¿Que el Estado no está en capacidad de administrar nada con eficiencia? Puede ser cierto. ¿Que no puede ahora mismo garantizar una buena gestión de la Ley 87-01 de la Seguridad Social, que no acatan ni siquiera sus propias instituciones? Es cierto. ¿Que ahí está lo que queda del Instituto Dominicano del Seguro Social, un fracaso por ineficiencia y corrupción? También es cierto. ¿Que este Estado no ha podido ni siquiera sostener sus clínicas y hospitales? Así es. Pero el fracaso no ha sido del Estado (de cuya existencia a veces dudo), sino de una sociedad inmóvil y pendeja que no ha sabido imponer su voluntad. (Dije “imponer”).