En la poética de Lupo Hernández Rueda, lo lírico y lo existencial se entrecruzan, como ejes temáticos que concurren en el diseño sonoro y simbólico en su discurso poético.

Hay una afluencia enunciativa que sostiene una  lógica filosófica afianzada en una manifestación metafórica basada en el correlato expresivo de lo absurdo, como sucede en su obra titulada "Círculo" (1979), donde el sujeto-autor apuesta al rejuego del pensamiento y de la imaginación. Veamos:
Nací cuando ya era un anciano/
Mis nietos/ que nacieron ayer/
hace tiempo que han muerto/
Yo los miro crecer conmigo en esta hora//". (P.7).
El poeta se rebela a la muerte y zar nuegga a ser atiborrado de la existencia, procurando la plenitud del Ser, del sujeto simple y mortal que ha de permanecer en su apego a lo trascendente:
"No esa cierto que la muerte me acompañe/ que cada día muera algo de mi con ella/
El hombre que yo soy no perece conmigo/
Hace tiempo que ha muerto y me acompaña ahora/
y se sienta a mi lado/
habla cuando converso/
Piensa las mismas cosas de antaño que yo pienso//."
(P.7).
La muerte, aquí no es aguijón que socava más allá del tiempo. Aquí la muerte es tránsito de traslado de un espacio sideral  otro espacio espiritual atemporal, quizás (?), haciendo del Ser un ente de permanencia que renuncia a ser subsumido por la soledad y por la misma muerte:
"El hombre es agonía
El hombre es movimiento perpetuo//."
En esta obra ("Círculo"), el hombre es acción en permanencia constante sobre el universo y la naturaleza. Aquí ell hombre  es dialéctica cósmica, incesante movimiento en cambio o en transformación. Es el caos y, a su vez, es el ordenamieynto de lo existente, en pugna con su ego de sujeto en búsqueda de libertad, en permanente retorno hacia su otredad:
 "Cambia el pasto viviente/
Rueda el mundo/
El rostro de Dios cambia también//".
(P.7).
El hombre es aquí un Ser en sí  y para sí, sin desmembrarse de la muchedumbre, al contrario, en confidencia con su entorno existencial. El hombre es el tiempo, la negación de la muerte, lo absoluto, construyendo su morada en cada vocal que marca el ritmo sostenido del poema, su eufonía consonántica en finales de palabras:
(…)
"Soy el aventurero/ Viajo/
Cómo la tierra o las semillas/con el viento/con el torrente lúcido del aire/ con la fuerza inmanente de las olas// (…).
(P.13).
Se trata de un sujeto-creador de voz y registro multiformes, que, como todo espectador-testigo de su tiempo, nos narra y se narra. Se dice y nos dice. Dejando en la epidermis del ordenamiento sintáctico del discurso poético, una dramática crónica poética recubierta de tragedia y patetismo, como ocurre en su obra "Crónica del Sur" (1965):
(…)
Es un terreno lleno de sordas bayahondas/ seco/accidentado/con huespedes secretos/que crecen a la vera del bosque o del conuco//."
(…).
(P.17).
Es el ardiente trópico del tabardillo que, inmutable y sintienlte, nos deja su espesor tirado en la sabana de bayahondas y güazábaras.
(…)
"Eres delgada y viva/ de vientre revelador/Por tus venas corre la tierra abrasada/la flor tierna y cálida de Neyba//."
(…).
El Sur, aquí no es una marca cardinal, un punto o espacio de permanencia. El Sur aquí es geografía humana, viviente que acusa y se amotina, a partir del eatallido de acentos que, entre pausas, hilvana el poeta desde la lengua.
El Sur aquí es una topografía poética, que nos demarca como existencia en el mapa sin límites de la palabra trasformada en poesía.
El Sur fluye aquí como un punto en movimiento que se niega a desfallecer, desde su estatura incandecente, primaveral, otoñal y tierna, desde su corazón de caoba, de algodón, sábila y pachuli.
"Crónica del Sur" revela el canon que asume lo particular (lo nuestro), con la universalidad. Aquí no sólo se marca una nueva temática asimilada del Postumismo, sino que  asume la designación de poetizar todo cuanto nos rodea.
Con "Crónica del Sur" se instaura una poética-raíz que tiene su fundamento emotivo y expresivo en  una enunciación de la pertinencia, de lo nuestro incorporado al territorio de la metáfora en lo estéticamente decible y oíble, desde la lengua, con sentido de universalidad.