En virtud de la alta popularidad que mantiene el Presidente Danilo Medina, mucha gente se está planteando la conveniencia de un periodo adicional de su Gobierno. Y a juzgar por lo que es habitual en las conversaciones cotidianas, es más gente de lo que es normal a estas alturas de cualquier período de gobierno. Cosa que es difícil que ocurra, debido a la prohibición constitucional y a lo complejo que podría resultar cualquier intento de cambiarla.
Personalmente, nunca he creído que la reelección presidencial sea buena y tampoco creo que lo sería ahora. Eso no quita que al ver nuestro historial de los tiempos modernos, tendríamos que admitir que la actual gestión supera en mucho a los gobiernos anteriores. Por lo menos el actual Presidente ha demostrado al país que es posible llegar a una serie de acuerdos para trabajar con la sociedad en cuestiones fundamentales que le conciernen.
No es que se estén abordando todos los problemas, ni era posible hacerlo, pero en aquellos en que se ha hecho el mayor compromiso, el Presidente y su equipo más cercano lo han tomado con seriedad, como la mejoría de la educación, la atención a la primera infancia, la erradicación del analfabetismo, el sistema nacional de atención de emergencias 9.1.1, el crédito agrícola, el desarrollo de la zona rural, la pequeña empresa y varios aspectos relacionados con una gestión fiscal más eficaz.
Sí comparto el temor de mucha gente por la eventualidad de un maldito regreso. Supongo que no es tanto por los méritos propios del actual gobierno, que otros también podrían tenerlo, que se habla tanto de reelección, sino debido a que la gente está asustada por un posible regreso. Y como apuntan las cosas, esto luce como una posibilidad muy realista. No me refiero solo al miedo que infunde la posibilidad del regreso de Leonel Fernández a ser presidente, sino también la de Hipólito Mejía
Muy poca gente añora el período de cualquiera de ellos. El de Hipólito por gobernar sin miramientos, por tomar sin ningún cuidado las decisiones de Estado, pequeñas y grandes, algunas de las cuales condujeron a errores que podían enmendarse fácilmente con una reconsideración y un decreto de marcha atrás, pero otras tan grandes y costosas que hasta nuestros tataranietos estarán pagando, como la de hacer recaer sobre el pobre pueblo las deudas del Sr. Ramón Báez Figueroa.
Y el de Leonel por el desgobierno, por la costumbre de boyar sobre los problemas sin enfrentar ninguno, por creer que bastaba con algunas estadísticas habilidosamente confeccionadas y discursos bonitos para creer que ya todos estaban resueltos. Y sobre todo, por tomar el Estado como una finca de su propiedad cuyas instituciones se podían repartir en aparcería a sus allegados, para que cada uno disfrutara de su parcela sin considerar su responsabilidad frente a la sociedad. Por la corrupción a la franca.
Mas que postular por un proyecto reeleccionista, pienso que a muchos ciudadanos les atemoriza cualquier regreso. Si las dos principales opciones que tendrá el país para las elecciones del 2016 son los dos ex presidentes, entonces podrían convertirse en las elecciones del terror: media población votaría aterrorizada ante la eventualidad de que vuelva el otro. Y creo que este país no merece eso.
Al final, podría ocurrir que el Ing. Hipólito Mejía, probablemente sin que sea su intención, termine haciéndole al país el mayor de los daños: inducirlo por miedo a elegir otra vez a Leonel como presidente, como ya lo hizo en el 2004, con el agravante de que ahora casi todo ciudadano que vote por el Dr. Leonel Fernández iría a depositarlo con gran dolor en el alma.