La vida a veces parece una novela por encargo. No transcurre un solo día en que los medios del país dejen de difundir acciones que para el mejor libretista del mundo podrían ser insólitas o por lo menos espectaculares, dignas de un reparto magnífico cinematográfico de Hollywood.
El episodio más reciente en la popular novela La Vida RD: Zozobras y sobresaltos, lo constituye la evasión de un centro de salud de Nagua del preso Jorge Gabriel Báez Abreu, condenado a 30 años de prisión por delitos de homicidio y asociación de malhechores, en una breve visita al médico por alegadas razones de salud.
Según el libreto oficial, detallado por la Procuraduría General de la República, el reo fue asistido en la clínica privada por un comando armado de varios individuos, quienes desarmaron de sus M-16 a dos soldados del Ejército que custodiaban al recluso, luego de ser conducido allí desde la cárcel en la fortaleza Olegario Tenares.
Dicho capítulo, que continúa en desarrollo, fue precedido por otro la semana anterior que estremeció las fibras emocionales más íntimas: la tragedia de Polyplás y la búsqueda eterna de culpables y evasores. Contrario a lo ocurrido en Nagua, en este episodio sí hubo muertos, heridos, dolor, mucha especulación y más que todo mucho misterios entre escándalos y escándalos.
La habilidad de los libretistas invisibles que desarrollan la novela dominicana en la vida diaria le permite en muchas ocasiones insertar pinceladas que oscilan entre la comedia, el drama o la tragedia, lo que la convierte de hecho en una especie de culebrón español con ribetes de sonatinas griegas intercaladas, y alguna que otra pica en Flandes.
Por ello, entre el plato fuerte de temas novelescos medulares como Odebrecht, la división en el PLD, Punta Catalina, si Danilo Medina va o no va, la Dolorita en versión karaoke de Temo, los Tucanos, el cuarto suspiro presidencial de Leonel Fernández, el sueño eterno de la reforma laboral, los cargamentos de drogas, los feminicidios y las tragedias vehiculares en la vías públicas del país, se introducen otros subtemas.
Por ejemplo, un asunto invisible y delicado en el drama de la novela nacional fue señalado por el pastor Ezequiel Molina Rosario, quien insiste en que se debe legalizar el consumo de drogas, pese a que admite que ello no resuelve el problema de ese vicio en el país y el cual, según él, cunde entre políticos y empresarios, así como construir un muro en la frontera domínico haitiana
La novela nacional se agudiza en particular cuando se aproxima Navidad y el acelerón de fin de año. Una fiesta cristiana que debería celebrarse en paz, es todo menos pacífico. El desenfreno es la orden del día y en su celebración los pueblos primitivos no
escatiman esfuerzos a la hora de rendirle pleitesía y sacrificios de espíritus etílicos al dios Moloch, mayormente en los lugares donde hay arbolitos sin nacimiento.
Por ello, si en los afanes del trajín diario de este diciembre de 2018 lo retiene un tapón en la Kennedy o la Churchill, y sueña con disfrutar un aire de villancico en Ágora Mall o en Galería 360, si no ha sido asaltado o víctima de un embargo ilegal, no se sorprenda si el taxista saca la carta debajo de la manga y le advierte la necesidad de una parada técnica por falta de combustible, o le responde al final del viaje con el tradicional: disculpe, no tengo cambio.
A fin de cuentas, la novela diaria de la vida nacional se asemeja al último deseo de un convicto condenado a la pena capital. Más que al mensaje de resurrección y vida, de final y principio, de esperanza, la Navidad y el Año Nuevo se constituyen en la vorágine de fin de año que es el dramático culebrón nuestro de cada día: La Vida RD: Zozobras y sobresaltos. ¡No se la pierda…!