Veo al hombre en la cúpula poner el oído hacia el norte de la gran parroquia. Le llegan quejidos y rumores (¡y él no hace nada!). Luego vira hacia el sur y siente en lo más hondo las protestas de la gran parroquia (¡y él no hace nada!). Después pone frente hacia el mar y desde allá le llegan sordos lamentos (¡y él no hace nada!). Vienen los gritos desde abajo y encima; desde las raíces y los vericuetos de las sombras; desde los patios y callejones; desde la Historia atrás y el Tiempo que vendrá: gritos, reclamos, iras y lamentos. Y él con sus sentidos abiertos y, ¡qué triste!, en el poder y no hace nada.