Porque: “Comprender por vía del corazón,
Es no comprender”
Se conoce el corazón del hombre,
Por lo que hace y, su sabiduría,
Por lo que dice.
Taleb.-
De nuevo el “dejá vu”, y ese divagar entre fantasías y crueles realidades, me llevan a pensar, que muy a pesar de ser cada día mas las plegarias que se elevan cual si fueran alas de gaviotas, clamando por un sentir más humano, menos hipócrita y mucho menos corrupto, pero que, lamentablemente, nada sucede hacia ese anhelado cambio. Me parece, que esas suplicas necesitan redirigirse en otras direcciones o utilizar otros tipos de acciones que las hagan convertirse en realidades.
Están sucediendo cosas increíbles en este país. Por un lado, el famoso y en ocasiones, hasta criminal Fondo Monetario Internacional (FMI), dice que el principal desafío que enfrentamos, -mejor dicho, debe enfrentar el gobierno- es incrementar la capacidad de resiliencia ante los riesgos, mediante el fortalecimiento de los “amortiguadores”, -cual vehículo cualquiera-, impulsando las reformas estructurales, -y aquí viene lo bueno-, reduciendo aún más la pobreza y la desigualdad. Pero, ¿Cuál pobreza?, si al decir del gobierno, solo en las últimas dos décadas, han salido más de doce millones de ese estado de miseria. Algo no cuadra.
Algo no está cuadrando en nuestras cuentas en general. Todas ofrecen tendencias y cifras que atemorizan para un futuro, que podría ser hasta mañana mismo. La cuenta del tigueraje, la plebe e indelicados, crece como la verdolaga dentro de los partidos y chinchorros políticos. La demarcación del territorio no se detiene, así como la repartición de cuotas de poder para cada sector que aspire. Tanto por ciento para las mujeres, otro tanto para la juventud y la repartición no se detiene sin importar méritos o calidad humana. Todo está disponible para el chantaje, la compra y venta, un excelente camino para llegar al caos mayor, aquel donde solo la sangre dispone.
Sí, me refiero a los faranduleros, a todos aquellos que aun prosiguen ganando buen dinero por sus presentaciones pero que, para lo que a ellos se les ha hecho tan fácil, ha sido todo lo contrario para los pobres cañeros, que dieron lo mejor de su vida en ese honroso pero, endiablado trabajo con la caña y que por demás pagaron sus contribuciones para sus pensiones, -aunque otros se la hayan robado-, y que se les ha hecho más que difícil, imposible obtener una mísera pensión.
La pregunta es: ¿continuaremos rezando e implorando con plegarias que nadie escucha o presta atención? ¿Continuaremos esperando que baje el maná del cielo? ¿Continuaremos esperando un mesías o predestinado? O por el contrario, ¿invitaremos algún soltero que se quiera casar con la famosa gloria? Lo que sí sé, que hasta ahora, las plegarias o reclamos orales, no han dado resultado. ¡Sí señor!