Los desastrosos resultados del proceso convencional parcial del PLD, constituyen una grotesca expresión de la crisis que desde hace mucho tiempo corroe las entrañas de esa colectividad, evidencia su proceso de involución/fragmentación sin retorno alguno a mediano y largo plazos. Esta crisis, unida a la erosión de sus relaciones con fuerzas tradicionalmente aliadas y a factores externos de varios tipos, configura un inesperado cuadro político que replantea la discusión sobre las posibilidades de reelección de electorales de su Presidente/candidato.
Muertes, heridos, golpeados, sillazos, puñetazos, tiroteos indiscriminados, turbas provistas de armas de diversos tipos y calibres, boletas y urnas electorales ardiendo en llamas, es el trágico final de un proceso eleccionario interno de un partido que, como ningún otro, ha prostituido el sistema de participación y de representación partidaria, local y nacional. Un proceso convencional que retrata el nuevo PLD y que deja heridas entre los núcleos duros de esas facciones difícilmente curables.
Un proceso degenerativo, que por diversas razones los dos principales líderes de esa colectividad difícilmente puedan revertir. Ambos, sobre todo el Presidente/candidato, prepararon y guiaron el PLD hacia el poder, alimentando esas taras, esa cultura primitiva de hacer política partidaria cimentada en el prebentalismo y rentismo, las cuales hoy se reflejan en la forma de conducción del Estado. El monstruo creado resulta inmanejable por los dos jefes de las facciones en virtual estado de guerra, porque muchos de quienes rodean a Danilo y a Leonel, sobre todo los de este último, han acumulado tal poder económico político/clientelar que les permite una relativa autonomía frente a ellos que podría expresarse en cómo o por quién se votaría o no en las próximas elecciones.
Eso es parte de un cuadro político, impensable hace unos meses; configurado además, por la ampliación de la lucha contra la corrupción que lleva a cabo Poder Ciudadano, de la que participan grupos y partidos políticos de la oposición; también, por la presión de sectores políticos, sociales y productivos por la unidad de las fuerzas contrarias al gobierno. Por primera vez en todo el discurrir del presente gobierno, el PLD y el grupo de Danilo han perdido la iniciativa en su proyecto reeleccionista, ahora la tiene la oposición.
Sin embargo, esta tiene que reflexionar sobre los diversos factores que configuran el nuevo cuadro. Saber que a veces, factores externos influyen en el estado de ánimo de la gente en determinadas coyunturas locales. Extraer lecciones de lo sucedido en Venezuela, donde un gobierno con una concentración de poder más absoluta que la del PLD, perdió las elecciones porque la unidad pudo más que ese poder avasallante. Lo mismo en Francia, donde algunos dirigentes socialistas tuvieron el coraje político de renunciar a sus candidaturas para llamar a votar por candidatos de abiertamente derechistas para impedir que los fascistas del FN conquistasen el poder en algunas regiones de ese país.
Tuvieron el valor de escoger “entre la peste o el cólera”, como dijeran algunos. Quien no entienda el significado político de ese gesto no entiende nada de política. Quien no logre conjugar la ética de la convicción con la ética de la responsabilidad o de los resultados es mejor que no se involucre en el complejo mundo de la política. No votar por sus propios candidatos, incluso mejor situados para ganar, como lo hicieron los socialistas y parte del electorado francés o dejar que el nazis/fascismo reforzase su poder controlando las regiones de Francia, optando el empecimiento de presentar candidaturas propias o por la abstención, podría haber sido una actitud moralmente comprensible, pero políticamente inaceptable, irresponsable e incluso cuestionable éticamente, porque, en ese caso, hubiesen puestos sus valores y convicciones particulares por encima del interés general.
Los ejemplos vienen a cuento, porque aquí arde el PLD, el Presidente/candidato está en evidentes dificultades; pero sólo la unidad y el arrojo político determinarán un triunfo de la oposición. El nuevo cuadro político que vive la sociedad dominicana tiene que leerse no solamente en clave local, sino en clave de lo que sucede en el mundo, en sus complejidades, aprovechando las lecciones que nos ofrecen muchos procesos políticos a nivel mundial para calibrar mejor las posiciones de cada quien en una coyuntura donde están presentes las posibilidades de vencer el continuismo peledeista, algo que no se vislumbraba hace poquísimos meses.