La Independencia Nacional de la República Dominicana es una gesta heroica que ha marcado la vida de nuestra nación y que ocupa un lugar preferente en el corazón de muchos dominicanos. Los esfuerzos desplegados por Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, junto a cientos de hombres y mujeres comprometidos con la causa liberadora, dieron origen a una nación independiente de fuerzas externas. Asimismo, lucharon con creatividad y arrojo para crear conciencia política y social a favor de la libertad, la democracia y la justicia. Esta empresa es invaluable, por lo que requiere gratitud de nuestra parte y un mayor empeño para darle continuidad al espíritu y al compromiso que mostraron los héroes y las heroínas de tan magno acontecimiento. Se espera que su valor y su generosidad no caigan en el vacío y le den direccionalidad al pensamiento y a la acción de los dominicanos, en pro de una Patria cada vez más desarrollada y autónoma, en el presente y en el futuro. La historia del país nos presenta cientos de dominicanos que han honrado la memoria de los Padres de la Patria, como Luperón, Francisco Alberto Caamaño, Rosa Duarte, Mamá Tingó y otros que no le han temido a nada para defender derechos; para incluir y avanzar hacia una sociedad menos desigual. Luchar por la instauración permanente de estos valores implica una confrontación constante con los que ejercen poder y son cómplices de actitudes y prácticas que constituyen un ultraje a la Independencia Nacional.
Hablar de ultraje a la Independencia Nacional puede parecer una expresión exagerada y fuera del tono cotidiano que se utiliza para nombrar este hecho histórico. Pero constatamos que en torno a esta fiesta nacional aumenta la cantidad de palabras para reconocer la grandiosidad de la Independencia Nacional. Pero la cantidad y diversidad de estas palabras de elogios se colocan muy distantes de los hechos que acontecen en el país porque no conectan con la esencia de la Independencia Nacional. Según la Real Academia de la Lengua, ultrajar, significa ajar o injuriar; despreciar o tratar con desvío a alguien. El ultraje tiene diferentes manifestaciones en nuestro país; y estas, a su vez, tienen un impacto también distinto en las personas, en los movimientos y en las instituciones.
Una de esas manifestaciones se vincula directamente con el desbalance entre el crecimiento económico y la pobreza. La República Dominicana tiene un elevado crecimiento económico (5.1% según la CEPAL para este año) y es uno de los países con mayor estabilidad económica en el continente, colocándose como el segundo país líder en crecimiento económico en la región. Mientras tanto, el índice de desigualdad alcanza un 21.7% en el 2017, según el PNUD. Esto es un ultraje a la Independencia nacional, pues la desigualdad atenta contra uno de valores centrales de la gesta del 27 de febrero, la libertad y la inclusión de las personas y de la colectividad.
Otras de las manifestaciones del ultraje se visualizan en el funcionamiento de la justicia en la República Dominicana. Los ciudadanos de bajo nivel socioeconómico son los pobladores permanentes de las cárceles dominicanas. La justicia dominicana tiene dificultades para acusar y sancionar a los ciudadanos de cuello alto y, sobre todo, si son funcionarios de los gobiernos de turno o representantes del capital privado. Esta situación es expresión de un desprecio al valor de la justicia, uno de los pilares de la Independencia Nacional. De igual modo, una tercera manifestación se evidencia en la hegemonía durante 20 años de un mismo partido político mientras se constata una oposición dispersa y sin fuerza. Ambos hechos acentúan la fragilidad de la democracia y socavan los retazos de participación ciudadana. Este último rasgo influye para que la impotencia y el desencanto político-social se apoderen de personas y de grupos.
Otro ultraje a la Independencia Nacional viene tanto del área estatal como de la sociedad civil. La primera no aborda con energía el problema de la emigración ilegal, especialmente de aquellos de quienes nos independizamos; y la segunda parece considerar que la protección de los derechos de los que vienen va primero que los derechos de los dominicanos. En muchas ocasiones se pone más énfasis en la precariedad en que viven los haitianos en República Dominicana que en la pobreza en que vive un alto porcentaje de dominicanos. Este ultraje se acompaña del producido por las potencias extranjeras que se han desentendido de Haití y esperan que asumamos de forma exclusiva la solidaridad con ese pueblo hermano.
Las manifestaciones señaladas son interdependientes y crean un estado de situación que violenta los valores y los principios que están en la base de la Independencia Nacional. Además, las manifestaciones presentadas incentivan la concepción y la postura de que todo lo que acontece en el exterior es mejor; de que no vale la pena luchar por nada en República Dominicana. Esta actitud es un ultraje a la Independencia Nacional. Hemos de ponerle fin a los ultrajes personales, institucionales y estatales. De igual modo, hemos de actuar con más determinación y responsabilidad en la superación de todo tipo de ultraje a la Independencia Nacional.