El dirigente rostro del partido Alianza País, Guillermo Moreno, acaba de publicar su propuesta "Mesa de Diálogo" para la concertación política de los sectores que él entiende constituyen la oposición al presente gobierno y al partido que lo sostiene, al tiempo de avanzar algunas ideas claves de lo que concibe como vía para alcanzar tan cardinal objetivo, las cuales en esencia comparto, pero no así algunos argumentos básicos en que se sustenta el texto contentivo de dicha propuesta.

En ella se plantea que la " clave para salir del partido gobernante está en construir una nueva relación política con la sociedad, especialmente con los sectores medios y los sectores populares del país, que les pueda dar a estos claras señales de que no se trata de más de lo mismo, ni de un nuevo engaño", más adelante advierte la gravedad del hecho "que la oposición política se limite al desplazamiento puro y simple del partido gobernante, sin asumir expresamente el cambio del modelo y comprometerse a hacer las reformas y transformaciones que le den un rumbo nuevo al país"

Esos planteamientos son nodales, inobjetables y constituyen puntos básicos para que una confluencia de actores políticos, sociales y económicos no solamente tenga sentido, sino también perspectivas de éxito. Sin embargo, esos argumentos son recurrentemente expuestos de manera escrita como verbal por diversos sectores que se han integrado en varios colectivos opositores, incluyendo a los que están en la denominada Convergencia.

La generalidad de estos agrupamientos coinciden con Moreno en la idea de que ninguna colectividad política por sí sola puede desplazar del control del Estado al actual grupo en el poder. Su afirmación de que "al partido gobernante nadie le podrá derrotar en el terreno del clientelismo y de las prácticas políticas tradicionales", también la han hecho diversos sectores opositores de manera verbal y en no pocos escritos. La he escuchado en reiteradas ocasiones en dirigentes de la oposición de todas las vertientes.

En ese tenor, es inconsistente el primer párrafo del texto de Moreno donde afirma que "no es verdad que entre los sectores de la oposición haya real coincidencia sobre la direccionalidad que debe dársele a la presente coyuntura", en realidad lo que existen son divergencias discursivas, potenciadas por actitudes no siempre buenas de todas las vertientes opositoras. Tiene razón cuando afirma "no hay la suficiente confianza e identidad políticas" aunque matizaría esta última parte de esa oración.

La inexistencia de esa "suficiente confianza" es responsabilidad de toda  la oposición; sin exclusión alguna y uno esperaría que la legitimidad ganada por los principales dirigentes de AP jugara un papel más sistemático para crear esa confianza. Para eso debe dar pasos más visibles y sostenidos  para que la misma sea factor unificador de un amplio espectro opositor.

Sin embargo, su propuesta Mesa como "el primer piso para ir desarrollando la confianza entre los actores políticos y sociales y de la sociedad", sin ninguna referencia a la existencia de otros serios esfuerzos unitarios, independientemente de las limitaciones que estos puedan tener, no va en ese sentido. Es posible que con esa omisión Guillermo quiso evitar polémicas o que considerara que en ese texto no era bueno tocar ese tema, pero el por momentos quedaba claro que él polemizaba con esos sectores y terminar dicho texto sin una mención clara a ellos, independientemente de cómo lo hiciese, constituye una manera, quizás involuntaria, de herir susceptibilidades de sectores importantes de la oposición, con los cuales las relaciones no se desarrollan exentas de un determinado grado de tensión.

Debe recordarse que el mejor atributo de las aludidas organizaciones es que sus militantes siempre han sido partes fundamentales de las movilizaciones que se hacen el país, podríamos no estar de  acuerdo con los resultados de sus movilizaciones e incluso con los métodos algunas veces por ellos utilizados, pero en gran medida constituye parte importante de la memoria colectiva de la lucha social y política del país.

Independientemente de las razones de Guillermo para no aludirlos directamente en su propuesta de Mesa de Diálogo, resulta llamativo esa omisión. Ese es un punto débil de esa propuesta, a pesar de los muchos momentos del texto que son inobjetables.