Nueva York.-Los demócratas pueden ganar el control de la Cámara de Representantes y eso traerá más equilibrio a Washington, aunque los republicanos retendrán control del Senado. Lo más importante en éstas elecciones, son 6,000 escaños en legislaturas estatales y 33 gobernaciones en disputa.

Las elecciones estatales decidirán muchas cosas muy importantes. Si los republicanos ganan 37 estados, como aspiran, convocarían a una constituyente, todos sabemos las reformas constitucionales pre-jurásicas que introducirán.

También rediseñarían los distritos congresuales luego del Censo del 2020, asegurando sus escaños por una década.

Cuando un partido controla todo en un Estado siempre impone su agenda, como ahora hacen los republicanos en Washington.

Las elecciones de medio término se consideran un referéndum sobre el presidente y, tradicionalmente las pierde. Bill Clinton y Barack Obama perdieron, asimilaron el mensaje de las urnas, y se reeligieron dos años después.

Si el presidente Donald Trump no pierde ahora, su reelección luce imparable.

Controlando la Cámara de Representantes, los demócratas pueden instrumentar un juicio político contra Trump, pero el Senado republicano, que será juez, no lo destituirá.

SI los demócratas tuvieran medio gramo de coherencia, o media micra de sentido común, se entregarían al silencio prolongado y la introspección profunda. Tienen un serio problema de visión; subestimaron a Trump; ganó las elecciones.

Llegando al segundo año de Trump, ninguna de las predicciones apocalípticas de los demócratas se  cumplen, en algunos casos ocurrió lo contrario.

La economía no colapsó, se fortaleció, subieron muchos salarios y bajó el desempleo; los únicos conflictos militares los dejó Obama.

Como los demócratas leen el presente incorrectamente, su visión del futuro necesariamente está equivocada, en lugar de “desclintonizar” el partido, hablan del retorno Hillary Clinton como candidata.

Trump es presidente porque los demócratas tienen serio un problema de visión que no da signos de mejoría.