Las renuncias tienen gradaciones tipológicas. Cuando se renuncia de un puesto en un engranaje administrativo oficial o privado o municipal o legislativo la decisión se vincula a conflictos insolubles o a conflictos cuyas circunstancias la ameritan ipso facto.

A veces se suscita la renuncia táctica de un puesto como parte del cumplimiento de alguna estrategia, con la que se procura agudizar las contradicciones de una crisis para que conduzca a una solución, que probablemente será la del retorno del renunciado.

Las renuncias erróneas son (1) la que se adopta cual paso en falso, por algún prurito que hace perder las perspectivas y (2) la del cobarde que la presenta como parte de su huída de una confrontación suscitada. Para esta última la gente ha acuñado la expresión “para que digan que aquí murió, que digan que por aquí huyó”.

Renunciar es dejar lo suyo. Renunciar es abandonar. Renunciar es auto despojarse. Renunciar es perder derechos. Renunciar es “renunciar”: “abandonar voluntariamente una cosa que se posee o algo a lo que se tiene derecho”.

Por la inspiración y grandeza de las motivaciones –a pesar de posiciones políticas balagueristas asumidas en el pasado por “don Vincho”-, reconozco su gran fuerza moral, que captará la atención de los votantes

La reina es “la moral”, que podría adquirir categoría de “símbolo”, si ha sido motivada por principios. Sus efectos suelen ser aleccionadores, cuando no devastadores, en circunstancias de suyo delicadas; y que al principio como que quedan en un punto de inflexión en la interfaz de lo innecesario y lo necesario, pero que a la larga se inclina hacia lo necesario.

El cambio vertiginoso del espectro político, inducido por los acuerdos del PLD, el PRD y el Palacio Nacional, y la renuncia de “Los Vinchos” del gobierno, ha anonadado a muchos, ha desmoralizado a muchos otros  y ha puesto a rodar políticamente las cabezas de quienes han dicho que “donde digo Digo digo Diego”.

El diputado del PLD por Azua, Víctor Sánchez, renunció del PLD, esto es, renunció a cuatro años más de diputación, porque no comparte que su partido haya ordenado a sus legisladores reformar la Constitución como parte de la hechura de un traje constitucional a la medida al presidente Danilo Medina para que pueda postularse a un nuevo período de gobierno. Es una renuncia “moral” que podría tener efectos dentro y fuera de su demarcación, pero que ahora queda en punto de inflexión entre lo innecesario y lo necesario.

Y antes que él “Los Vinchos” impactaron al espectro político al presentar renuncias en el Ministerio de Minería, en la Dirección de Migración y en la unidad de anticorrupción en el Palacio Nacional, y en otros puestos medios de la administración pública, y luego al romper su alianza de 20 años con el PLD. Son simbólicas, de fuerza moral, que los obliga a luchar a brazo partido contra el estado de cosas que las motivaron.

Por la inspiración y grandeza de las motivaciones –a pesar de posiciones políticas balagueristas asumidas en el pasado por “don Vincho”-, reconozco su gran fuerza moral, que captará la atención de los votantes.

Esas renuncias se parecen a las de las brisas que tumban cocos… y a veces al cocotero.