¡Mienten, deliran o bromean! Cada uno de los ocho “delfines” del presidente Medina asegura que arrasará en las primarias y que será el  candidato a la presidencia de la República por su partido. Algunos más osados se consideran como el único ganador  entre todos los candidatos que competirán para el puesto en el 2020. 

La osadía y teatralidad de los “ya ganadores” obliga a una reflexión sobre los hábitos de los “delfines”, nombre con que Danilo, utilizando una metáfora, bautizó a los precandidatos de su simpatía, que siguen al pie de la letra los trucos, marrullerías  e inconductas propios de su estilo de gobernar. La intención  de una  reflexión seria nos llevó al sitio DELFINPEDIA, que trata con rigor científico el  etograma o repertorio conductual de los delfines.

Refiriéndose al lenguaje y comunicación  se destaca que  “los delfines son como un niño que no se calla, hacen constantemente sonidos de comunicación o de navegación. Dichos sonidos se realizan de diferentes maneras”.

Se señala además que “los delfines se comunican como la mayoría de otros animales, sus chillidos y silbidos comunican estados emocionales y a menudo, la presencia del peligro y la comida en la zona. También pueden ayudarles a coordinar los procesos en manada”.

Se  dice que “los delfines tienden a permanecer dentro de sus propias manadas y pueden tener problemas para entender a los delfines “extranjeros”. Muestran una gran tendencia a tomar turnos al vocalizar, haciendo que sus sonidos luzcan como una conversación”.

Llama la atención el hecho de que  los delfines nacidos y criados en cautiverio pasan sus vidas nadando en círculos, el estrés los lleva a la locura. También se ha encontrado que algunos lugares ruidosos confunden a los delfines”.

Otro dato da cuenta de que  los delfines son  de los pocos animales que parecen jugar saltando fuera del agua, haciendo payasadas e incluso el delfín nariz de botella parece sonreír ampliamente por todo”.

Los delfines ven bastante bien, pero “sin sus oídos están desorientados y ciegos, cuando un delfín queda varado en una playa, los demás están en riesgo porque tratarán de ayudarlo”.

Los invito a hacer su  propia consulta y su propia interpretación. Comparto las mías.

1. Los siete-ocho precandidatos danilistas bien podrían  constituir una “manada” de delfines, confundida y asustada por la estridencia de los “sonidos” de la voz  de todos los sectores  que llaman a mirar, detener y condenar  los hábitos corruptos del PLD y su gobierno, que piden a gritos  la rendición de cuentas  y  afrontar con seriedad la corrupción y el dispendio oficial.

2. Desde su bautizo como “delfines”, los precandidatos no han dejado de hacer ruidos, chillidos y silbidos en todos los medios, haciendo alarde de grandes  recursos económicos de origen no determinado y no sincerizado.

3. Los delfines nominados por el presidente Medina han nacido en el “cautiverio del agradecimiento empeñado” y del caudillismo. Todos agradecen reiteradamente a Medina el haberlos “bendecido” y prometen cumplir fielmente  sus deseos políticos. Despersonalizados, se debaten entre ser ellos mismos o ser una calcomanía retocada del “bendecidor”. Esta lucha interna les produce un estrés que puede llevarlos a la locura.

4. Los delfines de Danilo tienen conflictos con su propia “manada”.  No se preocupan por entender a los “delfines extranjeros”. Consideran que la patria llega hasta donde ellos “pueden nadar”. No hay “otros” ni antes ni  después de ellos.

5. Todos los delfines hacen promesas desbordadas en las cuales ni ellos mismos confían. La forma de asumir los puestos y funciones que han desempeñado desdicen de las virtudes y capacidades que se atribuyen ellos mismos. Se comportan como delfines desorientados y con  horizontes confusos.

6. El discurso de los delfines resulta pobre, desabrido, poco realista y hasta políticamente torpe. Sus improvisados “programas” son triviales, carecen de temas fundamentales. Ninguno habla de combatir la corrupción, “sanear la justicia” y otros males. Sólo hacen ruidos políticos. Algunos hasta tienen dificultades para leer y expresarse en público.

7. Todos  actúan como delfines de circo. Su propaganda musicalizada  llama a risa, tiene una trama ridícula que la convierte en payasada política. Como parte del circo, ya algunos se hacen acompañar de  escoltas y  coros de aduladores.

8. Estos delfines lucen sordos y ciegos. No pueden ver, no saben ver, no quieren ver ni oír los gritos que relatan  la verdadera situación calamitosa del país. Si no se retiran  a tiempo corren el riesgo de quedarse “varados” y mal parados  en el “revuelto mar político  nacional”.

9.  Los delfines de Danilo parecen ser más bien pirañas.  Devoran y descalifican a los otros delfines de su manada a los cuales se refieren de manera ofensiva y ridiculizante. Tienen dificultad para relacionarse con los delfines de su misma manada y con los de otros liderazgos. 

En conclusión, la metáfora de Danilo olvida que los  delfines no siempre son animales listos y virtuosos. Olvida también que “los delfines nacidos y criados en cautiverio pasan sus vidas nadando en círculos, el estrés los lleva a la locura”. 

Y esto asusta. ¡El país necesita gobernantes cuerdos, honestos y capaces y ninguno de los “delfines” lo garantiza!