Generalmente, en nuestras zonas urbanas, se nos enseña a limpiar las aceras, jardines y parques, para que se vean limpios y “bonitos”. La mayor parte de “basura que ensucia” un parque, acera o jardín, proviene de las hojas secas que caen de los árboles. Tal vez no lo sabemos, pero nuestra piel se renueva constantemente, se reproducen desde las capas profundas nuevas células y las de la superficie van muriendo y cayendo. Se limpian cuando tomamos el baño. Lo mismo ocurre con las hojas de los árboles.

Pero a diferencia de nuestras células de la piel, las hojas secas de los árboles, que “ensucian” nuestros parques y jardines, cumplen una función ecológica de capital importancia para los ciclos de la vida. Las hojas caídas proporcionan nitrógeno al suelo, el material con que las mismas plantas se alimentarán, y de ese alimento que consumen las plantas es que los animales, incluidos nosotros, podemos adquirir este elemento insustituible, que compone los aminoácidos que forman las proteínas en nuestro cuerpo, así como los ácidos nucleicos del ADN que transmite la información hereditaria. Así son de importantes las hojas secas de los árboles.

En todos lugares ya se ha establecido como normal considerar a la hojarasca, las hojas secas, como basura. Ya habíamos expuesto, por este mismo medio, los beneficios que aporta a la salud y a la buena alimentación, el aprovechamiento de todo tipo de residuos orgánicos con tres objetivos principales: favorecer el cumplimiento de los ciclos normales de la naturaleza, disminuir las cantidades de desechos, desperdicios o residuos orgánicos que se producen y se envían a los vertederos, evitando los efectos de la contaminación y tercero, permitir que ocurra el beneficio natural de la conversión de sus componentes orgánicos en alimentos para plantas y animales.

Y aprovecho la ocasión para RECALCAR QUE NO CONOCEMOS ESTAS COSAS PORQUE NO TENEMOS PROGRAMAS DE EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA EDUCACIÓN BÁSICA. El desconocimiento de estos procesos hace que, afanosamente, queramos siempre mantener sin hojarasca nuestros parques y jardines.

Un día, caminando en un parquecito, se ve a un señor al que se le pagaba para realizar esta labor de “limpieza” y le hicieron el comentario: si dejan las hojas en el suelo, beneficiarán las plantas. El señor transmitió el mensaje, que fue entendido y asumido, y ya no se “limpió” más el parque. A mí me encanta caminar y arrastrar en las pisadas la hojarasca, porque me recuerda “el otoño” cuando tuve la oportunidad de vivirlo.

Pero todo llega a su final, y no siempre a final feliz. El parque se llenó de hojas y todos tranquilos y felices. La hojarasca empezó a colocarse intencionalmente alrededor de los árboles para facilitar su alimentación, incluso hubo ocasiones en que se utilizó barro del alcantarillado pluvial, algo muy ingenioso y positivo, para abonar los árboles. Y todo seguía bien. Pero cuando algún vecino aprovecha los residuos orgánicos, y utiliza hojarasca de un parque público para su procesamiento, buscar y llenar cuatro fundas de supermercado para dos cajas de compostaje, es algo sencillo y que no debiera molestar a nadie. Pero resultó que sí molestó.

Así que los “dueños” del parque decidieron que SU hojarasca solo pueden usarla y aprovecharla ellos, la mandaron a recoger, empacaron en fundas y se la llevaron. Los árboles seguirán echando sus hojas al suelo. El suelo seguirá llenándose de hojas secas. Este parque se encuentra entre las calles José Amado Soler y Filomena Gómez de Coba de nuestra ciudad. Me gustaría que una oportunidad así fuera aprovechada por cada Junta de Vecinos para promover talleres de enseñanza sobre cómo procesar sus residuos orgánicos. Que se enseñe que procesar los residuos orgánicos aprovechando la hojarasca es mejor que enviar los residuos al vertedero, o que alguien se lleve la hojarasca de un parque público, quién sabe si para hacer un gran negocio propio con bienes públicos. De nuevo en la lucha entre lo particular y lo colectivo.

Hago esta mención para promover la idea de que en cada parque público se separe un espacio para la buena convivencia en armonía con la naturaleza. Que sirva de lugar de enseñanza-aprendizaje y socialización de todos los vecinos y que puedan vivir y convivir en paz. Los espacios públicos son una excelente oportunidad para aprender sobre los procesos de la naturaleza y el aprovechamiento de nuestros residuos en estos espacios es una oportunidad única. Aprovechémosla!