Las dos constituciones peledeístas han sido elaboradas bajo el siguiente preámbulo, al que la burla y el cinismo han transfigurado en la primera falacia del principal reglamento del país y que Joaquín Balaguer catalogó, en una ocasión, como "un pedazo de papel": "Nosotros, representantes del pueblo dominicano, libre y democráticamente elegidos, reunidos en Asamblea Nacional Revisora; invocando el nombre de Dios; guiados por el ideario de nuestros Padres de la Patria, Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, y de los próceres de la Restauración de establecer una República libre, independiente, soberana y democrática; inspirados en los ejemplos de luchas y sacrificios de nuestros héroes y heroínas inmortales; estimulados por el trabajo abnegado de nuestros hombres y mujeres; regidos por los valores supremos y los principios fundamentales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad, el imperio de la ley, la justicia, la solidaridad, la convivencia fraterna, el bienestar social, el equilibrio ecológico, el progreso y la paz, factores esenciales para la cohesión social; declaramos nuestra voluntad de promover la unidad de la Nación dominicana, por lo que en ejercicio de nuestra libre determinación adoptamos y proclamamos la siguiente Constitución".
No es verdad que quienes hacen de "Nosotros" fueron elegidos democráticamente. Votar es la forma libre de coerción en que una persona declara su preferencia por una opción entre varias alternativas. El voto es un acto personal con el que se manifiesta la voluntad política; se caracteriza por ser universal (prerrogativa de todos), equivalente (otorga el mismo valor a cada elector), libre (concede autonomía en la emisión), directo (faculta escoger con decisiones propias) y secreto (confiere, intrínsecamente, la facultad de no hacer pública la selección).
"Tienen que marcarme a mí y a mis congresistas en la boleta. A mis regidores, mis alcaldes y diputados…". Estas palabras, ¿son propias de la democracia? Trujillo no lo hubiese "sugerido" mejor, y fue el peor de todos los dictadores que conoció América
¿Puede exhibir voluntad política quien es despojado del documento requerido para ejercer el sufragio? ¿Se puede elegir entre varias opciones cuando los que gobiernan conminan al compromisario y trafican con la necesidad y la miseria para que el voto sea depositado por el candidato reeleccionista o cualquier otro que pertenezca a las filas del partido oficialista? ¿Acaso no es real -teniendo como evidencias tangibles la devolución del dinero de los sobornos y la admisión de prominentes dirigentes del PLD de que recibieron recursos de manera ilícita- que la corrupción ha financiado las últimas campañas del partido morado? ¿No dijo, el actual mandatario, en las primarias que celebró su organización en 2007, que el Estado lo había derrotado, siendo Leonel Fernández, el presidente de su propia organización, la representación mejor adulterada de este ("L’État, c’est moi"), y él el que, como Ministro de la Presidencia, había atado todos los cabos -con dinero del erario- para, precisamente, abrogar la continuación de su "verdugo" ("Aprés moi, le déluge")? ¿No fue ese epígono aplastado por el poder que antes de los últimos comicios expresó "Aquí no se puede inventar, no se lleven del cuento de que es una dictadura de partido, pues un presidente que no tiene congreso, no lo dejan gobernar. Yo necesito mi congreso… Tienen que marcarme a mí y a mis congresistas en la boleta. A mis regidores, mis alcaldes y diputados…"?
"Tienen que marcarme a mí y a mis congresistas en la boleta. A mis regidores, mis alcaldes y diputados…". Estas palabras, ¿son propias de la democracia? Trujillo no lo hubiese "sugerido" mejor, y fue el peor de todos los dictadores que conoció América. Cuando Leonel Fernández se embarcó en modificar la Constitución, proyecto que originalmente contempló la instalación de una Asamblea Constituyente, pensamos que existía voluntad y legítima intención de elaborar una carta sustantiva que, a la vez de auto implementarse, diera verdadero significado a la conformación de un Estado de Derecho, no a una pantomima como ha venido a resultar lo que fue concebido, además, para estructurar una plataforma jurídica que le ha permitido, tanto a él como a sus acólitos, librarse del enjuiciamiento característico al que debe ser sometido todo aquel que corrompe la sociedad, la denigra moralmente y usurpa sus recursos para fomentar un proceso desgarrador y perverso de acumulación originaria.
¿Sirve para algo la Constitución dominicana? ¿O es sólo pantalla? Así como ella existe, atractiva y deslumbrante, pero sin función reguladora alguna, perviven las palabras de ciertos periodistas y "politólogos", hermosas en ocasiones, aunque carentes de ímpetu y vocación de cambio, que sólo satisfacen el ego de quienes las plasman y al reducido y aristocrático medio de la intelectualidad de pose (muy al servicio de la clase oligárquica), y que marginan, como ha sucedido históricamente, toda posibilidad de transformación. Ni la Constitución es funcional ni los que inflexiblemente la defienden lo hacen por amor a la patria. No puede ser útil un entramado legal para el funcionamiento óptimo de una nación cuando la mayoría de sus leyes y articulados son violados por los que tienen la responsabilidad y el deber de implementarlos, como tampoco puede ser útil la florida pluma del esnobismo, incapaz de sincerarse y ser auténtica.
El preámbulo a la Constitución de 2015, que es el mismo a la de 2010, es una aberración: los "Nosotros" que lo han degradado no representan al pueblo dominicano; no fueron elegidos libre y democráticamente; no han sido guiados por el ideario de nuestros próceres ni inspirados en los ejemplos de lucha y sacrificio de nuestros héroes; no han estado estimulados por el trabajo abnegado ni se han regido por valores y principios; y mucho menos han promovido la unidad de la nación dominicana. Ese preámbulo, que no es parte integral de la carta sustantiva, ha sido convertido, por quienes lo usaron como antifaz para encubrir propósitos indignos, en una vulgar mentira elaborada con hermosas y excitantes palabras que, por su redacción, lucen haberse erigido en el más placentero orgasmo en la vida del conceptualizador por excelencia de la República Dominicana.
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
25 de julio de 2017