Nueva York.––La Canciller alemana Angela Merkel demandó de su compatriota, el entonces Papa Benedito XVI “verdad y claridad sobre todo lo ocurrido”, con la pedofilia.
El semanario estadounidense National Catholic Reporter pidió “respuestas directas del Santo Padre”. Benedicto XVI renunció dos años después.Los 1.200 millones de católicos del mundo merecen vivir el Evangelio según Juan 8:31 “Y conocereis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Merecen saber con claridad y precisión lo ocurrido, también los cambios que se introducirán para evitar repetir estos horrores. Los fieles no renunciarán a su iglesia, ni la dejarán continuar los mismos derroteros que la trajeron a su deprimente estado actual.El celibato es una institución económica, no doctrinaria, debe desaparecer. El primer mandamiento divino, en Génesis, es crecer y “reproducirse”, cumplirlo demanda sexo. El celibato nació para proteger los bienes de la iglesia de las viudas y huérfanos de los curas, pero la pedofilia resultó muchísimo más costosa. Sus daños morales son incalculables. El celibato debe terminar para que la iglesia pueda continuar por otros 2.000 años.
Solo curas casados y con hijos pueden ver a todos los niños como suyos, a los hombres y las mujeres de sus parroquias como hermanos y hermanas.
Ninguna institución de humanos paridos por mujeres puede estar completa sin mujeres, ordenando mujeres la Iglesia demostrará que inicia una transformación visible y tangible. El club de hombres célibes, con asexuadas sotanas, colapsó en escándalos de pedofilia, homosexualidad y malos manejos financieros.
Urge cambiar las reglas que permitieron eso. Un papa no europeo ayudaría, pero un hombre solo no cambiará 2.000 años de intrigas curiales en la Santa Sede. Los fieles del mundo esperan que cando digan “Habemos Papam”, el Pontífice inicie sin demoras la construcción de la nueva iglesia universal, más humana e inclusiva.