El muy reconocido periódico, The  New York Times, en su versión en español, publicó un Artículo de Jorge Borges el 22 de marzo de 2019, con el título La solución de Venezuela pasa por Cuba.  El mismo artículo lo encuentran en el siguiente enlace: https://www.nytimes.com/es/2019/03/22/cuba-venezuela/

Los dominicanos debemos reconocerlo, ya que Julio Borges fue el Presidente de la Asamblea Nacional venezolana que se reunió aquí con el Gobierno de Maduro con los auspicios de la Cancillería de Miguel Vargas Maldonado, y que llevó a “punto muerto” a las elecciones cuestionadas por manipulación, prohibición de partidos opositores y el surgimiento de la acusación de “usurpador” al reelecto Nicolás Maduro.

La afirmación de Borges se basa en una expresión del canciller de entonces del régimen chavista-madurista, Jorge Rodríguez: «ellos aspiraban a que el mundo tratara a Venezuela como a Cuba». Borges enfatiza que “La inesperada confesión de Rodríguez puso al desnudo la pretensión del régimen: ser una dictadura aceptada, como ocurrió con la que encabezó Fidel Castro por más de cincuenta años y que recientemente arribó a su sexta década”.

“Pero Cuba no es solo un modelo. Venezuela es un país secuestrado porque las decisiones importantes de gobierno se toman en La Habana y no en Caracas. Los tentáculos del régimen castrista tienen extensiones en varias de las instituciones gubernamentales venezolanas: desde la oficina de extranjería hasta los servicios de salud. Las fuerzas armadas están infiltradas por ciudadanos cubanos que ocupan puntos estratégicos de la estructura militar. La invasión es tal, que en octubre de 2018 el secretario general de la Organización de los Estados Americanos, Luis Almagro, presentó un informe ante la Organización de las Naciones Unidas donde describe que existen cerca de 22,000 cubanos infiltrados en el Estado venezolano, especialmente en los organismos de inteligencia. Esta misma semana se conocieron escalofriantes detalles de la participación de Cuba en el entrenamiento de torturadores venezolanos”.

Borges concluye señalando: «Finalmente, la izquierda internacional debe comprender que los venezolanos no somos víctimas de una sola dictadura, sino de dos: la de Maduro y la de Cuba. Por lo tanto, debe abandonar su política de solidaridad automática y retirar su apoyo a Nicolás Maduro».

La izquierda no fracasa por escasez de ideas, sino por falta de “estrategia” para producir el bienestar de sus sociedades. Su permanencia se basa en su solidaridad y militancia internacional, y comprender que sus enemigos ideológicos son más importantes que los pueblos que deben atender. El problema es que sus antítesis también piensan lo mismo: acabar con sus enemigos a toda costa. Ante este panorama podemos preguntarnos si estamos en el final de los tiempos, aquellos de los que  habla el Apocalipsis de San Juan.

Reunión en Mar a Lago

En inglés, “windfall gains” son las ganancias inesperadas por un golpe de suerte. ¿Será la reunión del presidente Trump con los presidentes y primeros ministros  del Caribe insular en “Mar-a-Lago” una especie de “windfall gains” para las atribuladas economía del patio caribeño?

En esta reunión “cuasi” oficial convocada por Trump, para ofrecer ayuda y asistencia ante los súper-eventos climatológicos que afectan a la región y convencerlos de que “colaboren con la transición hacia la democracia en Venezuela (con la posición de Santa Lucia y Jamaica que mantienen el reconocimiento a Maduro), nuestro presidente  anunció su apoyo a la oferta estadounidense, en un ejercicio de la política de “la zanahoria y el burro”.

El parte noticioso de este encuentro está en el periódico Hoy en el siguiente enlace: http://hoy.com.do/video-danilo-medina-detalla-que-se-hablo-de-venezuela-y-china-en-reunion-con-trump-y-las-solicitudes-que-le-realizo-para-rd/

Ya que el presidente Medina asegura que el anfitrión no le preguntó su opinión sobre Venezuela, ni tampoco se trató las relaciones con la República Popular China; ya que fue una reunión social, ¿a pedido de quién? Es la parte encubierta de este encuentro.

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¿En dónde quedamos? Entre la estrategia esbozada por Borges o los pasos tácticos que “saca de la chistera” el presidente de Estados Unidos, con los países no-miembros del Grupo de Lima (que ha rechazado el ingerencismo trumpista junto a Canadá y la Unión Europea). ¿Jugaremos los dominicanos un rol de articulador de un grupo de contrapeso pro-intervención militar en Venezuela? La solución pasa ¿por Cuba o por Mar-a-Lago?