En las elecciones presidenciales del 2012 el Gobierno utilizó el Fondo de Estabilización de la Tarifa Eléctrica (FETE) para realizar una voluminosa transferencia de millones de dólares a las empresas distribuidoras de electricidad (Edes) que en realidad buscaba no solo subsidiar la tarifa, sino también la fase final de aquella costosa campaña de Danilo Medina frente a Hipólito Mejía. En efecto, durante el trimestre electoral de abril a junio del 2012 el aporte del gobierno al FETE para ayudar a EDEESTE se incrementó en un 46.3% respecto a lo transferido en el trimestre enero a marzo del mismo año; el de EDESUR creció en 40.2% y el de EDENORTE en 28% para un trimestre record en subsidios; en otras palabras, las distribuidoras se metieron en campaña electoral.
En ese tenor, han resultado inútiles, sin repercusión positiva apreciable en el desempeño general de las empresas distribuidoras, las decenas de miles de millones de dólares recibidos en décadas para el sector eléctrico a través de préstamos con bancos internacionales y en transferencias desde el propio presupuesto nacional, siempre justificados bajo la misma letanía: “inversiones para la rehabilitación de redes y reducción de pérdidas”.
La verdad es que hasta hoy las distribuidoras han sido un gran sumidero de dólares, intocables e incorregibles. Por ejemplo, el último estudio de costos y desempeño de esas empresas, realizado en el 2016 por la firma consultora INECON, de Chile, revela que las tres distribuidoras sumaban gastos operacionales de 351.5 millones de dólares anuales, equivalentes a casi tres veces los gastos (121.4 millones de dólares) que tendrían tres distribuidoras administradas eficientemente para realizar el mismo trabajo en las mismas demarcaciones geográficas y poblacionales. Esa y otras conclusiones se derivaron de un amplio estudio realizado durante largos meses en el país por los expertos de INECON en cumplimiento con un contrato con la Superintendencia de Electricidad para elaborar la propuesta de tarifa técnica del servicio eléctrico dominicano. Tarifa que nunca se ha aplicado.
Los informes oficiales recientes revelan que el dispendio impune en las distribuidoras sigue en su trece.
Lo que sucede es que Edenorte, Edesur y Edeeste, aparte de instrumentos para la acumulación originaria de capitales, expansión del clientelismo y la conformación de una visible pequeña burguesía peledeista en las provincias y las periferias del Distrito Nacional, han sido también fuentes de financiamiento electoral. Senadores, alcaldes, diputados y regidores se han financiado parcialmente a través de esos “subsidios y reducción de pérdidas¨. Basta revisar el histórico de las transferencias desde el gobierno central a las distribuidoras en cada año electoral, desde el 2004 a la fecha.
Un año emblemático de ese populismo electrico fue el 2012 para empujar a un Danilo Medina rezagado frente a Hipólito Mejía. ¿Y ahora, le ¨rehabilitarán¨ las redes al ¨Penco¨? Por lo menos, el administrador de la CDEEE y jefe máximo de las distribuidoras es su jefe de campaña.