“La Violencia: Una maldad que se ha ido construyendo del no saber del no poder. (Jorge Cela, s.j.)”

Es lamentable que el enfoque hecho a diario sobre la violencia en la actualidad, sólo tiene sus lentes puestos sobre la delincuencia y el feminicidio, que son dos expresiones de la violencia. Dos facetas de tantas y nada más. Ah! lo que pasa es que ahora esos tipos de violencias han cambiado de escenario, ya no es exclusividad como se creía de los barrios marginados. Resultaba antes que los violentos eran los pobres, los excluidos o expulsados, sin embargo  ahora resulta que no es así. Tampoco es cierto que la delincuencia se ha incrementado con los hermanos dominicanos que han venido deportados de Estados Unidos por cualquier delito; ellos son más de 50 mil, y no hay relación de ellos con el delito; por el contrario, los que están delinquiendo en nuestras calles son jovenzuelos que en medio de nosotros, día a día aprendieron el arte de planificar un crimen, ejecutarlo con todos los detalles y ocultarlo, gracias a la televisión nuestra y las redes sociales. Sí, allí sentadito en nuestras casas crecieron bendecidos por esta sociedad y el averno.

Sabemos que la violencia es una reacción frente a la frustración de nuestras aspiraciones. Es una manera poco creativa de afrontar los conflictos, que son parte de nuestro diario vivir. La violencia es el resultado de un conjunto de factores y de circunstancias y tiene diversidad de escenario. La violencia se aprende como la paz también.  “En todas partes las injusticias son una violencia y se puede decir, que la injusticia es la primera violencia de todas las violencias, la violencia número uno”. (Hélder Cámara, Espiral de la violencia. Salamanca: Ed. Sígueme, 1970, p. 18).

Aprendemos la violencia de un Estado que nos impone las cosas sin consultarnos; que nos clasifica en 5 millones de pobres y 3 millones de indigentes, y unos pocos que demandan seguridad y militarización de las ciudades a cualquier costo del Estado para proteger sus bienes y sus gustos.

Un estado que distribuye de manera desigual los recursos entre zonas del país y que no es capaz de alcanzar aún educación para todos en todos los niveles y modalidades, y donde da lo mismo según el Banco Mundial, tener un 4to grado de primaria como haberla terminado, porque ganan lo mismo en el ámbito laboral, y ser bachiller o alcanzar una profesión, ya que no hay diferencias significativas en el salario. Esto produce frustración en una juventud que no encuentra espacio y que su desempleo es el doble del desempleo general. Ellos ven que ser político corrupto o narcotraficante te permite status, fortuna, placeres y el poder de arrodillar hasta a los comandantes de altos rangos, y pasearse libremente por doquier. Un Estado que reprime a policías con bajos salarios, para que ellos nos repriman con plomos. Un Estado que promueve la impunidad de la corrupción contra sus propios bienes.

En el campo laboral, para poner un ejemplo, están los bancos comerciales que no permiten la organización de sus trabajadores, así como los hoteles turísticos, y que estos últimos con el famoso “arrolle de sus empleados” (horas extras sin pagos), les deshumanizan. Es o no legal la organización sindical? O existen áreas VIP excluidas?

En la escuela, se impone el maestro por la fuerza. En muchos momentos con el lenguaje, la rutina, los símbolos usados en donde disminuimos la autoestima de los estudiantes. Además, la falta de capacidad para ser creativos e innovar la práctica educativa, nuestro déficit de estrategias y déficit conceptual nos lleva a utilizar la imposición y la expulsión como herramientas para tener un ambiente en paz. Después, somos los primeros que criticamos la violencia de la policía, que se impone por la fuerza bruta.

En los procesos migratorios, repatriamos a los negros y dejamos en paz a los blancos, aunque estos últimos no tengan actas de nacimientos. Hasta les armamos redadas, operativos para macutearlos, a veces en combinación con ingenieros de la construcción para no pagarle sus salarios ganados.

La familia es el escenario predilecto de la violencia nuestra, gracias a esa formación machista, donde la mujer es propiedad privada del hombre, y los hijos no se diferencian de los burros y otras bestias, usados de cualquier forma. Todos son súbditos del macho, hasta con justificaciones religiosas. El primer síntoma de violencia es el lenguaje usado que debe ser desarmado. Los hombres arremeten contra sus seres queridos ante cualquier dificultad, y a pesar de todo, los hijos y las mujeres siguen siendo huérfanos en esta sociedad.

 “Toda violencia ejercida se paga”, nos dijo una vez Boudier. Entonces no nos quejemos de la violencia reactiva. Aprendimos con Newton en su 3ra Ley, que si un cuerpo actúa sobre otro con una fuerza (acción), éste reacciona contra aquél con otra fuerza de igual valor y dirección, pero de sentido contrario (reacción).

Lo que vemos en nuestra sociedad, sólo son síntomas de un síndrome que pronto se manifestará con todas sus vertientes.