WILLIANS DE JESUS SALVADOR Y GALILEO VIOLINI

La posible oportunidad de aplicar una tercera dosis de vacuna (o quizás más en un futuro), objeto el lunes de sendos artículos en el Listín Diario, uno enfocado en políticas públicas (Leonel Fernández) y otro en aspectos epidemiológicos y virológicos (Willians De Jesús Salvador) merece una discusión profundizada y sobre todo sin prejuicios de guerra de religión y que se fundamente en hechos y no en opiniones.

Hace una semana, la representación de la OPS en la República Dominicana emitió un comunicado que, aunque en un solapado lenguaje diplomático y con la obvia aclaración de que son los gobiernos que, en estados soberanos, deciden qué hacer, afirma rotundamente que “A la fecha no existe evidencia científica sobre si es necesario aplicar una o varias dosis de refuerzo de estas vacunas después de finalizar la pauta vigente de dos dosis para cada una y el tiempo en el que deban aplicarse; sin embargo, hay investigaciones en curso que se continúan monitoreando”.

Dos días después, la directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne, brindó datos acerca de la difusión en América de las variantes del virus, rastreadas por la Red Regional de Vigilancia Genómica, integrada por 23 laboratorios entre los cuales está el Laboratorio de Salud Pública Dr. Defilló.

A finales de junio han sido secuenciadas 52000 muestras. “43 países y territorios de las Américas han detectado la variante Alfa, 18 países han notificado casos de la variante Beta; 29 de la variante Gamma, y 14 de la variante Delta, entre ellos Argentina, Aruba, Brasil, Canadá, Chile, Guayana Francesa, Guadalupe, Martinica, México, Puerto Rico, Estados Unidos, Barbados, Perú y San Martín”.

Recordamos que las variantes Alfa, Beta, Gamma y Delta eran antes identificadas como inglesa, sudafricana, brasileña, e india, respectivamente.

Dos comentarios son pertinentes: en esa declaración no se hace referencia a la variante Lambda, detectada en Perú, ni se menciona nuestro país con referencia a la Delta, la de mayor preocupación a nivel mundial.

La difusión geográfica de la Gamma y de la Lambda en el Cono Sur es irregular, lo cual comprueba que el problema del seguimiento de las variantes es de carácter prevalentemente local.

Desde luego nadie puede excluir que ya haya algún caso de Delta en el país y su elevada contagiosidad impone seguir con atención eventuales posibles casos que aparezcan, pero su marginal difusión actual no ofrece una base científica para políticas públicas basadas en un próximo brote epidémico.

Es cierto que, según previsiones europeas, la Delta se volverá dominante en ese continente en los próximos meses, y esto hace probable que aparezca en nuestro país, así como es cierto que es un problema abierto el de la eficacia de las vacunas contra esa variante y no son tranquilizadores los últimos datos de Israel que han bajado la efectividad de la vacuna Pfizer contra la Delta a un 64%, pero no es correcto, hablando de vacunas, comparar nuestro país con Europa.

Las vacunas permitidas y utilizadas en Europa coinciden tan solo en un 10% con las recibidas en nuestro país, donde el otro 90% corresponde a la china que no ha sido autorizada por la Agencia Europea del Fármaco. Ha habido dudas acerca de la eficacia de esta vacuna, alimentadas por datos contrastantes de hace unos meses. En este sentido, la piedra de toque tal vez sea Indonesia, donde la vacuna usada ha sido prevalentemente la china y, efectivamente, se ha hablado de una posible tercera dosis.

El argumento inmediato de soporte son 30 casos de personal médico fallecidos en un lapso de varios meses, a pesar de haber recibido dos dosis de la vacuna, mientras no parece haber sido relevante la reciente aceleración del contagio que ha pasado de los 5 mil y 6 mil casos de marzo-mayo a los 9 mil de la primera quincena de junio y a los 24 mil de las últimas dos semanas. Si se considera que en Indonesia solamente el 12 % ha recibido al menos una dosis y el 5.2 % dos dosis, contra el 46.4 % y el 29% de República Dominicana y que su población es de 270 millones de habitantes, la comparación con nuestro país debe ser tomada con pinza.

En términos teóricos es evidente que la disminución de los anticuerpos pueda requerir una tercera dosis. Pero subrayar éste como problema principal es incorrecto en ausencia de datos científicos al respecto.

