Me gusta cómo canta María Félix, precisamente porque lo hace muy mal.

Luis Rafael Sánchez.

A partir del siglo XX ya comienzos del presente siglo se ha venido desarrollando una literatura de mal gusto. Esta nueva propuesta tiende a la manipulación y a la evasión. De ahí que, la homogeneización de la producción se ha prolongado en la homogeneización del consumo, tiende a romper las barreras entre lectores diversos géneros y edades. Esta tendencia no ha realizado todavía sus virtualidades, es decir, todavía no ha alcanzado sus límites. Esta homogeneización de los lectores tiende a fijarse sobre una nota dominante: la determinación juvenil. Mas, si esbozamos aquí una observación que luego encontraremos, la temática de la juventud es uno de los elementos fundamentales de esta "nueva literatura," producida industrialmente para ser distribuida como una forma de evasión.

No solamente son los jóvenes y los adultos jóvenes mayores consumidores de esta literatura, sino, que los temas de cultura de masas incluida la que se difunde en la televisión, la radio, los periódicos y los cines, son "temas" actuales como la cultura marginal, con su signo marcado por las drogas y un argot lingüístico, estéticamente inacabado e indigesto de "ripios" verbales. A la proliferación de los "relatos ridículo y cursis" viene a añadirse la importancia concedida a las estructuras de vidas narradas sin imaginación ni sesgo simbólico alguno. La prensa de este tipo de escritura abre sus columnas a estos "relatos" como figuración de unos acontecimientos que no se justifican más que por su valor espectacular. A través de una reseña sensacionalista, a través de esas rarezas del comportamiento de la crítica, se pueden descubrir las indigencias y ausencias de rigor. Las estructuras de este panorama son recurrentes, a través de un amaneramiento propiamente afásico y grotesco. En cierto sentido, esta situación o "suceso" resucita la ampulosidad trágica que desprecia sus límites.  La presencia en forma de "sucesos", de lo horrible, de lo ilícito, del destino y de la muerte de la vida cotidiana, queda mutilada por el consumo periodístico; el suceso se consume no con arreglo al rito de un problema artístico, sino en nuestras mesas, con un mohín de fondo, raspándonos los ojos.

Según Amar Sánchez, el 'kitsch' y el 'carnp' son el arte y la literatura del artificio, la frivolidad y la exageración. Una tradición crítica suele también relacionarlas con la sensibilidad homosexual, asociando la identidad sexual a una estética y estableciendo, de este modo, un ghetto muy discutible en la medida en que propone una mirada esencialista. Una lectura como la de M. Calinescu establece el 'kitsch' como un fenómeno de la modernidad y lo opone a la vanguardia. La oposición es frecuente y repite la de otro clásico, C. Greenberg quien, en "Vanguardia y Kitsch", enfrenta la cultura sucedánea y comercial a la cultura "genuina". Más allá del subjetivismo de estos adjetivos, su perspectiva establece una tajante diferencia que debemos cuestionar: ¿es posible seguir una dialéctica entre vanguardia y 'kitsch' y observar que éste se renueva y prospera aprovechando continuamente los descubrimientos de la vanguardia?

La variedad en el interior de estas obras, un libro de cuentos o poemas, una novela, un ensayo, se dirige a satisfacer todas las aficiones y todos los gustos para poder obtener así el máximo de venta, pues esta variedad está sistematizada y homogeneizada con arreglo a normas del gusto común.

El estilo simple, claro y directo de la "adaptación" se dirige a convertir la literatura en "expresión transparente" y a conferirle una inteligibilidad inmediata. La expresión directa crea un estilo homogeneizado un estilo universal y esta universalidad arropa los más diversos contenidos y más profundamente todavía, cuando las transnacionales del libro dicen "el público lector", se refieren a una imagen de hombre medio resultante de unas cifras de venta. De ahí que las estrategias de venta tienden a unificar, en cierta medida, a los diversos sectores de la crítica con el consumidor: el sector de la información y el sector de lo imaginario y lo fabuloso.

En el sector de la información difusora de este tipo de libro, priman los "sucesos", es decir, la parcela de la realidad donde lo inesperado, lo extraño, el asesinato, el accidente y la aventura, irrumpen en la vida cotidiana, y las vedettes que parecen vivir por encima de la cotidiana realidad. Todo lo que en la vida real se parece a la novela, goza de privilegio.

Es más, la información se reviste de elementos novelescos, a menudo inventados o imaginados por los periodistas literarios. Al contrario, en el contexto imaginario, domina especialmente un hiperrealismo asimbólica, construido por acciones e intrigas novelescas que tienen todas las apariencias de la superficie sorda de la entrega inmediata.