El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es y ha sido su propio enemigo. Durante años prefirió mantener la misma cúpula dentro de su Comité Político, dejando a un lado a la juventud y dándole la espalda a los principios con los cuales llegó al poder.

Llegaron al gobierno promoviendo unos ideales que ilusionaron a la población, especialmente a la clase media, predicando progreso, renovación y un gobierno honesto. Pero abandonaron todo lo que profesaban. Las mismas personas que surgieron como secretarios de Estado en ese momento son las que se han mantenido durante más de 12 años en los cargos y en el centro del poder del partido.

El comité nunca dio la oportunidad a la gente joven, los dejó a un lado, reclamándoles lealtad y prometiéndoles un futuro impreciso, indefinido. Leonel Fernández y sus acólitos no dieron respiro alguno en sus ansias por mantenerse controlando las decisiones y destinos del país y de su propio partido. Tanto, que al propio Danilo lo dejaron como última carta.

Mucho ha hecho el actual Presidente por diferenciarse de sus compañeros, intentando no pisar expedientes ni caer en los mismos errores. Sin embargo, la pantalla y las actuaciones que escogió no le han resultado bien del todo. Las denuncias de corrupción han continuado, el endeudamiento ha sido el mismo o peor, la economía continúa subsistiendo a base de préstamos y los cambios tan profesados no han llegado con ninguna de sus acciones. La sociedad sigue viendo la corrupción como el peor mal de los gobiernos del PLD, y la impunidad persiste; un problema con el cual Danilo Medina no ha podido ni puede lidiar.

Lo único que tiene a favor el gobierno es su control total de los poderes. El Senado y el Poder Ejecutivo les pertenecen y con ambos llega todo lo demás. La alianza tras bastidores con Miguel Vargas y el PRD ha sido de gran ayuda. Por supuesto, han debilitado totalmente para las próximas elecciones al que hasta hoy en día era el único contendiente al trono (o los tronos). Sin embargo, nuevas figuras empiezan a tomar fuerza producto de esa misma política avasalladora e imponente. La sociedad despierta poco a poco aún dentro del mar de ignorancia; y reclama cada vez más castigo a la corrupción y la impunidad.

Todo esto deja muy claro lo único que podía hacer Leonel Fernández para que sus seguidores y compañeros pudiesen continuar en el gobierno: permitirle a Danilo reelegirse. Las últimas encuestas dejan a Fernández muy abajo, la ciudadanía está hastiada de sus gobiernos y discursos. Realmente, no hacían falta encuestas, y aunque el expresidente intentó y probó a la opinión pública, ésta lo rechazó inmediatamente, dentro y fuera del país. Por tal razón no es ninguna sorpresa que Danilo Medina sea el candidato por el PLD para las próximas elecciones. Ninguno de los actuales candidatos dentro del partido morado (Francisco Javier, Radhamés Segura, etc) tiene oportunidad alguna de ganar una presidencia. Es por ello que Danilo, poco a poco, hizo lo que tenía que hacer. Y aunque en los últimos meses hemos presenciado un espectáculo mediático que supone una ruptura o discordia dentro del PLD, no hay tal. Esto estaba pensado y preparado desde hace tiempo.

Si Leonel Fernández realmente hubiese querido ir como candidato a la presidencia, lo habría hecho. ¿Cuántas veces no ha pisoteado los intereses nacionales y partidarios para lograr su parecido?

Estaba todo tan preparado, que desde hace días se sabe que este viernes era la segunda lectura del proyecto de reelección ‒que fue aprobada‒, y hoy sábado, la promulgación; algo que constituye una violación a la Constitución (la Carta Magna manda a esperar la segunda lectura para asignar la fecha de promulgación). Es decir, que no sólo ha sido un esquema preparado y pobremente ejecutado, sino también violatorio de la ley máxima.

Finalmente, resulta curioso que sea con esta reelección que el partido de la liberación decide lanzar algunos candidatos a diputados y regidores jóvenes, incluso a través de pequeños partidos. Ejemplo de esto último es el Partido de Acción Liberal (PAL) con la candidatura de Michelle Ortiz, hija de Maritza López Ortiz, fundadora del PAL y actual administradora del INAVI. No sólo están queriendo parecerse a lo que profesaban, sino que también están alimentando ilusiones y promesas, o bien podría ser un pago a cierta “lealtad”. Y no más sorprendente es esta alianza con el PRD, que deja bien claro que ya de los partidarios de Peña Gómez ninguno sigue a Miguel Vargas, y que lo han eliminado totalmente del escenario político. Si bien hay que destacar que en este acuerdo sale ganando Vargas y su globo blanco, y el PLD da por cerrado el pago de las corbatas azules. Además, reduce y dispersa a los demás contendientes políticos, quienes no terminan de dejar a un lado sus egos y percatarse de que estar cada uno por su cuenta favorece a quien tiene todo el poder.

La alianza con el PRD, la reelección y la selección de algunos candidatos jóvenes dejan establecida la última mano en el juego político, siendo la figura de Danilo Medina la principal y única carta del partido de gobierno.