La evaluación es un proceso significativo en el arte de educar. Ejerce un impacto importante en el aprendizaje de los profesores y de los estudiantes. Es además, un proceso que aporta informaciones y posibilita toma de decisiones oportunas y pertinentes para mejorar de forma relevante, los contextos, enfoques, concepciones y prácticas de los docentes cuando se le aplica a ellos directamente. De la experiencia evaluativa derivan también, lineamientos para la organización de los procesos formativos de los educadores, de tal modo, que la formación se articule con las necesidades sentidas de los sujetos evaluados y las prioridades del Sistema Educativo Dominicano.
La evaluación del desempeño docente, a su vez, pone en evidencia, el nivel de competencia de los docentes en el ejercicio de la profesión; muestra, sus progresos, los cambios experimentados, las necesidades de mejoras y las estructuras de apoyo que requieren para mantener un alto nivel de desempeño o para iniciar un proceso de restauración de su formación y de su práctica educativa. Como podemos notar, la evaluación de desempeño si está dirigida por intenciones realmente educativas, constituye un bien de alcance general, puesto que no sólo beneficia al docente evaluado, sino que favorece a la educación y a la sociedad en todas sus perspectivas. Pero cuando se instrumentaliza, se convierte en un conflicto.
Las tensiones se intensifican, cuando las partes responsables de la ejecución de este proceso, le confieren más fuerza, a intereses particulares y a motivaciones carentes de dimensiones formativas. La evaluación de desempeño se convierte en una discusión eterna, cuando los intereses políticos, neutralizan los principios y valores de la educación y cuando las necesidades educativas constituyen algo banal para los líderes del sector educación.
La educación dominicana no resiste más pérdida de tiempo, ni más vacilaciones sobre la evaluación del desempeño de los docentes, por constituir una urgencia nacional. Se necesita una evaluación de desempeño de calidad, con soporte científico. Importa una acción razonable y un andamiaje tejido por la ética y corrientes del pensamiento sobre evaluación formativa, actualizadas. Se requiere competencia profesional probada en los responsables de llevar a cabo esta evaluación y autonomía respecto del partido gobernante y de los partidos de oposición, del sindicato de educadores y de las amistades con los que dirigen la educación del país. Tenemos que avanzar, y evidenciar que en República Dominicana, todavía es posible desmarcar al Sistema Educativo, de la desinstitucionalización.
Las maestras y los maestros del país que están convencidos de la necesidad de elevar la calidad de la educación, no se resisten a la evaluación del desempeño. Lo que muchos de ellos desaprueban o le temen, es a la utilización de procedimientos cuya direccionalidad se aparta de una búsqueda cierta de su formación integral; del fortalecimiento de sus capacidades, de sus motivaciones y de la cualificación de su ejercicio profesional. Se rebelan ante procedimientos y técnicas poco transparentes que los conciben como objetos y no los toman en cuenta como sujetos.
Es tiempo de pensar y elaborar instrumentos de evaluación a nivel local, que sin desconocer los estándares internacionales en este ámbito, respondan a nuestro contexto. Es oportuno el tiempo también, para que en cada centro educativo, las maestras y los maestros, dialoguen, reflexionen y aporten sobre cómo implementar una evaluación de su desempeño caracterizada por los criterios de: calidad, contextualización, formativa, justa y ética. Estos cinco criterios posibilitan una evaluación de desempeño capaz de transformar prácticas educativas y culturas institucionales adversas a la innovación y transformación que se busca en educación.
Asimismo, es necesario que le abramos las puertas y las ventanas a la evaluación del desempeño de los docentes, como urgencia nacional. Hacerlo, implica no retrasar, el desarrollo académico, social y laboral de las maestras y de los maestros; no aplazar, su inserción en el círculo de profesionales dominicanos que tiene reconocimiento social, que es respetado por su saber y su integridad ética; que es admirado, por los aprendizajes de las personas con las que interactúan, por los avances de sus comunidades y por un ejercicio ciudadano responsable. Acoger la evaluación formativa del desempeño es apuntarse a lo más. Y apuntarse a lo más, es rechazo, a todo aquello que reduce la visión del docente; a todo lo que merma su desarrollo humano y su horizonte como educador.
Finalmente, recordamos que hablar de evaluación del desempeño docente expresa de forma explícita, que nos interesan y preocupan los aprendizajes de los estudiantes; que priorizamos su desarrollo integral y que para alcanzar este propósito, el maestro como mediador por excelencia, tiene que poseer valores genuinos, capacidades altamente desarrolladas, amor y dedicación a las ciencias, así como voluntad para participar en la construcción de la innovación y el cambio que necesitamos en educación.