<< La ironía es forma de decir lo que no se puede decir. Dice lo que no se dice. Dice otra cosa de lo que dice. Y este carácter paradójico hace de la ironía una figura especialmente atractiva para estos tiempos en los que el derecho a decir se ha vuelto sospechoso.
Ese decir y no decir permite estar en dos sitios y en ninguno, cazar dos pájaros de un tiro (…) Para entendernos: su atracción reside en que es un lujo y como tal reviste de prestigio a quien lo usa. Lujo intelectual: finura de espíritu, sabiduría escéptica, comprensión tolerante, humilde cinismo, modesta soberbia.
La lúcida actitud de quien ya sabe que todas las batallas son la misma y que la derrota o la victoria son las dos caras (irónicas) de un mismo absurdo. (…)
No es extraño por tanto que el escritor se sienta atraído por esta dulce Circe que le permite instalarse en el poder de aquel que puede decir y dice, y en la cómoda irresponsabilidad del que nada dice. Musa irresistible para el escritor de nuestro tiempo: el que no quiere equivocarse. (…)
Su miedo a decir (algo) se asienta en su presunta lucidez histórica: decir produce catástrofes. Su necesidad de decir, de estar entre los que dicen, tiene orígenes más inmediatos: sabe que el que no dice no existe, no "cuenta". Al decir participa del poder. Al decir lo que no se puede decir (la ironía) participa del no poder: de lo oprimido. Vive y disfruta de esas dos legitimidades. Y en cada ocasión oportuna acudirá a cada una de ellas. Según su conveniencia. Sirve a dos amos y por eso se siente como quien no padece a ninguno.
Libre en lugar de doblemente esclavo. Libre y al servicio de la única verdad posible: la irónica y… (…)
Nada hay por tanto de raro en que con tantas ventajas la ironía se haya constituido en el recurso más prestigioso de nuestro tiempo literario. Tiempo en que el hablar claro parece estar condenado a volverse palabra autoritaria, dogmática, totalitaria: anatema. Tiempo en el que escritor rehúsa ser árbitro, juez o testigo y teme que el decir le comprometa. La ironía goza social, cultural y literariamente de máximo aprecio y ha devenido en condición y mandamiento intelectual insoslayable: toda existencia inteligente debe ser irónica, llegándose por este camino a una afirmación implícita que la sacraliza: ironía e inteligencia serían una misma cosa.>>
Presentados entre comillas, declaro que estos escritos, aunque pudiesen serlo , no son míos ,son fragmentos que me he permitido reproducir , de un interesante artículo de Constantino Bértolo sobre el mal entendido y paradójico recurso de la ironía usado en la literatura , cuyo título original es "La ironía, el gato, la liebre y el perro". Muy interesante, si gusta puede leerlo íntegro en (http://hernanmontecinos.com/2009/05/15/la-ironia/). Es del genio de Bértolo todo el crédito.