El amigo Pablo Antonio Gómez ha elaborado un interesante artículo que queremos dar a conocer porque resume magistralmente los debates sobre la fatídica y determinante acción política de la Iglesia católica dominicana de 1844 contra la dominicanidad y contra Duarte, la que ahora quieren negar enviando emisarios a la prensa, como Balcácer y Sáez , para continuar con su horrible faena de desvirtuar los hechos y ocultar su crimen contra la Patria, para continuar descaradamente con la mentira y el engaño haciéndole creer al pueblo dominicano la falsedad histórica de que actuaron a favor de Duarte y que lo amaron.

Veamos lo escrito por nuestro amigo Gómez:

<<Duarte, Sánchez y demás compañeros…Si fueron excomulgados>>

Por Pablo Antonio Gómez,

<<Por fin un funcionario del Estado Dominicano, por demás prestigioso Historiador y miembro destacado de la Comisión Nacional organizadora de los festejos por el Bicentenario del nacimiento de Juan Pablo Duarte, el Dr. Juan Daniel Balcácer, se dio por aludido y dio a conocer su posición sobre el tema de la excomunión que le fue impuesta por la Iglesia Católica en 1844 a Duarte, Sánchez, Mella y otros trinitarios y allegados, por medio de la Carta pastoral del 24 de julio de 1844 dictada por el Dr. Tomás de Portes Infante, para entonces Vicario General de la Isla de Santo Domingo y Delegado Apostólico del Papa Gregorio XVI.

La pastoral de 1844 estuvo encerrada por cien años en el Archivo General de la Arquidiócesis de Santo Domingo hasta 1947 que fue dada a conocer por el AGN en su publicación Documentos para la historia de la República Dominicana. VOL II, Colección de E. Rodríguez Demorizi, Santiago, 1947, Págs.47-55, y aunque no
cabe dudas de que a partir de entonces la generalidad de nuestros historiadores profesionales la conocieron, en especial los “duartianos”, todos han ignorado su contenido. En 1996 el sacerdote José Luis Sáez la divulga como simple anexo de uno de sus libros; en 2005 el Dr. Santiago Castro Ventura en su libro "Duarte en la Proa de la Historia” es el primero que hace una referencia crítica sobre las consecuencias del documento, y lo mismo hace el Prof. Juan Maríñez en su libro “Origen y Desarrollo de la Nación Dominicana” publicado en el 2010.

Pero indudablemente, el contenido de la pastoral del 24 de julio de 1844, que encierra el trascendente hecho de que la jerarquía católica de la época empleó la excomunión como parte de una conspiración política contra Duarte, Sánchez, Mella y sus seguidores, ha pasado desapercibido o simplemente ha sido ignorado en la historia oficial dominicana escrita hasta el presente; hasta que fue puesto sobre el tapete por la Dra. Argelia Tejada Yangüela mediante su artículo del 28 de febrero de 2012 Causas y consecuencias de la traición de la Iglesia a Juan Pablo Duarte (1) en el periódico digital Acento.com.do; desde entonces el tema ha sido ampliamente trabajado por Guido Riggio Pou a través de su columna en ese mismo medio.

La postura del Dr. Balcácer, Balcácer niega Duarte fuera excomulgado, sus argumentos, resultan en extremo simplistas: Que no ocurrió tal excomunión porque el nombre de Duarte y sus otros compañeros no aparece en ninguna parte del texto de la carta pastoral en cuestión y porque “el procedimiento establecido por la Iglesia Católica para excomulgar a una persona” requiere necesariamente “un documento o carta dirigido específicamente a la persona que será objeto de la excomunión, indicando, además, las causas que justifican semejante dictamen. Una vez enterada la persona afectada con la excomunión, la comunicación habrá de ser leída en el púlpito de los centros religiosos para que sea de conocimiento de la comunidad católica”.

Este argumento, que había sido de antemano rebatido por Guido Riggio en su artículo Duarte: Excomunión sin juicio se desmorona de inmediato ante lo que plantea el derecho canónico vigente para la fecha y hasta el presente: La “excomunión mayor” que se dictó sobre Duarte, Sánchez, Mella y otros trinitarios en 1844, por definición canónica tuvo su efecto automático e inmediato, con el sólo hecho de los próceres desobedecer los mandatos y órdenes de Santana y de la Junta Central Gubernativa que él encabezaba, sin necesidad de juicio ni de ningún otro documento. (Ver: Excomunión, Enciclopedia Católica Online. Y también artículo de Pedro Ma. Reyes Vizcaíno La pena de excomunión en el derecho canónico).

