De atletas, trabajadoras y ministras. ¿Qué se requiere para ser Ministra de Deportes, Educación Física y Recreación de la República Dominicana? Tenemos derechos!

El Ministerio de Deportes Educación Física y Recreación es la más alta instancia responsable de la política deportiva del Estado dominicano. Fue creado mediante la ley número 97 del año 1974. Décadas atrás tuvo otros nombres y perteneció a distintas secretarías de Estado.

El primer secretario de deportes fue el fenecido periodista Justo Castellanos Díaz. Tras él, 30 hombres han ocupado la posición.

¿Y las mujeres pa´cuándo?

A propósito del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, vale recordar la realidad de nuestras mujeres atletas en particular. Las aficionadas y profesionales, esas que entrenan con muchas limitaciones, compiten y nos representan en exigentes escenarios internacionales llenando de gloria nuestras familias, barrios, campos, municipios y el país. Esas que rompen barreras culturales y renuncian a ser ellas, por identidad y pasión ante una disciplina. Ellas también son trabajadoras y tienen derechos que deben ser revindicados y respetados por el Estado, el sector privado y el movimiento de mujeres trabajadoras.

Este 8 de marzo, al margen de los discursos y proclamas de equidad e igualdad hay una realidad social, nunca o casi nunca debatida: la invisibilidad y negación de derechos de las mujeres deportistas.

En el mundo deportivo -muy rentable por cierto- privilegiado y subsidiado por el Estado, igual encontramos violación a sus conquistas y derechos laborales de las atletas; cada día enfrentan prejuicios y discriminaciones.

Las actividades deportivas pertenecen a la industria del entretenimiento, cada año mueven miles de millones de dólares que terminan en las cuentas de las corporaciones, multinacionales, equipos profesionales y en la vida de lujo de sus inversionistas y representantes. ¿Por qué no se debate sobre las condiciones de vida y laborales de la mayoría de las deportistas en particular; sobre sus pensiones y jubilaciones; sobre los riesgos en las actividades físicas; la garantía de su formación académica.

El "movimiento" deportivo es una área muy activa de la economía internacional. Se invierten grandes capitales, y en la parte vulnerable están ellas, las atletas. Desarrollándose en disciplinas muy competitivas y de alto riesgos, incluso para su vida y hasta sus derechos sexuales y reproductivos, pasando por la maternidad tanto en su dimensión biológica como social.

Si los patronos son los propietarios e inversionistas de los equipos, ¿quienes son los trabajadores o trabajadoras que generan riquezas? ¿Quién entrena y compite? Los y las atletas, por supuesto!

¿Quién impone las reglas y cobra los beneficios del poderoso movimiento deportivo? Es obvio que no son las atletas.

Sin lugar a dudas los y las deportistas son quienes en la mayoría de los casos, participan en la actividad física y deportiva por vocación, por identidad con una disciplina, inspirados en el principio de participar primero y ganar después, aunque es legitimo y legal su interés de profesionalización y monetario, porque a fin de cuentas se trata de un negocio, en el que las y los  protagonistas por razones biológicas tienen sus días contados, no así los propietarios e inversionistas de los equipos y demás instancias de la estructura vertical de la industria deportiva.

Ellos (los empresarios del deporte), pese al paso de los años siempre estarán ahí con su capital reproduciéndose y generando ganancias. Y cuando se retiran por razones biológicas, qué pasa con las atletas?

A propósito, cuánto aportan los deportes al Producto Interno Bruto dominicano? ¿Qué parte le queda a las atletas?

En los deportes, como en toda actividad económica hay patronos y asalariados; renta y explotación, aunque se le llame de otra forma.

¿Cuál es el misterio o la complicidad del poder para no tratar y legislar sobre el tema y garantizar a cada atleta sus derechos, como se le reconoce y protege a los empresarios que invierten en todas las manifestaciones deportivas, desde las primitivas peleas de gallo hasta en los elitistas campos de golf.

¡Las atletas son trabajadoras; tienen derechos laborales y como tal hay que respetarlas.