Dedicado a todos los maestros dominicanos en su día.

Ahora que el país se ha quedado sin héroes porque éstos se cansaron de esperar que sus sueños inspiraran redenciones.

Ahora que los jóvenes se quedaron sin rebeldías para recuperar el habla y la utopía.

Ahora que la verdad se ultraja, se patea y se compra.

Ahora que los políticos encanallaron la convivencia democrática.

Ahora cuando “ser inteligente” es sinónimo de ser perverso.

Ahora que la patria es asaltada por piratas de todos los partidos.

Ahora que la patria está en peligro porque sus saqueadores públicos y privados se apropiaron de sus “escrituras”, de sus ríos, sus bosques y sus minas.

Ahora que la incertidumbre, la crisis y el caos ocupan el lugar de la esperanza.

Ahora que no hay paz, ni justicia, ni visión para hacer del país una tierra de todos con iguales derechos.

Ahora que se acomoda en las cárceles  a los que destruyeron la vergüenza y el decoro.

Ahora que mueren niños porque la compasión y el deber de los responsables de la salud pública están  de vacaciones.

Ahora que somos un país con muchos ricos pero con muchos más pobres.

Ahora que “nadie vigila a los vigilantes”.

Ahora que la justicia es ciega, sorda y muda cuando la llaman los que no tienen voz.

Ahora que en  el país el sector público está borracho de salarios millonarios que se burlan de los millones de viven en la precariedad.

Ahora que la isla es más pequeña porque falsificaron los límites éticos de su geografía.

Ahora que la patria se ha quedado sin himno y sin canción porque la corrupción ha convertido lo sagrado en un carnaval de gulas.

Ahora que el miedo y el terror   aniquilan el derecho a la verdad, a la protesta y a la vida.

Ahora que nos hipotecaron la soberanía nacional con préstamos y corrupciones que engordan de las arcas de los que tienen taponadas las arterias de la decencia.

Ahora cuando se pretende frenar las luchas sociales mediante el espectáculo político   para poder pasar las mentiras de contrabando.

Ahora cuando la patria tiene sus esperanzas moribundas y entorpecidas.

Ahora. Sí ahora.

Necesitamos que los maestros ayuden a crear el hombre nuevo, la patria nueva. 

Necesitamos que rescaten la patria de manos de los perversos.

Necesitamos que promuevan y dirijan la revolución social, política, económica y educativa del país. Ellos pueden enseñar a vivir la “vida buena”. 

Si han sabido asumir la exigente y compleja tarea de formar ciudadanos para el trabajo y para la vida, también serán capaces de encabezar un gobierno moral e inteligente donde todos los ciudadanos vean respetados sus derechos y sean tratados con dignidad y justicia. Sin derroches, sin favoritismos, sin sumisiones, sin mentiras, sin violencias, sin los miedos y las trampas propias que generan los gobiernos autoritarios y poco democráticos.

Porque como los profetas, los maestros también disciernen,  declaran, inquietan, desafían denuncian, construyen, rompen cadenas , advierten, concientizan, renuevan, restauran, reforman, aconsejan, ayudan, agitan, derriban, siembran, riegan, cuidan, protegen, vigilan, preparan, abren mentes y corazones, liberan , reúnen, convocan, hacen sonar la alarma, “suenan la trompeta”, se paran en la brecha, se revelan,  producen cambios, juzgan, aclaran, trabajan,  confirman, dirigen, descubren, sueñan, tienen visiones del bien y del futuro.

Por todo esto, la nueva revolución en el país deberá estar encabezarla los maestros. Ellos tienen un cerebro y un corazón insobornables. ¡En su Día,  pidamos la revolución de los maestros!