La presente reflexión tiene una intención abiertamente alertante. Al tiempo que invita al debate amplio de la misma a tono con lo que expresara Martin Luther King sobre la estupidez: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”.

La estupidez es un elemento patológico de la cotidianidad política dominicana.  En el escenario político nacional se pueden distinguir políticos que simulan ser estúpidos, otros que lo son y otros que no se dan cuenta de que lo son. Siendo así, la alerta y la invitación al debate son más que necesarios frente a la “amenaza política” que representan gobernantes y políticos que, entre otras cosas, tratan a los ciudadanos y votantes como si fueran perfectos estúpidos.

En el espinoso y confuso caminar hacia los comicios del 2020, hasta ahora con una larga lista de aspirantes autonominados, improvisados, “iluminados” y “repitentes”, los ciudadanos habrán de mantener los ojos bien abiertos para que no le “metan gato por liebre” y mucho menos que los políticos sigan insultando su inteligencia.

Urge la alerta. Urge el debate. Para evitar que en la próxima contienda electoral se cuelen políticos estúpidos o que puedan elegirse candidatos aparentemente cuerdos que se tuercen cuando ejercen el poder. Es necesario que la gente tenga bien claro en qué manos pone el poder de su voto. 

No se pretende denostar a nadie. Como tampoco invadir la línea de la decencia política con posturas antipolíticas. De lo que se trata más bien es de mover a una reflexión serena, profunda y obligada en medio de la creciente confusión que, de cara al próximo evento electoral, crean el gobierno, los partidos políticos y las bancadas en el Congreso de algunos y la misma Junta Central Electoral, que con intenciones ocultas y visibles provocan preocupantes desatinos que bien pudieran ser interpretados como expresiones de franca estupidez.

Para dotar el tema de un soporte axiológico  traemos a colación en primer lugar “El Principio de Hanlon”, un axioma que implica que es más probable que un error se deba a la estupidez de una persona que a su maldad, implicando que el ser negligente o estúpido es más común que el ser  bandido o malvado. 

Algunos consideran que este Principio es un enunciado alternativo que se origina en la frase: “Has atribuido a la maldad condiciones que resultan simplemente de la estupidez,” la cual está contenida en el libro de cuentos “Lógica del Imperio” del autor Robert  Heinlein y que más que atenuar el efecto catastrófico de la estupidez más bien enfatiza  la falta de entereza que la misma encarna y representa.

El análisis nos remite también a “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”, formuladas por Marco Cipolla, historiador y economista italiano, quien elaboró una clasificación de los estúpidos y de las consecuencias nefastas de la estupidez.

Estas leyes postulan que las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. / Asociarse con individuos estúpidos constituye un costosísimo error. / El estúpido es el tipo de persona más peligrosa que existe. / El estúpido es más peligroso que el malvado y el bandido. / La probabilidad de que una persona sea considerada estúpida es independiente de cualquier otra característica que posea.

A su vez, Paul Tabori en su obra “Historia de la estupidez Humana” describe las horribles consecuencias de la estupidez. Dirá que algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal.

Desde esta óptica, los políticos estúpidos merecen una mayor atención y crítica por parte de los medios de comunicación y de toda la ciudadanía Estos crean problemas sin razón aparente. “La estupidez es peligrosa porque es impredecible”. ¡No son exclusivos de aquí pero aquí abundan!

Pocos políticos dominicanos quedan exonerados de la estupidez. Y mucho menos el gobierno, sus socios, aliados, protegidos, “becados”, patrocinadores y patrocinados. El poder envilecido que lo caracteriza es sólo un amplificador de su estupidez política. Cuando la democracia ha sido acorralada y contaminada el poder malicioso y la estupidez caminan tomados de la mano. El poder termina siendo una habilidad política para cometer perversas estupideces con rosto de unanimidades financiadas.

El potencial de una persona estúpida está peligrosamente acrecentado por la posición de poder que ocupa y, mucho más, si el poder está contaminado por la corrupción. La corrupción también estupidiza. Y aquí esto es “pan nuestro de cada día”. Silenciado e ignorado por medios “estupidizantes” y políticos, ciudadanos  y sectores temerosos y apáticos.

Los políticos estúpidos distraen, confunden y producen graves daños en el clima electoral y en la decisión y calidad del voto de los ciudadanos. Habrán de cuidarse aquellos con “vocación de inteligentes y sensatos”, tanto de los estúpidos de otros partidos y de otros sectores, como también  de las estupideces  de sus propios partidos y líderes.

Por la salud y la madurez de la democracia dominicana, las elecciones del 2020  deberán cerrar el paso a candidatos  estúpidos. Pero sobre todo, deberá ser una oportunidad de oro para que los ciudadanos emitan un voto inteligente y reflexionado que exprese el rechazo ferviente del pueblo a seguir siendo tratado como estúpido por aquellos  políticos y partidos que sí lo son. ¡El pueblo los conoce!