La Dirección Nacional Ejecutiva del PRM aprobó en septiembre del 2017 utilizar su padrón de militantes (padrón cerrado) para escoger sus candidatos a puestos de elección popular.
Pero eso es a nivel interno, porque para todos los partidos políticos en general el PRM defiende que la ley les garantice la libertad para decidir, basado en la democracia interna, el método y padrón que más se corresponda con sus intereses, tradición y estrategia.
Esa libertad de los partidos políticos para decidir sobre sus procesos internos ha sido claramente establecida en el artículo 216 de la Constitución en los siguientes términos:
“La organización de partidos, agrupaciones y movimientos políticos es libre, con sujeción a los principios establecidos en esta Constitución. Su conformación y funcionamiento deben sustentarse en el respeto a la democracia interna y a la transparencia, de conformidad con la ley”.
La libertad de los partidos políticos para elegir método y padrón a utilizar en sus procesos internos de selección de candidatos debería ser un principio innegociable.
Ahora bien, en realidad la ley de partidos políticos no se ha aprobado en la Cámara de diputados porque el PLD tiene dos cabezas y ambas procuran que sobre la selección de candidatos a cargos congresuales, municipales y presidencial la redacción de la ley sea directa e inequívoca a favor de un grupo y coloque contra la pared al adversario interno. Pero eso es un problema del PLD, no de todos los partidos, ni mucho menos de una ley para regular todo el sistema y a largo plazo.
Por otro lado, la ley de partidos es tan solo un eslabón en la cadena de cambios que se requieren para que el país tenga un régimen político electoral verdaderamente democrático. También necesitamos una nueva ley electoral cuyos lineamientos básicos han sido propuestos públicamente por el PRM junto a otras diez organizaciones políticas en un documento publicado en enero del 2018.
En resumen, sobre la posición del PRM acerca de estos temas se ha especulado mucho y diseminado cantidad de “informaciones” cargadas de prejuicios y distorsiones, incluyendo la infamia de que el partido o algunos de sus líderes han hecho acuerdos o transacciones secretas con el Gobierno. Es precisamente el Gobierno (y también Leonel) el que más se beneficia de la difusión de esos infundios que, además, erosionan la confianza hacia lo interior del Bloque de Oposición.
Naturalmente, el PRM tiene cabeza propia y se espera que en la próxima reunión de la Dirección Nacional Ejecutiva se evalúe la situación actual del tema y se actualicen las orientaciones oficiales para sus congresistas, militantes y los ciudadanos en general.