También el sacerdote e Historiador José Luis Sáez en una comparecencia por televisión pretende negar el hecho de la excomunión de Duarte y sus compañeros con el infeliz argumento de que “para esa época no existía el derecho canónico.”

Qué dice la carta pastoral del 24 de julio de 1844 emitida con el supuesto propósito de “anunciar la independencia nacional” cinco meses después de proclamada y que en su encabezado está dirigida a los fieles Archidiocesanos de San Francisco de Macorís?. Veamos su párrafo final:

“Católicos, vamos a concluir esta pastoral advirtiéndolos y rogándolos por las entrañas de nuestro divino salvador y maestro Jesucristo, por su cruz, por su sangre preciosísima derramada en beneficio de todos nosotros, por su pasión y muerte, os suplicamos que no os dejéis alucinar por hombres que absolutamente conocen la religión, y que no tratan sino de acabar con ella. Nuestros queridos hijos, solamente la religión católica, apostólica, romana, puede consolarnos en nuestras aflicciones y desgracias. El mundo adormece los pesares: pero no los cura. Sólo Dios puede consolar nuestras penas, solo ese grandioso Dios, ese Dios de Dios de toda consolación , es el único que sabe hablar al corazón: por consiguiente; el os dice por el órgano de mi débil voz pero embajador de su hijo preciosísimo, que os mantengáis en tranquilidad, que no abuséis de su misericordia, y advertid que el es muy celoso de su honor y de su gloria y ya vosotros estáis comprometidos y por supuesto se dará por ofendido si no obedecéis los mandatos y ordenes, tanto del General de División, y jefe supremo Santana, como los de la Junta Gubernativa, para lo cual os conminamos con excomunión mayor , a cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio Gobierno, y del bien social, y decid todos vosotros con el profeta David a nuestro gran Dios: bendecid a este vuestro pueblo, para que en vuestra gloria eterna seamos contados en el número de vuestros escogidos, para que como lo esperamos brille sobre cada uno de nosotros vuestra misericordia, y no nos veamos confundidos con los réprobos”.

Argumentando que Dios le hablaba a los dominicanos a través de él, Tomás Portes, la máxima y legítima autoridad eclesiástica de la isla tipificó como un grave pecado desobedecer a Santana y la Junta Central Gubernativa, y estableció la pena de excomunión mayor (expulsión del seno de la iglesia) a sus fieles que no lo obedecieran. Por tal motivo, todo el católico que conociendo la carta pastoral que los emplazaba desobedeciera su mandato, quedaba excomulgado latae sententiae.

Esta carta pastoral está íntimamente vinculada con la Resolución del 22 de agosto de 1844 de la Junta Central Gubernativa que condena a Duarte y demás trinitarios por el supuesto delito de traidores e infieles a la Patria. Se produce en momentos en que Santana procedía a retomar el control de la Junta Gubernativa: “Apenas hacía días que el general Santana había depuesto, mediante una asonada militar, a la Junta Central Gubernativa, bajo el control de los trinitarios y que desde el 9 de junio de 1844 presidía Francisco del Rosario Sánchez” y con el propósito de amedrentar a los fieles católicos del Cibao (específicamente los de San Fco. de Macorís) que se movilizaban masivamente por esos días proclamando a Duarte como Presidente de la República, “delito” por el cual Duarte y los suyos fueron condenados y exiliados. La expresión trastornar, refiriéndose a enfrentar o rebelarse contra las disposiciones de la Junta Gubernativa encabezada por Santana, que es utilizada en la parte inquisitiva de la Pastoral, se emplea también al inicio del dispositivo de la resolución del 22 de agosto de 1844 que condena a Duarte y demás trinitarios.

