El actual gobierno dominicano se anotó un triunfo histórico en la 46 asamblea de la Organización de los Estados Americanos, celebrada en la ciudad de Santo Domingo en junio de este año 2016, al conseguir una disculpa de esta organización por su rol en prestarse ser un instrumento para orquestar la invasión armada más grande que haya sufrido algún país en la historia de América. Recordamos  cuando más de 42000 soldados de los EEUU y  de otras naciones latinoamericanas, impidieron el regreso de nuestro país a la constitucionalidad interrumpida en septiembre de 1963. El costo político y social de esa invasión en el desarrollo de esta nación es incalculable.

Lo irónico del caso es que mientras estábamos celebrando  el esperado desagravio, el mismo gobierno que gestiono esta  iniciativa, estaba firmando a la par con este evento,   el permiso de una invasión cultural cuyos efectos serán más nocivos que los de aquella invasión de 1965.   Esta  dominó militarmente  el  espacio geográfico nacional, pero nunca  los corazones de este digno  pueblo. A diferencia de aquella, esta nueva invasión orquestada para dominar la mente y los corazones de los dominicanos, en especial los jóvenes y niños, es silente; y se lleva a cabo  con la complicidad de los gobiernos locales  de muchos países, y  de organizaciones supranacionales como la OEA y la ONU. Se busca con esta culturalización neo pagana  lograr un nuevo orden moral que cambien los paradigmas de esta sociedad, sus valores, su moral y su identidad haciéndola débil y dependiente. Nos referimos en específico al  contenido de la resolución firmada por esta nación en el marco de la citada asamblea de la OEA, con la cual  se  apoya irrestrictamente la diseminación y avance de  la ideología de género en esta nación y otras de Américas. Este  hecho es algo  sin precedente histórico,  ya que la OEA había promovido los intereses de las potencias que la financiaban pero nunca una ideología en particular. Una nueva  imposición de las minorías de la plutocracia mundial, de minorías liberales y de la elite burocrática  de las organizaciones supranacionales, sobre pueblos y naciones que no comparten esa ideología. Se pretende imponer  sin ningún tipo de referendo ni consenso,  sino por vía de legislaciones y chantajes económicos con la ayuda de gobiernos y grupos  complacientes,  la transculturización más drástica y agresiva de América. Esta invasión ideológica que tiene como objetivo desarrollar y validar el placer sexual sin límites para todas las edades desde la infancia como estilo de vida, liberar las conductas sexuales desviadas de los estigmas sociales y de cualquier tipo de criticismos de cualquier clase aun mediante mordazas legales, y la instauración de la grandemente rentable industria del aborto entre otras cosas. Con ello   atropellaran  la identidad de una nación que históricamente ha asimilado los valores judeocristianos como parte de su identidad, y tendremos  que ver como la cosmovisión de la revolución moral liberal nos  será impuesta por una minoría local y extranjera.

Históricamente se ha  visto como la pérdida de valores acelera el deterioro de las naciones y sus instituciones. Unos llegan ahí como el caso de las naciones desarrolladas, emulando la historia de la decadente Roma Imperial, saturada de ocio, de pan y de juegos buscaban el placer como el summum bonum de esas sociedades, causando sus propias ruinas. En el caso nuestro , siendo  un país en vías de desarrollo y con gran debilidad institucional,  sufriremos  una hemorragia en el ordenamiento social cuando esta corriente de la búsqueda de placer individual como  el bien más alto de la sociedad, aun a costa del bien colectivo,  nos arrastre a niveles más bajos que los que ya tenemos. Nuestros hijos serán entregados a esta ideología y se les adoctrinara por vía de la educación sexual estatal obligatoria, emulando los patrones de los países totalitarios. Así en una generación más se habrá eliminado  toda  oposición  mediante el avasallamiento ideológico con el apoyo estatal.

Sé que muchos podrán tildarnos de fabuladores, exagerados, fanáticos etc. Se repetirá la historia cíclica de la advertencia de algunos pocos ante los totalitarismos, la cual no será escuchada y de la indolencia de muchos ante las advertencias hasta que fue tarde. Todavía estamos a tiempo, nuestros hijos, nuestra nación  y nuestras familias peligran, repudiemos  esta nueva invasión.