El lingüista estructural suele definir el concepto de proposición lingüística tomando en cuenta solo la estructura formal de las emisiones verbales. Sin embargo, una reflexión en torno al principio de la oposición, nos permitirá ampliar nuestra visión sobre este concepto, puesto que en las hablas a veces la estructura ausente comunica más que la presente.

La proposición lingüística suele ser definida como la unidad del sistema compuesta por sujeto y predicado, que se diferencia de la oración porque carece de independencia sintáctica. Sin embargo, no siempre se puede identificar en la estructura superficial del enunciado. Son múltiples los casos en que los hablantes la expresan a través de un signo que remite a la estructura profunda, no explícita en la emisión verbal, a la que también Chomsky ha llamado “estructura ausente”.   

La cosmovisión del signo que planteamos no excluye del estudio ninguna posibilidad de significación. Por eso, al momento de concebir una proposición lingüística hay que tomar en cuenta no sólo la estructura superficial/significante del discurso, sino además su estructura profunda. Con el siguiente ejemplo, tomado de hablas corrientes, se intenta ilustrar estas breves pinceladas:

  • (…) Los vecinos volverán a vender sus cachapas y a dejar los rastrojos en el piso (…)

Si fuéramos a basarnos sólo en la estructura superficial de este enunciado, diríamos que se trata de una estructura morfosintáctica simple, puesto que contiene un único verbo conjugado: “volverán”. Sin embargo, ese criterio sería insuficiente para explicar que el hablante ha expuesto dos acciones, en la que la primera se presenta subordinada a la segunda. Por eso, la acción de “dejar los rastrojos en el piso” depende de una acción futura marcada por la perífrasis: “volverán a vender”; y aunque la unión de ambas estructuras se establece a través de la conjunción “y”, tampoco se trata de dos proposiciones coordinadas, en tanto no existe ninguna equivalencia sintáctica entre ellas.

Una lectura de este enunciado, tomando en cuenta tanto su estructura profunda como la superficial, daría como resultado la siguiente realización: 

  • (…) Los vecinos volverán a vender sus cachapas y –volverán a- dejar sus rastrojos en el piso (…) 

En la estructura superficial del enunciado en cuestión, el hablante aplica un principio de economía verbal, más no economía semántica, puesto que sus oyentes comprenden que existe una relación semántico-pragmática entre las acciones expresadas a través de los verboides de segunda y primera conjugación: “vender y dejar”. La estructura profunda también permite identificar dos perífrasis verbales y no sólo una como se presenta en el enunciado, tal cual fue pronunciado.

Este breve ejemplo también ilustra el hecho de que no existe una única sintaxis que pueda explicar todas las realizaciones lingüísticas. Conviene, tanto a maestros como a lingüistas de este campo, asumir una cosmovisión del lenguaje que posibilite el aprendizaje colaborativo, entre el habla del docente y las hablas de sus estudiantes. Estas últimas resultan más diversas.

Otros ejemplos de proposiciones en la estructura profunda, son las siguientes, tomadas de los comentarios de los lectores del artículo: “No se vislumbra segunda vuelta, ni que Leonel sea tercera fuerza electoral, afirma Rosario Espinal”, publicado el cinco (05) de diciembre de 2019, en este mismo medio:

  • “Pero caballero usted es bobo o igual que ella”… (Bernardo) / Pero caballero, usted es bobo o –es–  igual que ella (…)
  • “En el pld, no están en eso de encuesta ni en pensó”… (wilsoncecilmoralesalvarez) / En el pld no están en eso de encuesta, ni –están– en pensó (…)
  • “Usted quiere participar con altura o seguir insultándome” (…) Usted quiere participar con altura o –quiere– seguir insultándome (…)
  • “Y usted, pretende continuar el debate o retirarse”/ Y usted pretende, continuar el debate o –pretende– retirarse. 

En la proposición que identificamos en la estructura profunda de algunos de esos casos, el verbo que acompaña el segundo verboide suele expresarse a través de una estructura superficial sinonímica. Por ejemplo: Y usted pretende, continuar el debate o –procura– retirarse. 

Estas reflexiones pueden ser útiles, tal vez, para los docentes de las áreas especializadas de lingüística. Más allá de una gramática universal, existen gramáticas contextuales que merecen ser vistas, a partir de la norma de sus propios marcos comunicativos. Pero estos casos sintácticos de las hablas suelen ser obviados en los estudios del sistema, por ser considerados precisamente hablas.

No obstante, una mirada compleja a los universos comunicativos permite comprender que la lingüística exclusiva del sistema (lengua) no es suficiente para dar cuenta, rigurosamente, de las innovaciones de los signos que se dan en los mundos lingüísticos, inclusive en un dialecto de un idioma. De aquí nuestra propuesta teórica, la cual denominamos cosmolingüística porque, precisamente, su foco de estudio son los universos comunicativos (textos verbales y no verbales, orales, escritos, filmados, pictóricos, sonoros, tonales, etcétera).

En el próximo artículo veremos cómo el principio de la oposición funciona en las estructuras profundas de las relaciones sintagmáticas.