Y aunque optan aún por negar la excomunión, en la declaración pública que hicieron tanto el Dr. Balcácer como el Padre Sáez, ambos probablemente ya hacen un aporte importante para la historiografía nacional y dan un primer paso hacia adelante en la dirección que conducirá irreversiblemente a reescribir ese capítulo de la historia dominicana [el comprendido entre el 2 de agosto de 1843 y el 14 de noviembre de 1844] cuando admiten y reconocen que el Vicario General Tomás de Portes y la jerarquía católica de la época se opusieron a la postura patriótica y nacionalista de Duarte de defender la independencia de la naciente nación dominicana ante el interés de algunos de enajenar su soberanía a favor de Francia; Tomás Portes se alió con ese sector de falsos dominicanos y junto a ellos conspiró contra Duarte y sus seguidores hasta el punto que apeló a la pena capital que aplica la Iglesia Católica (la expulsión) para desacreditar y destruir el prestigio, la figura y el amor propio de Duarte, viabilizando su exclusión de la coyuntura política en proceso. Ambos historiadores también destacan, que dicha pastoral no tiene motivación ni contenido canónico, sino estrictamente político. Veámoslo con las palabras de Balcácer:

“El Vicario General, Portes e Infante, el mismo que el 15 de marzo de ese año recibió a Duarte en el puerto de Santo Domingo saludándolo con “¡Salve, al Padre de la Patria!”, se distanció de éste y cerró filas con Santana y los afrancesados a raíz del enfrentamiento entre trinitarios y conservadores que tuvo lugar en el curso de una reunión de la Junta Central Gubernativa, el 26 de mayo de 1844.”
“Durante esa célebre sesión, tanto Tomás Bobadilla como Tomás de Portes e Infante se pronunciaron en favor del protectorado francés, retomando así los términos de la proditoria [Que incluye traición, nota nuestra] Resolución del 8 de marzo.”
“Duarte y los trinitarios se opusieron firmemente a dichas pretensiones, impidiendo con su férrea posición nacionalista que dicha moción fuera aprobada” (Balcácer niega Duarte fuera excomulgado).

Con motivo del Bicentenario el Dr. Balcácer se ha explayado argumentando que “Los peores enemigos de Duarte fueron los conservadores dominicanos”, lo cual es cierto, pero ha callado que la jerarquía católica de la época fue el principal soporte de sus verdugos, el vehículo blindado que emplearon para anularlo y derrotarlo.

Y ese es el meollo de todo este asunto. Se trata de la verdad histórica que todos los historiadores dominicanos importantes conocen, y que ha sido ignorada, ocultada, manipulada. Y nos obliga a reconsiderar también la idea hoy predominante de que la Iglesia Católica fue la gran auspiciadora de nuestra Independencia, de nuestra dominicanidad.

De manera que Duarte, Sánchez y demás compañeros…Si fueron excomulgados
tácitamente (sin declaración formal) mediante la Carta Pastoral del 24 de julio de 1844, firmada por el Vicario General Tomás de Portes e Infante.

Y ello se confirma también por la condena del 22 de agosto de la Junta Central Gubernativa que en su sentencia los declara infieles a la patria. Se emplea el término infieles (que no profesa la fe considerada como verdadera) porque esa condena en sí resumía para ese grupo de ciudadanos la consumación del delito del que habían sido advertidos todos los católicos residentes en el territorio, se habían convertido en réprobos (malvados, condenados a las penas eternas, personas apartadas de la convivencia por razones distintas de las religiosas) puesto que desobedecieron “los mandatos y ordenes, tanto del General de División, y jefe supremo Santana, como los de la Junta Gubernativa.”

Y todo indica que Duarte así lo entendió desde el principio y probablemente actuando como un cristiano obediente, no hizo resistencia.

Ello pudiera ser también la razón por la que en 1856 estando Duarte en el Estado de Apure en Venezuela, ante una propuesta de su amigo el sacerdote Juan Bautista Sangenis (San Gervi) para que se integrara al sacerdocio, le respondió que él no podía tomar estado, esto es, integrarse a una institución católica.

También podría explicar el por qué de esa frustración y amargura tan profunda de Duarte que lo condujo a negarse a regresar a suelo patrio a pesar de haber sido conmutada la pena de destierro en 1848, y a llevar una vida de ermitaño en Venezuela por largos años.

19 de marzo de 2013.>>