Me ha llamado mucho la atención y me ha parecido muy interesante el tejemaneje y la discusión suscitada por la publicación en una revista extranjera, la Vogue británica, de una fotografía de una playa dominicana, en Samaná, llena de basura. Si hubieran sido los empresarios turísticos que se quejaran, se habría entendido. Pero ha sido la población que le ha caído a la autora de la fotografía con una hondonada de críticas y hasta de insultos por haber divulgado algo que, a pesar de que les duela, es una REAL REALIDAD. Y mira tú, se acaba de emitir la Ley de Residuos Sólidos, que permite por cinco largos años más a las empresas productoras de plásticos de un solo uso y de foam, el plástico más contaminante y no biodegradable de todos los producidos por la industria, seguir produciendo plásticos. Y por qué de eso no se quejan?

Se le ha llamado NACIONALISMO a la actitud de reclamo de la población por la publicación de la fotografía que muestra la playa llena de basura, como si lo que les ofende a los dominicanos es que esa realidad se publique, no que exista. No nos importa que las playas estén llenas de basura, de hecho, contribuimos gratuita y graciosamente a ello, porque no nos reconocemos culpables del uso y desecho irresponsable del plástico, cual que sea su tipo, pero sí nos molesta que se haya publicado la foto. No está como que un poco retorcido ese “nacionalismo”?

Y qué tal si probamos de otra forma nuestro supuesto nacionalismo? Cuántos de esos ciudadanos “dominicanos” que han insultado a Carmen por las redes sociales conocen lo que es un humedal o un manglar? Cuántos de esos “dominicanos nacionalistas” conocen los beneficios ecológicos y económicos que aporta a la economía de un país la productividad ecológica de un humedal o un manglar? Te atreverías a averiguarlo? Les ayudo con una orejita remitiéndoles al Plan de Conservación del Parque Nacional Manglares del Bajo Yuna, realizado por la Agencia de Cooperación de los Estados Unidos (USAID, claro está), la ONG The Nature Conservancy (TNC), la Fundación Ambiental de la Bahía de Samaná (CEBSE) y el Ministerio de Medio Ambiente. https://www.academia.edu/7776398/PLAN_DE_CONSERVACI%C3%93N_PARQUE_NACIONAL_MANGLARES_DEL_BAJO_YUNA_PROGRAMAPARALAPROTECCIONAMBIENTAL

Las zonas costeras, ricas en estos frágiles y productivos ecosistemas están llenas de ellos. Pero han sido cruelmente invadidas, intervenidas y desmontadas para el establecimiento del turismo. Un turismo de sol y playa, turismo del “todo incluido” en cuyo proceso económico no recibe nuestro país grandes dividendos. Las investigaciones realizadas por el Banco Central afirman que son “cuantiosos” los beneficios del turismo, en materia de inversión extranjera con un ingreso a la economía del 20%, 34% de divisas que ingresan al país, 7.6% de aporte al Producto Interno Bruto (PIB), demanda del 36% de la producción agropecuaria del país. https://www.elcaribe.com.do/2019/07/19/turismo-arrastre-del-pib-empleos-y-monedas-fuertes/#

Yo me pregunto de nuevo en qué y cómo se ve el beneficio de esas cifras en la situación de la población dominicana. El Covid 19 acaba de demostrarnos la ineficiencia y deficiente atención al sistema de salud y sanitario del gobierno dominicano a este renglón de atención a la población, de manera que no podemos decir que los beneficios del turismo se reflejen en un mejoramiento de la atención en salud a los dominicanos. Las muertes maternas y la desnutrición no han mejorado por el alto índice de ventas agropecuarias al turismo. Los estudiantes que entran a la universidad no saben lo que es la fotosíntesis, ni en qué consiste una cadena trófica, de manera que tampoco se refleja en beneficios a la calidad de la educación de los dominicanos, los altos índices de PIB que trae el turismo a nuestro país. Pero, y por qué los “nacionalistas” tan preocupados de que en las revistas extranjeras se publiquen nuestras playas sucias de plásticos, no se preocupan por todos estos problemas que el desarrollo turístico no resuelve?

