Ayer, iracundo tras uno de esos diarios actos de salvajismo vial, pensé como consuelo esperanzador en Américo Lugo, quien escribió: "El pueblo dominicano no es degenerado, porque, si bien es incapaz de la persistencia en las virtudes, tira fuertemente hacía ellas; porque aunque falto de vigor y vuelo intelectual, tiene todavía talento y fuerzas para ponerse de pie y dominar gran espacio de la bóveda celeste; porque aún postrado y miserable, está subiendo, peregrino doliente, el monte sagrado donde el águila de la civilización forma su nido".
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