“Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez consciente”.
(Martin Luther King).
A veces nos rehusamos a creer que el Presidente no sepa diferenciar entre Tasa de homicidio como un componente, un eslabón de la criminalidad y el análisis de la delincuencia. Si lo primero da miedo y nos atenaza el alma, pensar que es una cruel manipulación, distorsión o manipulación, caería en el aire de lo inexcusable, campo generado desde arriba de la crisis de confianza. La Victimización es el axioma más expedito de la inseguridad.
Confieso como Sociólogo, que no había visto en la sociedad dominicana tanta crisis de confianza y tan honda crisis de liderazgo, mordazmente profunda. Como tampoco haber asistido a un gobierno donde utilizan la hegemonía cultural tan sistemática, tan tosca, burda, para imponer agendas y para tratar de degradar la verdad y crear horizontes que no guardan relación con la realidad.
El Presidente, que esperamos no pague ningún precio ni se sacrifique más allá del 2020, soslayó deliberadamente toda la problemática de la delincuencia en la sociedad dominicana. Solo atinó a decir “que la criminalidad la encontró en 24/100,000 en el 2012 y la han llevado a 10,3”. Nadie, absolutamente, nadie, que viva en el país le creyó esa cifra; ni siquiera sus seguidores en una tertulia sin sonido ni cámara. Una persona que dirige el Estado no puede exponerse a decir cifras que la ciudadanía está viviendo en el día a día.
Hubiese sido “más elegante” ocultar, como lo hizo en todo lo concerniente a la corrupción, a la impunidad, al ciclo escalonado del endeudamiento, a los déficits fiscales en sus siete años, a la composición de la deuda: antes el 73% de la deuda era con organismos multilaterales y gobiernos, hasta el 2012 solo un 21% era con bonos soberanos; hoy se reconfiguró de manera negativa para el país. 14,000 mil millones de dólares en bonos soberanos implica una recomposición de la deuda más costosa, más onerosa y con menos control en su ejecución y transparencia.
La Victimización, que entra en el campo de delito o crimen, son flagelos del comportamiento desviado, transgresores del ordenamiento, de la normativa jurídica del código penal dominicano. La Victimización es el número de asaltos, atracos, robos, estafas, fraudes, violaciones y abusos deshonestos, en una sociedad y se recogen en encuestas para saber su grado de validez, ocurrencia, potencial, perspectiva. Las encuestas de Victimización recogidas son muy útiles para saber y conocer la tasa real de criminalidad. La Victimización es un retrato hablado de la vida del dolor de la vida cotidiana.
Es penoso que desde el Estado no se tenga en el Modulo de Seguridad Ciudadana el componente de Victimización para evaluar la evolución de la victimización. En el país ha ido creciendo el fenómeno delictivo. “Se considera como hecho delictivo a todo evento que atenta contra la seguridad, vulnera los derechos de una persona y conlleva el peligro, daño o riesgo como: robo o intento de robo de dinero, cartera, celular; robo o intento de robo de vehículo automotor (auto, camioneta, etc.), robo de autopartes, mototaxis, motocicleta, bicicleta, amenazas e intimidaciones, maltrato físico y /o psicológico de algún miembro del hogar, ofensas sexuales, secuestro e intento de secuestro, extorsión, estafa y robo de negocio.”
Gallup/Hoy nos radiografió con un 33%; Barómetro de Las Américas, en Cultura Política, nos auscultó también con un 33%; Latinobarómetro con un 39% y la Oficina Nacional de Estadística con la misma cifra de Latinobarómetro, que son de la más alta de América Latina y el Caribe. La Victimización nos hace perder el sentido de ser libre y genera un costo social y económico enorme a la familia, a las empresas y a la sociedad. Nos afecta emocionalmente, afectivamente, sentimentalmente y físicamente. Crea una especie de paranoia social colectiva, que es el rincón donde nos encontramos como sociedad. Sencillamente, no puede comprenderse el fenómeno del delito sin los instrumentos que pautan de manera pertinente la efectividad de las encuestas de victimización, con los insumos que han de contener.
Las encuestas de Victimización nos arrojan las cifras subterráneas, ocultas, grises, acerca de los delitos en una sociedad, que en el cuerpo social dominicano es muy sesgada, frágil y poco denunciada en los aparatos coercitivos del Estado. La Victimización como parte sustancial de los delitos nos cercena la calidad de vida y la felicidad, que es el sentido esencial de la existencia de cada ser humano. La percepción de Seguridad ciudadana, a lo largo y ancho de todo el tejido social, es el principal problema que acogota a los dominicanos y esto no se resuelve con dos líneas en la Asamblea Nacional para esconder la realidad. ¡La crisis de confianza se expande y no desaparece maquillando cifras y ocultando realidades que padecemos día a día!
Cuando el Presidente alude al Estado de bienestar, confieso que me aturde, quedé atolondrando y abrí los ojos para ver si un ACV o un intrépido Alzheimer se había apoderado de mi cerebro. Miré, todavía en el absorto, para ver si Luis XIV transmutado en mi Presidente (El Estado soy yo). Entonces, advierto la diferencia entre un Presidente simplemente administrador y un líder político con estatura de Estadista. Me asalta, para mi gloria el profesor Warren Benniz, quien nos estableció la decantación “… los administradores tienen como objetivo hacer las cosas de las formas adecuadas pero que los líderes políticos tienen como objetivo hacer las cosas adecuadas”.
Estado de bienestar es allí donde hay un mecanismo eficiente y fehaciente en la redistribución de los ingresos. En un Estado de bienestar no puede existir la flagelación social de 32 jóvenes sin empleos de cada 100. 109/100,000 mujeres de mortalidad materna cuando el 98% son prevenibles. De morir 34 niños de cada 100, siendo el 80% neonatal y permitir que de cada 100 mujeres embarazadas, 23 sean niñas y adolescentes. Un Estado de bienestar no puede darse el espacio de tener de cada 100 hogares, 47 no tener agua dentro de la casa y 10% consumir el vital líquido de pozo; 4% en agua de camión cisternas y 10% defecar en letrinas. En un Estado de bienestar las necesidades sociales no son tan precarias como en todo el tejido social dominicano, donde en 22 provincias, la modernidad no se ha asomado en el Siglo XXI en su segunda década. No se puede hablar de Estado de bienestar, donde un significativo porcentaje de seres humanos hacen sus necesidades fisiológicas (evacuación, deposición) a cielo abierto, por no tener ni letrina ni sanitario.
En el Estado de bienestar la prestación de los servicios públicos se hace con calidad, con igualdad en los territorios públicos, no es la expresión ni significa una mera caridad pública, sino un derecho. No se instrumentaliza la protección social con dosis de clientelismo político. El Estado de bienestar es la lucha por más inclusión, menor desigualdad y mayor justicia. En un Estado de bienestar los que más tienen aportan más, vía fiscalización, para generar más oportunidades para 1os que menos tienen. El Estado de bienestar en su mayor auge, en los años 50, 60,70, 80 del siglo pasado, fue el vehículo que viabilizó la convivencia social y fomentó la equidad, trayendo consigo mayor cohesión social.
¡Desde aquí, ni tenemos un Estado de bienestar ni un Estado liberal ni un Estado netamente neoliberal. Hay, por decirlo así, un Estado con mezclas tóxicas, salpicadas de un Estado botín, de rapiña, un Estado corporativo, un Estado neopatrimonialista donde el poder desde el Estado es la vía para la prosperidad de los negocios privados. El Estado de bienestar es consustancial, como eje de constelación de la asunción de los derechos económicos, sociales, de una mejor distribución del ingreso y la ampliación del desarrollo humano!