Recuerdo que hace un tiempo escribí un artículo sobre los problemas retorcidos. Un problema retorcido, es una situación, o problema, que envuelve en sí misma otras situaciones o problemas, que se complejizan debido a las condiciones conflictivas en las cuales interactúan las partes interesadas, y dentro de lo cual están incluidos los factores emocionales, sociales, culturales, económicos y políticos. Esta situación creada por la publicación de la fotografía de la playa llena de basura es un TREMENDO PROBLEMA RETORCIDO. Involucra muchas situaciones conflictivas, pero sólo hemos querido ver una sola cosa: que no se vea fuera del país lo irresponsables que somos con nuestros recursos naturales. Como bien dice Carmen, preferimos ver las fotos bonitas de las playas, y dar la espalda a la destrucción de los manglares y los daños ambientales a ellos producidos, tanto por el turismo, la agricultura intensiva y el consumismo desaforado que nos induce a producir basura de manera incontrolable e incontrolada. Y todo esto, lo peor de todo, sin que hagamos conciencia de lo que hacemos y que prefiramos hacerlo dejándonos llevar como autómatas inducidos por un sistema que no toma en cuenta los desequilibrios ecológicos provocados y que en ello, nos va el futuro de nuestra propia existencia, aunque nos hayan hecho creer el cuento de que los recursos son infinitos e inacabables.

A pesar del retorcido “nacionalismo” reflejado en el vano reclamo por la publicación de una realidad innegable, han aparecido voces alineadas a lo que se quiere. Al cumplimiento de los reales objetivos por los que se publicó la fotografía: que haya una mayor preocupación y deseos de cuidar nuestras riquezas naturales y tengamos una conducta de consumo responsable. Se ha propuesto que promovamos la limpieza de los entornos de los manglares del Bajo Yuna. Pero eso no es suficiente. Y me parece muy adecuado en este acápite responder al llamado por medio del cual se publicó la fotografía motivo de nuestro tema. Y es la propuesta de la revista inglesa Vogue Challenge y su reto a que nos propongamos una revisión, un reto como forma de incentivar el planteamiento de problemas y situaciones de orígenes diversos. Esta propuesta de la revista suscitó mucho interés a nivel mundial, debido a la masiva participación, y a la amplitud de temas que se pusieron sobre el tapete, como la moda y apariencia de la mujer indígena mexicana, la apariencia y la belleza de la mujer negra, sea de países africanos o árabes africanos, la falta de acceso a oportunidades en poblaciones que normalmente no son tomadas en cuenta. Pero esto tampoco lo sabemos. Sí, ya sé, nos gusta lo fácil y sólo mirar lo superficial.

Pero qué tal si cambiamos, ya que, según decimos, hemos despertado y queremos UN CAMBIO. Ya les había dicho que para que haya un cambio, debemos cambiar todos. Hagámoslo. Aceptemos el Challenge de Reset que atendió Carmen para publicar sus fotos, lindas y feas sobre su preocupación de la salud de los humedales y manglares de su terruño familiar, la bahía de Samaná y su Parque Nacional Manglares del Bajo Yuna, y de todos los demás manglares del país llenos de la basura que nosotros tiramos porque nos hemos dejado llevar como borregos por el sistema económico del consumismo descontrolado, que nos hace creer que los recursos son infinitos e inacabables, siendo que, si no despertamos y vemos la realidad, nos quedaremos sin agua, sin bosques, sin ríos, y cuando esto pase, ya será demasiado tarde. Recuerden que, como la ley de residuos durmió en el Congreso 10 años, la ley de aguas sigue durmiendo en las Cámaras, esperando a que estemos tan embobados, que nos pasen la privatización de un bien público como el agua, cuyo derecho de acceso debe ser inalienable para toda la población dominicana. Y también se acaba de emitir la ley de educación ambiental. A ver si con ella nos ayudamos a tener un criterio más acabado de cómo debemos despertar y actuar para defender nuestros recursos naturales, que, como dice Carmen, son más importantes que los turistas, que el oro y que todo lo demás que los extranjeros siempre se quieren llevar, como si estuviéramos en el año de 1492. Y no, estamos en el 2020. Así que DESPERTEMOS!