El país respiró con alivio la tarde del martes luego que el aspirante presidencial del opositor Partido Revolucionario Moderno, PRM, Luis Abinader, reconoció de manera implícita la victoria del virtual candidato electo del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, Danilo Medina Sánchez, tras los comicios generales del domingo.
El silencio de un día y medio del político perremeísta dio paso a un mensaje sensato, ponderado, enérgico y claro de las intenciones de PRM y sus aliados con respecto a que se cumpla la ley electoral y se procese uno a uno todo el sufragio en los lugares donde dicha alianza opositora obtuvo el voto de los electores, con la promesa de defenderlo “con uñas y dientes.” Y a ello le asiste el pleno derecho.
La consulta, histórica por la masiva afluencia de votantes que acudió a emitir el sufragio, aún se define en numerosas mesas electorales. En algunas de las cuales han asomado grupos encabezados por sus líderes para presionar, asaltar o agredir a funcionarios de la Junta Central Electoral, JCE, que trabajan en el proceso de depurar las actas y contar el sufragio como dispone la ley.
Durante su mensaje la noche del lunes, el mandatario reelecto con más del 62 por ciento del sufragio emitido, extendió un ramo de olivo a los líderes de la oposición para trabajar de manera conjunta y en unión en la solución de los problemas del país
De cierta manera, la reacción de Abinader, que entre otros asuntos acusó al gobierno del presidente Danilo Medina de imponerse en el poder y de utilizar todos los recursos del estado, advierte que no aceptará una JCE que se cree por encima de la ley, tras recomendar el rechazo inmediato de sus miembros y su sustitución por personas sin afiliación política.
El PRM, con apenas un año y medio de fundado, asume con gallardía la defensa de sus avances en el sistema democrático dominicano. Surge como el contrapeso del exceso de poder en manos del PLD y sus aliados, los cuales han perdido una de sus plazas más emblemáticas, la alcaldía de Santo Domingo, ocupada durante 14 años por Roberto Salcedo, quien fue vencido por David Collado, un talentoso joven del grupo opositor.
Sin embargo, el presidente reelecto Danilo Medina, ante la victoria aplastante que lo sitúa en un lugar único al recibir casi dos millones de votos, más que sus predecesores Leonel Fernández y Juan Bosch, se proclamó ganador del nivel presidencial y ratificó que continuará su política de servicio a los pobres y de resolver o aliviar sus dificultades más perentorias.
Durante su mensaje la noche del lunes, el mandatario reelecto con más del 62 por ciento del sufragio emitido, extendió un ramo de olivo a los líderes de la oposición para trabajar de manera conjunta y en unión en la solución de los problemas del país, tras recordar que catorce provincias que no votaron por él en su primer mandato, esta vez apoyaron el proyecto de país que promueve y las conquistas que desarrolla.
Pero más aún, fue claro al insistir que desea trabajar con senadores, diputados, alcaldes y gobernadores de la oposición, junto a sus homólogos del PLD para construir el país que todos necesitamos, y prometer que nadie será perseguido por pertenecer a un partido diferente a la colectividad morada que detenta el poder.
Como si fuera poco, y en una especia de autocrítica o evaluación, el presidente Danilo Medina pidió públicamente a Dios que lo aleje “de la vanidad, la soberbia, la prepotencia y la arrogancia.” Recordó a los compañeros del partido morado, a sus funcionarios actuales y a los futuros “trabajar con humildad, codo a codo” con la gente sencilla de la República Dominicana.
Las elecciones suelen ser la prueba de fuego de la democracia. El pueblo dominicano decidió otorgar por cuarta vez el timón de la nave del Estado y del País al PLD, y al mismo tiempo reforzar y conceder un poco de poder a una oposición política beligerante que a corto, mediano y largo plazo debe tener la sabiduría necesaria para aceptar el ramo de olivo de Medina Sánchez.
El domingo 15 de mayo, el pueblo dominicano optó por no cambiar el caballo a mitad del río. Decidió rechazar el caos y la violencia, y confía en que la dirigencia política de ambos extremos esté a la altura de sus expectativas. Con respeto a las libertades y el estado de derecho que garantiza la democracia, dejando de lado el protagonismo y la lucha de egos, y hagan de una vez y por toda lo que nunca se ha hecho: un mejor país, pero para todos.