La peor decisión
Creo que todos y todas alguna vez hemos pasado por la experiencia de enamorarnos de alguien y no ser correspondidos. Otras personas han pasado por la difícil situación de una infidelidad, otras han vivido la realidad de que su pareja le ha dejado de querer siguiendo usted sumamente enamorado o enamorada y otras personas han pasado por todas las situaciones descritas lo que evidencia que ha vivido situaciones emocionales afectivas muy difíciles.
Cuando alguna situación de las descritas nos ocurre mientras por un tiempo se nos nubla la mente, nos arropa la sin razón, el cerebro no nos emite más pensamientos que sólo esa persona. Sentimos que el mundo se nos derrumba y el cielo se nos desploma.
Qué difícil dejar de sentir su saludo, mirarla conectada en facebook y que no te hable como antes, saber que tiene otra relación nos derrumba el alma pues sentimos que se anula cualquier resquicio de esperanza.
A veces la reacción son unos celos enfermizos que lejos de contribuir a arreglar la situación lo que provocan es una espiral de hechos que nos sumerge en el peor de los laberintos. Revisar sus llamadas, controlar el horario en que llega o sale, monitorear si está donde nos dijo que estaría.
En esos momentos todo nos habla de la misma situación, las mismas canciones que escuchábamos ahora sentimos que nos relatan algo que nos recuerda el hecho y hasta el himno nacional nos pega.
Por lo general el problema radica en que hemos hecho de esa persona nuestro centro, nuestra autoestima va a depender de si esa persona nos acepta o no, nuestra salud se afecta porque la dependencia emocional es fuerte y sobre todo cuando una canción nos recuerda que “cuando una mujer decide olvidar no hay nada en la tierra que le haga cambiar”.
Hasta este punto todo va bien, aunque en realidad todo va mal. Pero me refiero que todo va bien en cuanto al análisis, pero todo va mal en cuanto a las emociones. Si bien es cierto que la situación lacera el alma y nos convierte en guiñapos también es cierto que las decisiones que tomamos no siempre son las correctas.
Dice Eckhart Tolle "Dejar ir, tiene más poder que defenderse o aferrarse"
Dejar ir significa soltar, desapegarse, liberar. Todos de una u otra forma tenemos apegos, y éstos son el origen de todo sufrimiento. Vivir en la ilusión que algo nos pertenece es la mejor forma de ser infeliz. Si quizás hoy se ha roto lo que nos unía, posiblemente no estábamos amando lo suficiente o, como decía la canción de Rocío Jurado “se nos rompió el amor de tanto usarlo”
La cuestión de todo esto estará en el desenlace. Si no se cuenta con la debida madurez para enfrentar lo que sucede entonces entra el mar. Muchos hombres asumen la terrible decisión de quitarle la vida y después quitarse la vida sin reflexionar por un instante que simplemente escogió la peor decisión y que en vez de solucionar un problema, dejó uno peor.
Si tenían hijos serán los mayores afectados de esas decisiones erradas. Matar no soluciona, solo crea un problema sobre otro que ya existe. No es justo que hayamos superado el número de feminicidios del año pasado cuando apenas estamos en el octavo mes del año. Algo anda mal.