En estos días la prensa local e internacional se está haciendo eco de la inmensa tragedia del pueblo palestino que vive en la Franja de Gaza. Se trata de una cruel invasión del ejército israelí, acompañada de mucho dolor humano y de asesinatos masivos; la mayor parte de ellas son personas inocentes que sufren las consecuencias de un conflicto territorial milenario , acentuado a raíz de la imposición del Estado de Israel (1948) por las potencias del Norte –Inglaterra, y Estados Unidos, sobre todo- y fortalecido por los choques armados con los países árabes de alrededor, que desde un inicio no aceptaron la imposición del Estado judío, en el territorio habitado de forma mayoritaria por Palestinos.
En los últimos tiempos este conflicto tiene como principales protagonistas al poderoso ejército judío y al grupo palestino Hamas, que en estos momentos tiene una significativa presencia política y militar y ejerce el principal liderazgo en la Franja de Gaza.
El secuestro y posterior asesinato de tres judíos y los misiles enviados por Hamas hacia el territorio Israelí han sido los motivos utilizados por la cúpula judía para realizar una campaña-invasión, llamada “Borde Protector” que ya ha superado las 1800 personas asesinadas. Se trata de una de las incursiones militares más desastrosa para el pueblo palestino en los últimos tiempos, que ha superado las incursiones realizadas a raíz del conflicto en la Franja de Gaza de los años 2008-2009 y de la mal llamada “Operación Pilar Defensivo” (2012).
Algunos calculan que el pueblo palestino tiene una población de unos 10 millones de habitantes, la mitad de los cuales viven como refugiados y emigrantes en los países vecinos: Jordania, Líbano, Egipto, entre otros. Es un pueblo empobrecido, violentado y sometido al fuego cruzado entre el liderazgo judío: representando por los partidos Laborista y Likud y el liderazgo político Palestino que vive en medio de luchas internas entre los partidos Al Fatah y Hamas. En la historia reciente parecen tener más peso en las decisiones los dos partidos más conservadores y generadores de violencia de ambos lados: el Likud de Israel y Hamas, de Palestina. El actual primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu (2009-2014), es considerado como uno de los líderes más radicales del partido conservador, el Likud.
El pueblo palestino no cuenta con un Estado propio e independiente. En una primera etapa el liderazgo del proceso de construcción de un proyecto-país lo ha asumido la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), con el liderazgo del desaparecido Yasser Arafat y posteriormente de Mahmud Abás, actual presidente de la Autoridad Nacional Palestina y del partido Al Fatah. Existe una especie de congreso unicameral, en donde el partido de Hamas tiene una representación significativa. De hecho el poder político de la zona de La Franja de Gaza es controlado por la gente de Hamas.
Se hace necesario un nuevo liderazgo ético-político judío y palestino que retome el camino de la mesa del diálogo y de las negociaciones, aunque se trata de una opción difícil para hacerla realidad, porque por el medio están los intereses de las transnacionales de la industria armamentista –Israel está entre los 10 mayores productores de armas del mundo y es la quinta potencia mundial en la producción de armas nucleares- que promueven los conflictos para vender las armas. Entre estas potencias los mejores aliados de Israel son Estados Unidos y la Unión Europea.
En este momento es importante denunciar la complicidad de Estados Unidos y de importantes países del Norte ante tanto dolor humano. De tal manera que hasta las escuelas-refugios de la ONU han sido atacadas. Es conocido el poder veto que tiene Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU y que ha impedido condenar al Estado de Israel por el genocidio que ha realizado.
Varias organizaciones y personalidades del mundo entero han mostrado su rechazo a la invasión israelí del territorio de Gaza. El líder cubano Fidel Castro se ha referido al “holocausto palestino” y la Secretaria de Estado de Inglaterra de Asuntos Exteriores, Sayeeda Warsi, anunció su renuncia a causa de la postura adoptada por el gobierno de Londres frente a la crisis de Gaza, al que pide más acción para lograr un “alto el fuego inmediato” para evitar “la matanza de civiles inocentes”, en la franja de Gaza. Por su lado la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, solicitó a Israel que asuma sus responsabilidades por “las crecientes evidencias de crímenes de guerra” perpetrados por el Ejército israelí en Gaza.
El rechazo a la acción Israelí ha incluido a personas judías, como la británica israelí Sonya Levene, quien quemó su pasaporte judío frente a la sede del primer ministro en Downing Street, Londres, señalando que renunciaba a su ciudadanía israelí porque condena el asalto a la Franja de Gazay. Otro denunciante ha sido Eran Efrati, un exsoldado de 29 años que vive en Jerusalén y que está opuesto a la campaña de su país en Gaza, que él llama "masacre". Efrati le comentó a BBC Mundo que "hay un asedio en Gaza de más de diez años y una ocupación de más de 65 años; estamos oprimiendo a seres humanos y por supuesto debemos esperar resistencia".
Ante esta realidad es indispensable que el propio pueblo Palestino –tanto el que vive en la zona de Gaza con en los demás territorios- se articule en torno a un proyecto de nación, independiente de Israel, que les permita ir fortaleciendo la autonomía y que les permita controlar a los grupos que creen en la violencia armada como el único camino posible para acabar con la opresión judía (1948-2014).
La solidaridad internacional, de las instituciones, de las ONGs, de los organismos internacionales de la Naciones Unidas, de la Oficina Mundial de la Salud (OPS), del sector judío que desaprueba las acciones de su gobierno, sólo es posible sobre la base de que grupos internos y los palestinos que viven en la diáspora, se organicen y trabajen en proyectos de promoción y de mejoramiento de las condiciones de vida de una población empobrecida y continuamente masacrada por uno de los ejércitos más poderosos del planeta.
Promover el camino del diálogo y de la sensatez, desde las organizaciones del pueblo agredido, desde los sectores judíos conscientes que creen en el camino hacia la paz, desde los sectores progresistas del SUR, es el camino más indicado para que no tengamos que seguir contemplando, de manera continua, la agresión, la irracional e inhumana masacre y el holocausto del sufrido pueblo palestino.