque al gobierno ha visto desvanecer su discurso. Sin embargo, los seguidores de esta agrupación política se frotan las manos mercadeando un imaginario crecimiento electoral, que no es posible en razón de los escollos propios de esta organización y que no podrá superarlos ni en el corto ni mediano plazos.

Tales obstáculos, son de harto conocimiento para todo el mundo y esencialmente están siendo producidos en ocasión de sus rebatiñas internas pero públicas, renuncia masiva de dirigentes, carencia de una dirigencia “moderna” y la desconexión de sus líderes con las nuevas complejidades de nuestra sociedad, incapacitados de concitar la atención en el nuevo votante y del clásico abstencionista. De paso, debemos destacar, que esta es la misma dirigencia que lleva la pesada cruz de haber sido la causante de todas las derrotas consecutivas del antecesor de esa supuesta moderna organización.