A Humberto Frías, excelso ironista desgarrado, in memoriam.
En el origen fue la risa y el mundo es una carcajada, un sarcasmo diabólico y cruel. La risa es destructiva, demoníaca, porque entraña el olvido del otro. Burla hecha a despecho. Fatalidad que se ignora para hacerse destructiva y consciente. Si yo me caigo el otro se ríe. Inconsciente, sin embargo, late un matiz en el "reidor", o el que ríe, que nace del daño provocado al otro. La risa es abismo, signo de caída. Yo no me caigo, expresa el que se ríe. Y no sería capaz de caerme, el otro es mi advertencia y mi inferior. Si él cae, mi pie se afirma a través de la "vía clara", que veo ahora a lo largo del camino. De ahí, lo inevitablemente cómico, como signo de superioridad, o de acierto en su propia idea de superioridad. Confirmación superior de poder sobre la voluntad humillada.
Baudelaire (1986) distingue dos tipos de comicidad: lo cómico ordinario y lo cómico inocente. De las consecuencias de lo cómico significativo resulta lo cómico feroz; igualmente, de lo cómico inocente, llevado a grado máximo, obtenemos lo cómico absoluto. A este tipo último de comicidad pertenece la pantomima, que como depuración de la comedia es el elemento cómico puro, aislado y concentrado.
Vértigos de gestos y muecas que dicen todo en su pluralidad primigenia, al asociar el movimiento y el vacío en las figuras invisibles de las manos. Desconcierto y orden que esconde lo que muestra, para representar el sentido oculto de lo cómico, en forma juguetona y graciosa. En lo cómico no es necesaria la risa. Lo cómico existe sin la risa. Lo cómico proviene del chiste, pero de manera no absoluta. Lo cómico por su doble complicidad de desarreglo y desatino en lo aparentemente normal y atinado, deviene satánico, al igual que la risa. Lo cómico visto desde lo artístico es una imitación; lo grotesco, una creación.
A mi entender, lo artístico no es una simple mímesis, como señala Baudelaire. Lo cómico es contradictorio en sí mismo, y contradictorio a lo artístico, porque en su desarrollo creativo disuelve lo cómico; para transmutar, así, el arte en algo cómico, que deviene luego en una sola realidad artística, en la que lo más altamente cómico constituye el principio del arte. Más que una imitación, lo cómico, visto desde lo artístico, es una creación y un ámbito de visiones nuevas. Uno y otro al entreverarse se enriquecen enormemente. El arte no imita nada, crea la imitación. A su vez, creo que lo grotesco es el punto herido de lo sublime. Lo sublime niega lo grotesco, y asimismo, es lo ridículo que transfigura la caída de la risa. El que en lo mundano.
La risa sarcástica es grotesca: estallido demoníaco del rostro en mil centellas destructivas, Burla intempestiva, ruin y cruel. El sarcasmo apunta hacia la violencia y colinda con lo diabólico, la ironía y la risa grotesca. El sarcasmo es desconcertante por hiriente. Destructivo al igual
que la risa; niega la alegría, y cierta clase de humor. El sarcasmo se caracteriza por ser mordaz y crítico. Como la risa, proviene de la afirmación de poder sobre la víctima impotente que no puede reír. El chiste deriva de lo cómico y de lo irónico como subjetividad insertada en lo objetivo. Subjetividad que debe ser crítica. El chiste como apareamiento heterogéneo, contraste de representación, sentido en lo desatinado, sucesión
de asombro y esclarecimiento, se caracteriza, según Freud (1978), por una peculiar brevedad. Pero esclarece que lo lacónico, lo breve, no es aún por sí mismo chistoso. La brevedad del chiste es una brevedad especial, esto es, brevedad chistosa. Lo breve es el cuerpo y el espíritu del chiste, y es, en definitiva, lo que lo constituye. No es gratuito, entonces, afirmar que la brevedad es el alma de todo ingenio. Se puede ser ingenioso, es decir, poseer capacidad invectiva y de asociación de situaciones provocadoras
de risas, y no ser esencialmente chistoso. El ingenioso es capaz de generar coyunturas agradables y divertidas, y no necesariamente, por ello, irónicas y chistosas. Dostoievski, por ejemplo, tenía más ingenio que ironía. Y era más ingenioso que chistoso.
Al referir el chiste, Freud, lo clasifica en chiste tendencioso y chiste inocente. El chiste y su relación con lo inconsciente. El chiste tendencioso surge de una situación de placer que sin el chiste mismo hubiera permanecido incumplida. El chiste, en mi sentir, es aquí semejante a la ironía. Pues él no busca otra cosa que provocar, y no hace sino acentuar los conflictos del chistoso. El chiste inocente nace del deseo del chistoso divertirse a costa del otro, sin la necesidad esencial del chiste en sí mismo. Aquí ya no existen el conflicto y la urgencia de la provocación, sino, más bien, un deseo de diversión. El valor de este tipo de chiste está en la diversión del chistoso. Esta condición del chiste está próxima a cierto tipo de humor no conflictivo.