Desde hace tiempo escuchamos la anunciada reforma de la ley canónica que la iglesia católica anuncia con bombos y platillos; la misma es el resultado de años de “investigación”, sin ningún resultado, por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes sin que la entidad haya asumido responsabilidad alguna por los mismos.

Ahora, bajo el papado de Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el papa Francisco, se hace honor a la principal razón del porqué este fue elegido como cabeza de una entidad que lleva 21 siglos y es el de “humanizar la fe”, acercando la iglesia a la gente.

La famosa reforma llega en momentos de que la entidad religiosa sufre una partida masiva de feligreses como consecuencia de la conducta por parte de sacerdote y diácono; y es por ello que se busca una revisión a la ley existente y su respectiva reforma a su normativa.

¿Pero lo interesante serio saber si la iglesia solo se centrara en los escándalos de pederastia que esta ha protagonizado en los últimos años o si también revisaran las atrocidades cometidas por esta desde su origen? Esa entidad se caracterizó por una serie de enfrentamientos y periodos bélicos de excesiva violencia mucho antes de la reforma protestante.

Entre ellas la masacre del Diezmo irlandés en el 1831 donde la iglesia católica imponía el 10% de lo que produjera la tierra, la guerra de la Esmalcalda 1546-1547, en el 1845 la guerra de Soderbund, que protegía sus interese contra la centralización, su participación en la Guerra civil española, Las Cruzadas, etc.

Esta reforma canónica, llega en un escenario de significativos cuestionamientos y solicitud de asumir responsabilidades por parte de la institución católica, el vaticano y de todos los papas que silenciaron todos los actos de naturaleza sexual contra menores de edad por tantos años y que todos permanecen impunes.

En los momentos actuales, las personas experimentan fuertes niveles de descontento ante casi todas las entidades religiosas. Y al entender que la iglesia católica como tal, oculto, manipulo información y victimizó a tantas personas, callando las voces de aquellos jóvenes que fueron abusados sexualmente bajo la complicidad de sus autoridades, amerita más que una reforma.

Es por ello, que se habla de la crisis de fe en todas las entidades religiosas, y en el caso de la católica, por los acontecimientos protagonizados por esta. Y donde esta debe asumir responsabilidad ante los familiares y víctimas, indemnizándolos económicamente por su comportamiento asqueroso. Por los hechos cometidos en gran parte, bajo la complicidad de gobiernos y sectores de mucho poder.

Hace años, que la reforma de la ley canónica debió ser considerada como un desafío de la iglesia y de todas las entidades religiosas de asumir responsabilidades; para dejar de reclutar a ratas y criminales bajo el financiamiento de burgueses insensatos que mantienen el celibato como la justificación a sus aberraciones.

Si esta reforma no viene con acciones conjuntas que aseguren que tanto los tribunales eclesiásticos como los ordinarios juzgarán por los delitos contra menores a todo el que haya sido partícipe directa o indirectamente del daño cometido, pues no cumplirán con su objetivo esencial. La sociedad debe continuar demandando los cambios que dicha entidad debe hacer para reducir su cultura de control.

Y el dominio que por siglos la ha caracterizado y que ahora o nunca prime la razón por encima de la fe, reduciendo la atmósfera de miedo frente a una entidad religiosa cuyo exceso de poder ha subestimado al mundo entero.

Mientras los líderes mundiales y representantes de la fe hacen un llamado a que surja un “avivamiento”, debemos comenzar reduciendo el exceso de hedonismo existente bajo las sotanas de los curas.