El acaparamiento o infiltración maliciosa de todas las esferas del poder lo convierten en un gobierno voraz y “absoluto”. La “gula de poder” es el gran pecado político que pone ante la vista del país y de la comunidad internacional el déficit de virtud y de “salud” de este gobierno. Y con ello arrastra la tara política expresada por la Ley de Acton y Pitt.
John Acton, un pensador liberal que defendió las libertades políticas y la independencia de los ciudadanos para investigar los escándalos y abusos del poder, acuñó la sentencia: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Antes que él, William Pitt ya había expresado un juico similar: “El poder ilimitado es capaz de corromper la mente de aquellos que lo poseen”. Esto retrata plenamente al gobierno del PLD.
Utilizando todas “las artes”, el gobierno del PLD ha logrado hacerse con todos los poderes, fusionando los tres poderes que definen a una democracia representativa en uno solo, y que tiene su sede en el Palacio Nacional. Se convirtió en un poder absoluto, absolutamente corrupto, que amenaza seriamente la democracia dominicana.
Dueño de todos los poderes, arrebatados o comprados, y de todas sus respectivas corrupciones, el gobierno del PLD ha logrado evadir, violar e ignorar todos los límites, controles y contrapesos que impone una democracia sana y vigorosa, deteriorando con esto su popularidad, su transparencia y su efectividad. Haciendo caso omiso del principio de que, aun en las democracias, el poder debe ser limitado y de “que la democracia consiste esencialmente en poner bajo control al poder político”.
El gobierno del PLD ha procurado una conquista envenenada y aberrante del poder, tratando de imponer su “proyecto totalitario”, dejando ya de ser un proyecto de gobierno para convertirse en un “proyecto de cambio de régimen”, contrario al “esencialmente civil, republicano, democrático y representativo” y que concibe un gobierno con tres poderes independientes, según establece la Constitución de la República.
Con una intrepidez alejada de toda ética, este gobierno también ha eliminado los mecanismos que las democracias imponen para limitar el poder y evitar la tiranía: la independencia de la justicia, la libertad de prensa y el pluralismo político, entre otros. Ahí están bien visibles los escándalos y componendas de un gobierno “absolutamente corrompido”: despotismo, nepotismo, transfuguismo, corrupción, impunidad para los corruptos emblemáticos e inversión alocada en proyectos populistas del margen de las carencias, prioridades y requerimientos esenciales de las comunidades y sus ciudadanos.
Ahí está la concesión de “patente de corso pública” mediante el otorgamiento cargos vitalicios a los miembros del partido de gobierno y partidos cooptados. Ahí está la concesión de “patente de corso privada” mediante el otorgamiento al sector privado de prebendas, contratas, estancamiento del salario mínimo, privatización de servicios públicos, asignación y concesión de obras sin licitación, exoneraciones y subsidios alegres y otros regalos y “préstamos” de los recursos de la nación.
Ahí están también los favores a instituciones cuestionadoras, tales como el reciente ofrecimiento de subvención a los colegios católicos, un día después de haber recibido la crítica pública de la Conferencia del Episcopado Dominicano sobre la corrupción gubernamental imperante. Pareciera que el gobierno peledeísta, “que lo compra todo”, tratara de “comprar indulgencias” para santificar su “gula de poder aberrante” y sus corrupciones, pero tampoco este “trueque” le hará merecedor del perdón por parte de los ciudadanos honestos y de los votantes democráticos.
El poder absoluto del gobierno del PLD, utilizado para el enriquecimiento y señorío de una élite, escandaliza, cansa, lastima, humilla, indigna, irrita y avergüenza. Demanda “abrir los ojos” y volver la mirada hacia un estilo político democrático y decente. Cargado de grandes perversidades, el poder que corrompe absolutamente cubre todas las dependencias del gobierno y convierte en poderosas a familias enteras.
Ese mismo poder absoluto y absolutamente corrompido se burla de los principios morales y democráticos, negando que el poder democrático deba estar apoyado por una justificación ética para durar sin contaminarse y para ser efectivo. Esta gula de poder aberrante desdice abiertamente de la legitimidad misma del gobierno ya que sólo el poder efectivo es legítimo.
Frente al peligro inminente de este “régimen totalitario” habrá de surgir muy pronto un vehemente deseo de cambio y de rescate de la democracia que desplace la gula política aberrante del gobierno del PLD. Como bien expresara Frederick Hayek -en su obra Camino de Servidumbre- “bajo un gobierno con poder absoluto el sistema democrático puede ser tan opresivo como la peor dictadura”. Y todo parece indicar que esta patología está haciendo su aparición en el escenario político nacional.
La genética libertaria de los dominicanos ha llenado la historia de luchas contra el autoritarismo, el abuso de poder y la mutilación de las libertades de los que no piensan ni sienten como el gobierno. La vocación democrática del pueblo dominicano es más grande que el miedo al poder absoluto, al poder absolutamente corrompido. ¡La gula política aberrante del gobierno del PLD, que ha convertido el poder en un festín para sus elegidos, tiene sus días contados!