Datos científicos por analizar existen. Un artículo de hace dos semanas en Lancet analizó las hospitalizaciones en el Reino Unido entre el 11 y 18 de junio. El 65.4% de los hospitalizados no habían sido vacunados, el 24.2 % había recibido una sola dosis y solamente el 10.4 % dos. Sin embargo, al tomar en cuenta que en Gran Bretaña los tres grupos no son igualmente numerosos y pequeñas diferencias de vacunación, sobre todo entre Galles e Irlanda del Norte, calculamos que las tres incidencias (por millón de habitantes) valen 57, 16 y 2.5.

Los no vacunados no solamente enfrentan un mayor riesgo de contagiarse a niveles que requieren hospitalización. El 99% de los fallecidos en junio en Estados Unidos no había sido vacunado.

En un artículo del 6 de julio de los corrientes, en el The Washington Post (The unseen covid-19 risk for unvaccinated people) confirma lo anterior con abundancia de datos. Si la incidencia se determina como hicimos en el cálculo anterior, restando los vacunados (en realidad el TWP resta el 85% de los vacunados para incluir una corrección por una posible ineficacia de la vacuna), los resultados a nivel nacional son iguales a los de hace tres meses para las hospitalizaciones y de hace dos meses para los decesos y para los nuevos casos. Inclusive en cuatro estados (Maine, Colorado, Rhode Island y Washington) los valores así calculados son el doble del promedio nacional.

El problema principal entonces no es la tercera dosis. Es alcanzar el bloque de los no vacunados. En Estados Unidos quedó lejos la meta de Biden (70% para el 4 de julio). Solamente el 48% de los norteamericanos han recibido dos dosis. Problemas análogos se presentan en Europa. Estas experiencias sugieren que la meta dominicana de 8 millones de vacunados para finales del año no sea realista.

Cada país enfrenta problemas diferentes por su estructura social y económica. Dos merecen ser puestos en evidencia en el nuestro.

A nivel económico, hay que sostener el turismo. El 36 % de los turistas proceden de Estados Unidos, un país donde hay dos países según afirmó Fauci, y donde un 50 % de la población no se ha vacunado y la variante Delta es una amenaza real. Hay que ser estrictos y exigir tarjeta de vacunación, con además un test antigénico en el aeropuerto de ingreso. Medidas análogas puede ser decididas, oportunamente moduladas para otros países o grupos de países.

Pero, internamente hay que seguir tomando las precauciones de siempre. El artículo del TWP insiste que uno de los mayores riesgos se encuentra en el exceso de confianza que dan las vacunas (de los demás). Hay que seguir vacunando sin vanagloriarse por los resultados excelentes logrados.

El problema de los no vacunados es prioritario y esto en muchos países latinoamericanos impone considerar el segundo problema, la presencia elevada de extranjeros ilegales, en condiciones de alto riesgo. Es un caldo de cultivo para brotes que afectarían igualmente los residentes legales. Ignorarlo no reduce el riesgo y en nuestro país puede frustrar los excelentes logros alcanzados.

Esto no quiere decir que se deba olvidar el tema de la tercera dosis o de vacunaciones heterólogas, cuya utilidad tiene algunas indicaciones, aunque mucho hay por hacer para establecer eventuales contraindicaciones.

Pero antes de lanzar grandes campañas de promoción de la tercera dosis no sería inútil conocer un dato de fácil alcance.

En República Dominicana en el último mes se han registrado 28,260 casos de nuevos contagios y 211 fallecimientos. Son números confrontables (60%) con los que se usaron para estudiar la difusión de las variantes en América. Verificar el estado con respecto a las vacunas de esos pacientes hospitalizados o fallecidos, si fueron vacunados, con qué vacuna y con cuántas dosis, se puede determinar en pocos minutos y casi sin costos, utilizando los registros de las vacunaciones.

El resultado diría mucho más sobre la eficacia de las vacunas que tertulias basadas en opiniones y no en datos y sería útil para otros países, en particular los que han recurrido a la vacuna china.

El conocimiento de estos datos permitirá tomar decisiones que no se adelanten a los acontecimientos y se adecúen a una situación que va continuamente cambiando, como los últimos datos de Israel comprueban y sobre todo contrarrestará un posible efecto negativo de la discusión sobre la tercera dosis.

Más allá de lo que quieren sus defensores, de hecho no se puede pasar por alto que la afirmación de su necesidad indirectamente contribuye a mermar la confianza en la vacuna justamente en los grupos que más se resisten a vacunarse y se presta a la difusión de muchas de las fake news sobre este tema que inundan las redes sociales.

Sobre los autores: Willians De Jesús Salvador, médico endocrinólogo y nutricionista, exembajador dominicano en Alemania, Rep. Checa y Polonia y analista de política global.

Galileo Violini, físico, asesor en  políticas públicas científicas, exrepresentante de UNESCO ante República Islámica de Irán y Economic International Organization.