Nueva York.-Las primas, de 14 y 12 años, fueron secuestradas y violadas por varios hombres, quienes luego las asesinaron y colgaron sus cadáveres en la entrada del pueblo. Ocurrió hace poco, allá en la India, la policía capturó a varios tipos que confesaron haber cometido la atrocidad.
En Santa Bárbara, al norte de Los Angeles, a dos horas de San Clemente, donde vive Lillie, la menor de mis cuatro hijas, ocurrió algo terrible. Un sujeto acorralado por la soledad, amargado, sintiéndose rechazado por las mujeres; excluído del placer de compartir con una chica hermosa, mató a siete jóvenes universitarias.
En las universidades estadounidenses abundan suicidios y asaltos sexuales contra jóvenes mujeres.
En República Dominicana y toda Latinoamérica cada día los hombres matan varias mujeres por motivos varios, incluyendo las más anodinas de las razones.
Los hombres estamos entre las principales causas de muertes femeninas del planeta, matamos más mujeres que varias enfermedades.
Y muchos misóginos asesinos se creen víctimas de las mujeres, que les niegan sus cuerpos, a los cuales ellos se sienten con derecho. Actúan para “defender” sus hipertrofiados egos y enfermizas “dignidades”.
El hombre pierde la poquita cuota de poder que tuvo o creyó tener, e intenta imponer su desafortunado concepto de autoridad sobre las mujeres.
Sin controlar a sus mujeres, muchos hombres se sienten perdidos. Feminicidios y delincuencia son hermanos gemelos, nacidos de la concentración de riquezas y poder, esto no justifica, pero podría explicar un poco la cuestión.
Quizá la amenaza que representan los hombres explique que muchas mujeres amen a otras mujeres, y otras decidieron quedarse solas.
Con las mujeres que paren el futuro bajo amenaza de extinción, la especie humana enfrenta una incierta reproducción.
La mayoría, pese al peligro que representamos, todavía ama a los hombres, ¡las mujeres siguen siendo verdaderamente extraordinarias!