Se trata del padre natural y putativo de la Lotería universal, Giacomo Girolamo Casanova, escritor y aventurero italiano nacido en 1725 en la localidad de Dux (Bohemia, actual República Checa) entonces territorio de Venecia, y quien murió en 1798, a los 75 años, luego de una dilatada y agitada vida libertina que se recuerda más por su habilidad para seducir y conquistar mujeres, y en ocasiones hombres, y por sus aventuras eróticas escritas en varias obras de referencia.

Algunos aseguran que Casanova, no agraciado físicamente pero si conocedor del arte de amar, perdió su virginidad en un “brete” que tuvo con dos jóvenes mujeres de la nobleza veneciana, lo que dio inicio a una vida llena de aventuras sexuales,  a veces como soldado, espía, diplomático, escritor y aventurero, lo que contribuyó a su reputación como héroe erótico de fama mundial, vagando de pueblo en pueblo y siempre con las maletas preparadas, por si acaso.

Célebre por su conducta disoluta, sus incontables amores y sus relaciones con personalidades de la época, Casanova fue seminarista, secretario del cardenal Acquaviva en Roma, violinista, exiliado y protegido de un senador de Venecia. Viajero infatigable, visitó numerosos países y retornó a Venecia en 1755, donde cayó en desgracia con la Santa Inquisición, de la que algunos historiadores aseguran era “chivato”, además de su conocida afición al juego y a los trucos de magia.

Su autobiografía asegura que en su niñez sufría de hemorragias nasales y en su pubertad le daba por vestirse de mujer. Aprendió a leer en menos de un mes y estudió en la Universidad de Padua y en el seminario San Cipriano, de donde fue expulsado por conducta escandalosa. Los asuntos del amor le hicieron desistir del sacerdocio ya que para él no estaba hecho eso del celibato.

Las Memorias de Casanova es un relato fascinante donde narra sus aventuras con 122 mujeres, según sus propias cuentas, y ofrece un retrato íntimo de las costumbres y la vida en el siglo XVIII. No solo fue mujeriego, también autor de numerosos proyectos, empleos, iniciativas, e incluso llevado a los tribunales de media Europa y contratado por Luis XV para realizar labores de espía.

Conoció a Mozart en Praga y asistió a la primera presentación de la ópera Don Giovanni.

Su vida promiscua lo llevó a contraer una enfermedad venérea en la adolescencia y luego se contagió con sífilis y gonorrea. Aunque su vida sexual fue muy animada, no le gustaba participar en las orgías, festejos muy populares entre la alta sociedad. En 1750 había trabajado como clérigo, secretario, soldado y violinista en varios países. Por sus manuscritos en los que relataba posturas sexuales impropias para la época fue denunciado como mago.

Ese mismo año, Casanova tuvo la osadía de publicar varios sonetos satíricos calificados de demasiados licenciosos, por lo que fue condenado por un santo tribunal a cinco años de prisión en el penal veneciano de los Plomos, donde protagonizó una espectacular y audaz fuga tres años después, lo que hoy es tema de estudio y antología entre muchos de los confinados en Najayo y La Victoria.

Una vez exiliado en Francia, y con el fin de “reinventarse” o de rehabilitarse, el seductor italiano logra crear y vender la idea de la lotería pública –quien sabe si por algún sentimiento oculto de compasión hacia los desposeídos, o para hacerse millonario–, la cual funcionó bajo su dirección desde 1762 hasta 1836. Forzado a salir de París tras perder uno de sus muchos pleitos judiciales, retornó a sus pasos previos de recorrer el mundo, con prolongadas estadías en Turín y en Trieste.

Luego de obtener el perdón y regresar a Venecia en 1774, publica sus famosas Memorias. Sobre su vida posterior, se sabe que informes de policías firmados por él confirman que fue agente al servicio de los Inquisidores del Estado. En 1782 huyó de nuevo de Venecia por sus innumerables litigios, hallando refugio en Trieste por su amistad con el conde de Waldstein, quien lo designó bibliotecario. Durante sus últimos años, Casanova ya sin dientes y envejecido, se concentró en sus memorias para combatir el hastío, hasta que falleció en 1798.

¿Pero cómo tuvo Casanova tanto éxito para seducir a las mujeres más hermosas de Europa? Según algunas, tenía el raro don de un hombre de dirigirse a ellas como si fueran iguales. En una época donde los hombres tomaban lo que querían, el seductor sabía cómo preguntar primero, y se empeñaba en el placer de la mujer, dejando a un lado el egoísmo ocasional de los hombres (no todos) en este aspecto. En fin, un personaje de la vida real que pasó a la historia por sus conquistas y sus devaneos con la justicia por hablar de sexo sin tapujos.

Una película homónima de Hollywood, protagonizada en 2005 por el finado actor australiano Heathcliff Ledger, muestra a un Casanova inteligente, encantador y astuto, que podría sobrevivir con su ingenio o su dinero. Además de amable, simpático, vigoroso, sagaz, curioso por la ciencia de su tiempo, de ideas modernas, energía sobrehumana, un galán absoluto. Aunque también un sinvergüenza, estafador, timador, simulador, mentiroso, vanidoso y oportunista. Todo un moderno James Bond, y hasta el mismo Porfirio Rubirosa sentiría envidia. Como dice el refrán: “algo tendrá el agua cuando la bendicen…”