Como resultado de acuerdos provenientes de foros que han tratado el tema en los últimos años,  la “resiliencia” será el nuevo parámetro para medir el éxito y la responsabilidad de las ciudades y sus gobiernos.  Esto demandará la necesidad de incluir la “resiliencia” como un tema fundamental en la agenda de los gobiernos locales y, por supuesto, del gobierno nacional. Nosotros como país habremos de poner la mirada en esta urgente obligación.

Los desastres naturales, como incendios, terremotos, tormentas, sequías e inundaciones, y los problemas que pueden presentar ciertos sistemas, como el de agua potable y transporte, son algunas de las crisis a las que se pueden enfrentar las ciudades.

Frente a estas crisis las ciudades deben desarrollar una resiliencia social. La resiliencia social es la capacidad de las comunidades de prepararse, adaptarse y recuperarse de una crisis. Para que esto se cumpla, es necesario que los vecinos de un barrio no sólo piensen que las juntas de vecinos sirven para conocer nueva gente, sino que para desarrollar esta capacidad y así sepan cuáles son los usos de los recursos disponibles y su distribución.

Lamentablemente, la toma de conciencia para la mejora de las ciudades, suele ir precedida de alguna crisis. Sin embargo, las consecuencias de cada crisis dependerán de la preparación de la ciudad para hacer frente al impacto de las afectaciones y pérdidas económicas y de la manera en que la ciudadanía las percibe, las asume y reacciona ante ellas y cuya responsabilidad comienza por las autoridades locales y nacionales.

La resiliencia urbana es mucho más que una simple “planificación puntual” para enfrentar desgracias, emergencias y desastres cuando se presentan.  Es más bien un proceso vivo, permanente y dinámico que requiere  de una constante revisión y actualización de la situación y capacidad de respuesta de las ciudades para prevenir, afrontar y mitigar riesgos de emergencias y desastres. 

¿Qué es una ciudad resiliente? Según la Oficina para la Reducción de Riesgos  de Desastres de las Naciones Unidas (UNISDR), una ciudad resiliente es aquella donde:

• “Hay un sólido liderazgo, y la coordinación y las responsabilidades relacionadas con la gestión del riesgo de desastres están claramente definidas. Para ello, es necesario contar con la participación efectiva de las partes interesadas, poseer políticas, estrategias y una distribución de tareas bien definidas, disponer de unas líneas de comunicación efectivas y de mecanismos que faciliten una gestión del riesgo eficaz”.

• “La ciudad tiene conocimientos actualizados sobre los peligros. Se preparan

evaluaciones del riesgo de forma sistemática como base para la planificación urbana y el desarrollo a largo plazo, así como para las decisiones sobre las inversiones actuales y futuras que contribuyen a mejorar la resiliencia”.

• “Existe un plan financiero adecuado que complementa y promueve los mecanismos dirigidos a respaldar las actividades de resiliencia”.

• “La planificación urbana se lleva a cabo sobre la base de información actualizada sobre el riesgo, con un enfoque centrado en los grupos más vulnerables. Se aplican y ejecutan reglamentos de construcción realistas y acordes con los riesgos para reducir de forma efectiva el riesgo físico”.

• “Se identifican, protegen y vigilan los ecosistemas naturales dentro del territorio de la ciudad y en sus alrededores, a fin de conservar y salvaguardar sus funciones protectoras como zonas naturales de amortiguación”.

• “Se fortalecen todas las instituciones relevantes para la resiliencia de la ciudad a fin de que posean las capacidades que necesitan para ejecutar sus funciones”.

• “Se refuerzan la conexión social y la cultura de ayuda mutua a través de canales de comunicación comunitarios, educativos y multimedia”.

• “Existe una estrategia dirigida a proteger, modernizar y conservar las infraestructuras fundamentales a fin de garantizar la continuidad de los servicios y aumentar la resiliencia frente a los peligros y los efectos del cambio climático”.

• “Se garantiza una respuesta efectiva en casos de desastre creando planes de

preparación y actualizándolos de forma regular, conectándose a sistemas de alerta temprana y aumentando las capacidades de emergencia y gestión a través de simulacros públicos de preparación”.

• “Las estrategias de recuperación, rehabilitación y reconstrucción posteriores a los desastres se armonizan con la planificación a largo plazo y permiten lograr un entorno urbano mejorado tras los desastres”.

Según la misma UNISDR, para crear ciudades resilientes se deben adoptar cuatro prioridades de acción: Prioridad 1. Comprender el riesgo de desastres. Prioridad 2. Fortalecer la gobernanza del riesgo de desastres para gestionar dicho riesgo. Prioridad 3. Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia.  Prioridad 4. Aumentar la preparación para casos de desastre a fin de dar una respuesta eficaz y para “reconstruir mejor” en los ámbitos de la recuperación y rehabilitación y la reconstrucción.

Porque la resiliencia produce ciudades justas, sostenibles y habitables,  los gobiernos locales deberán asumir con urgencia la tarea de construir  ciudades resilientes. No es una opción, es una obligación. ¡Que lo hagan!