La otra ironía, que he llamado ironía efusiva (cercana al humor del que habla Lefebvre), es la que, al contrario de la represiva, contribuye al desarrollo psíquico del ser. El irónico, por medio de ésta, ventila sus conflictos a través de un lenguaje despojado de agresividad valiéndose, para ello, del humor irónico, no para detractar o zaherir, sino, para divertir y matar a la vez sus fantasmas y tormentos, y acrecentar así su personalidad. De suyo, no para provocar, sino para conocerse a sí mismo.
Nuestra contemporaneidad padece de ironía y de humorismo, equivalentes pares de la tragedia. Nueva sensibilidad, contemporánea o moderna, que expone la inversión del amor, es decir, el miedo. Miedo que es ironía y risa. Miedo al azar de la vida, que se manifiesta en un carácter juguetón del "reidor" que no es en el fondo, sino, expresión de impotencia. "Siento horror y miedo", escribe el ironista a solas. En realidad, lo que hace el ironista es escribir el drama de su propia vida, a través de los otros, ya que relata sus desgarramientos interiores, y así se olvida instantáneamente de ellos. En este juego, sin embargo, el ironista cae en una trampa seductora, que troca los conflictos en una tragedia llena de pesimismo. Tragedia de pena hacia sí mismo, que termina en comedia, donde el irónico actúa frente a su propia vida. De modo que su tragedia es lo cómico que él observa en los otros, y que el ironista expresa en un discurso irónico y destructivo, que está directamente relacionado con su consciente reprimido. A este tipo de ironía le he llamado antes, ironía represiva.
Aristóteles, en su libro El arte poética (1984), esclarece que la comedia es, retrato de los peores. Y más adelante, que lo risible es un defecto que no causa daño ajeno. Es risible una cosa fea y disforme sin darnos pena. Me
parece que lo risible, como expresión demoníaca daña y domina, ya que erige un poder que es ignorado, de ordinario, por el "reidor"; pero que al mismo sirve de manera inconsciente para instalar en el otro una voluntad, o bien, un "acto impuesto". Humor y risa preparan la comedia. Comedia del ironista que se esconde en sus máscaras: rostro lleno de papeles. El ironista va en compañía de sus máscaras y redunda en la objetividad pura, en la pantalla de la predestinación, porque se sabe su papel y lo representa sin pudor. Es la comedia del que sabe y no sabe que sabe; es la comedia del falso conocimiento a través del ser como aventura desgarrante. De éste y otros saberes, el irónico realiza su vida que, él dice, es verdadera.
Verdadera esta vida por representar su farsa y el papel de alineación que el ironista emplea para conocer a los demás. Lefebvre dice que la ironía provoca, que la ironía es un provocador universal, un provocador de lo universal. La ironía envuelve un desafío, el de la debilidad de poderes.
El mismo autor expresa: la ironía es el pensamiento que se busca, la consciencia insegura, así como la protesta de la subjetividad. Protesta que, a mi entender, es el fracaso del irónico a través de la debilidad del otro. Protesta y búsqueda que no son, sino, fracasos que el irónico obvia, para no sentir la amarga derrota de su propio ser. El ironista sólo ironiza, en tanto, él es el único ironizado: burla y sarcasmo de su inocencia frustrada, que deviene en agresividad ahora, dudas y conflictos, después. El que ironiza sonríe dolorosamente. Él es el ironizado. La ironía, pues, para el ironista no es sino frustración y agresividad, que fluye en todo el cuerpo como válvula de escape, y que viene a constituir un búmerang para quien la blande.
Por otra parte, si asociamos la sonrisa a la ironía obtendremos algunas consideraciones. Lo risible (no la sonrisa, que es apacible e inocente como los labios abiertos de un niño), como instrumento satánico, es siempre malicia encaminada a persuadir para aplastar. Tragedia y trampa que conducen a la comedia, por donde sale debilitado el poder del "reidor". De ahí que esta comedia abisma e inmoviliza al propio "riente" y lo hace, a su vez, víctima y adefesio de su propio teatro. De la misma manera que la risa lo impele a caer en su propia convulsión. La risa es convulsa, contradictoria y accidental.
Finalmente, ¿qué afinidades traban la risa, el humor, la ironía y lo cómico con la alegría? Analizamos la risa relacionada a las ideas de caída, abismo, olvido, superioridad, poder, contradicción, satanismo; vimos sus implicaciones, el humor con los de represión, conflicto, relajamiento.
La ironía relacionada, unas al humor otras a la risa, al poder, al conflicto, a las ideas de superioridad, de miedo, de crisis, de provocación. Lo cómico semejando tragedia, teatro, abismo… La alegría, establecimos sus conexiones con el lloro, la inocencia, la impasibilidad y el llanto. La alegría es un fantasma que se alquila. La alegría yo la invento cuando lloro. No río, estoy triste, es decir, alegre. Alegre y triste: muerto.