Desde el momento en que, agobiado e impotente Danilo Medina tiró la toalla aceptando la realidad de que su reelección era inviable, las miserias de su estilo de hacer política, de su partido y de sus gobiernos se hicieron más afrentosas. En la medida en que el calendario político/electoral avanza y las encuestas indican que es inexorable el final del poder cuasi absoluto del PLD, Medina da palos a ciegas sin límites en términos políticos o éticos. Sus últimas declaraciones en Santiago en un acto de su partido y el audio, donde la directora del Plan Social de la Presidencia exhorta a sus conmilitones y bocinas del gobierno para éstos acosen y denigren a algunos comunicadores independientes, son sólo dos ejemplos.
Cuando Medina dice que durante las votaciones la “maquinaria” del PLD puede establecer quien no ha votado y que puede ir a su casa y buscarlo para que lo haga, está utilizando la extorsión para hacer votar a todo su mercado cautivo de votantes integrados por los beneficiarios de los planes sociales. La extorsión fue el medio que usó la mafia en sus inicios para obtener dinero de pequeños y grandes propietarios de negocios o tierras. En la presente coyuntura electoral, más que en ninguna otra, el PLD, el presidente, sus ministros y jefes departamentales han recurrido a la extorsión para mantenerse en poder y seguir enriqueciéndose con los dineros del pueblo. Una ilusión, un auto engaño, porque pese a sus bellaquerías son conscientes de que es “pa fuera que van”.
Refiriéndose a las declaraciones de la directora del Plan Social de la Presidencia, gravadas y hechas públicas, donde azuza su jauría de mastines contra comunicadores de demostrada solvencia e independencia, Huchi Lora con mesura y tino dijo que estas al menos sirven para poner en evidencia “la miseria de un gobierno”, de ahí el título de este artículo. La acción de esta señora, que es la voz de su amo, y las acciones del PLD y de quien hoy día es su jefe único, evidencia una concepción de hacer política que en esencia es el efecto de una causa que viene de lejos: la razón fundamental por la cual Juan Bosch fundó el PLD. Crear un partido que fuese lo contrario/negación del entonces PRD, cuyos vicios de clases que, según éste, lo encarnaba la dirección de ese partido.
Para Bosch y sus feligreses, de esos vicios, la indisciplina era lo más saliente. Por tanto, el PLD debía ser la encarnación de la disciplina, una virtud que sólo la “clase media” podía poseer en una sociedad que como la nuestra, entendía carecía de una clase obrera numéricamente importante. Disciplina y culto al jefe que en última instancia encarnaba el partido, se amalgamaron y solidificaron el PLD, atacando ferozmente al entonces PRD, sobre todo a Peña Gómez, su líder máximo. Con esos ataques se forjó la cultura del PLD, coincidiendo con los juicios y prejuicios que sobre el PRD tenía Balaguer. El PLD siempre ha pensado que el adversario hace un enemigo a destruirse, nunca ha practicado la democracia interna, nunca sus dirigentes se han alzado contra los abusos de sus máximos líderes, siempre ha desconocido los derechos democráticos de su propia militancia y toda la sociedad.
En tal sentido, con esa práctica, con esa cultura se cumple la máxima de que un partido manejado antidemocráticamente termina imponiéndole esa práctica a la sociedad. Su cultura autoritaria como organización se refleja casi automáticamente en la forma en que manejo los asuntos de estado, creando un clima político/moral que potencia la corrupción, el miedo y las peores miserias humanas. Mientras ese tipo de partido más dura en el poder, más intolerante se torna, más absoluto tiende hacer su poder y más absolutamente se corrompe y tiende a corromper la sociedad. Igualmente, mientras más tiempo dura en el poder una agrupación de origen pequeño burguesas mayores serán sus vicios, mayor será la fortuna que amasa.
Es la ironía que la historia le ha jugado a un partido devenido partido/estado, fundado para combatir los percibidos vicios indisciplina de los por Bosch llamados sectores pobres y de la baja pequeña burguesía, que ha devenido en partido de rentistas insaciables y déspotas. El PLD no tiene componte, recurre a sus peores artes para mantenerse en el poder, según José Rijo, acucioso y brillante analista de presupuesto, el gobierno ha gastado 1,285 millones de pesos en sólo un mes (electoral), 440% más de lo gastado en ese renglón en 6 años, 223 millones, extorsiona a los pobres beneficiarios de los programas “sociales” del gobierno para que voten por sus candidatos, entre otras acciones que tipifican como compra de voto, como delito electoral.
En definitiva, estas aberrantes acciones del presidente y de muchos funcionarios tienen profundas raíces, las cuales, en última instancia, están en la historia del PLD, en el origen de sus principales dirigentes, hoy grandes tutumpotes enriquecidos a la sombra del poder. Es una historia que debe conocer a profundidad ese 70% de jóvenes de zona metropolitana de 18 a 24 año que, según la encuesta Gallup/Hoy, dice no quererlo en poder. Debe conocerla, para que esa historia de miseria política no se repita nunca jamás, para que voten contra las miserias de un gobierno que quiere mantenerse en poder manteniendo en la miseria a millones de pobres.
Un crimen de lesa humanidad.