Las nuevas tecnologías tienen sus luces y sus sombras. Sus efectos ya se hacen sentir en la capacidad cognitiva de adolescentes y niños cuyos padres y maestros reaccionan sorprendidos por su pérdida del análisis crítico, la empatía y la toma de perspectivas derivados de la lectura profunda.

Para científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, la lectura superficial en los medios digitales está afectando la capacidad de la memoria y la lectura profunda, debido a que los circuitos neuronales cambian de manera sutil y con mucha rapidez.

La investigación de la neurocientífica Maryanne Wolf, descrita en su libro Reader, Come Home (Lector, vuelve a casa) señala que al circuito neuronal humano le tomó cerca de seis mil años desarrollar las capacidades de lectura y escritura, así como la necesidad de nuevos circuitos en el cerebro de la especie.

Una regla fundamental de la neurociencia consiste en que lo que no se utiliza se pierde. De ahí que la memoria y la lectura, como elementos esenciales en la plasticidad de los procesos cognitivos, sean de importancia vital para el desarrollo del cerebro humano.

La lectoescritura surgió de una red neuronal que creó conexiones con nuevas redes hasta desarrollar un circuito, por lo que una de sus virtudes es la plasticidad o la capacidad de adaptarse a la complejidad de nuevos procesos a mayor profundidad de la lectura y la memoria, así como sus efectos en las generaciones actuales y futuras.

Tener memoria y leer refleja quiénes somos y en particular cuál es nuestro medio. Según la doctora Wolf, “en la medida en que un medio digital nos exige que procesemos grandes cantidades de información y de manera rápida, se reduce el tiempo disponible para procesarlo con más lentitud.”

Advierte que las funciones del medio digital premian y facilitan el procesamiento rápido en detrimento de los procesos más lentos que edifican mecanismos complejos como la crítica, el análisis o la empatía. Subraya que “no nos equivocamos como sociedad cuando innovamos, sino cuando ignoramos lo que alteramos o disminuimos al innovar.”

¿Cuáles son los beneficios o efectos de la lectura superficial de un titular de noticias, un fragmento de un video familiar, el mensaje de un amigo o tres líneas de un correo electrónico, sin perder los procesos más exigentes como la inferencia, el análisis crítico y la empatía, todos los cuales son indispensables para aprender en cualquier edad?

La lectura digital superficial plantea marcadas diferencias en la forma como afecta a un adolescente y a un niño. A los primeros les afecta con la impaciencia cognitiva y el aburrimiento a la hora de leer obras del Siglo XIX o del XX reflejan la incapacidad de leer con un nivel de análisis crítico suficiente para comprender la complejidad del pensamiento y los argumentos en textos de literatura o ciencia en la universidad, en testamentos, contratos y las preguntas de un referéndum.

En el caso de los niños, la situación parece ser peor. Su atención se distrae de manera contínua, el bombardeo de estímulos jamás se consolidarán en sus reservas de conocimiento, lo que arroja como resultado que se desarrolle cada vez menos la capacidad para extraer analogías e inferencias cuando leen o reflexionan.

En conclusión, todo parece indicar que la nueva norma de lectura es leer por encima, navegar a lo largo de un texto en el cual prueban la primera línea y luego buscan palabras en el resto del contenido. Cuando el cerebro funciona así, se reduce el tiempo que se debe dar a la lectura profunda, sensata, meditada.

El resultado es que no hay tiempo para abarcar la complejidad, para comprender los sentimientos de otro, para percibir la belleza y para crear pensamientos críticos propios, y el daño colateral de la cultura digital son el análisis crítico, la empatía y otros aspectos esenciales en los complejos procesos neurocerebrales.

Su pérdida afecta nuestra capacidad para navegar el bombardeo constante de información, lo que fomenta el encierro en la información o datos sin verificar, que no demanda ni recibe análisis, que nos hace susceptibles a los “fake news”, a los datos falsos y a la demagogia.

Los científicos proponen utilizar la tecnología y la ciencia disponibles para identificar y rectificar esas pérdidas antes que el circuito neuronal se fije, cultivar un cerebro alfabetizado por dos vías: la lectura profunda y la lectura superficial, capaz de crear formas de pensamientos más complejas tanto en los medios digitales como en los tradicionales. En tanto, orates y oportunistas inundarán y complicarán las redes y foros, alejándolas de un mundo mejor.