Este tiempo de preparación hacia la navidad es un momento de esperanza, así vivido, se le encuentra un sentido nuevo, distinto y profundo que permite caminar hacia una vida nueva, con nuevas metas, con esperanzas renovadas; todo aquello que en realidad nos hace falta en este tiempo.

En este tiempo hay unos personajes importantes que permiten cultivar la cercanía de Dios desde el centro de una familia, los cuales nos preparan para contener y completar a todas las familias de la historia.

En la familia de Nazaret nos queda un modelo de familia donde se cultiva: la fortaleza, la obediencia, la solidaridad, el cuidado, el amor, la resolución de conflictos, el apoyo, la fe.

José, es un modelo de padre que necesita la familia de hoy, María, es modelo de madre que requiere el mundo de hoy, Jesús, es el hijo que cada familia desea tener. Juntos forman un tipo de familia que nos reflejan la cercanía, el proyecto y el amor de Dios a la humanidad.

Adviento, tiempo del sí de Dios a la humanidad

Un sí, que invita a cultivar la esperanza en un tiempo nuevo, en una humanidad renovada, con una realidad que permite emprender nuevos caminos, nuevos diálogos, nuevas realidades que nos llevan a vivir en mayor plenitud.

Un sí, que nos da la oportunidad de renacer, renovarnos, remirar la vida, las nuevas opciones y decisiones que se nos ponen delante de la vida hoy día. Es una experiencia que nos permite iluminar y ser iluminados.

En este tiempo también se nos hace la invitación a generar silencio, desde la interioridad, desde lo exterior, desde los ruidos que tanto nos distraen en este tiempo, el silencio nos permite retomar fuerza, revisar la vida y las cosas; de alguna forma todo este tiempo nos permite trascender las tantas cosas que en este momento estamos viviendo, si logramos trascender, esto se puede convertir en un espacio de salvación de tantas negaciones, desafíos y distorsiones que aparentemente nos quitan mucha energía.

Tres actitudes importantes en este tiempo

Se nos invita a estar vigilantes, orar, confiar, estar presentes aquí y ahora. También a cultivar la caridad fraterna y a cultivar la tolerancia, a practicar la bendición y la gratitud frente a todas las cosas.

En este tiempo al cultivar el estar vigilante, la caridad y la gratitud, nos permite estar dispuestos a llevar adelante la vida, a sobreponernos en estos tiempos críticos. El adviento como tiempo de preparación nos abre nuevas puertas para cambiar la vida en sentido integral.

Papa Francisco dice: “el Adviento es el tiempo para hacer memoria de la cercanía de Dios, que ha descendido hasta nosotros”. Por ello, el primer paso de la fe es decirle al Señor que lo necesitamos, necesitamos su cercanía. «Es también el primer mensaje del Adviento, reconocer que Dios está cerca, y decirle: “¡Acércate más!”. Él quiere acercarse a nosotros, pero se ofrece, no se impone». Por eso, el Adviento nos recuerda que Jesús vino a nosotros y volverá al final de los tiempos, pero nos preguntamos: ¿De qué sirven estas venidas si no viene hoy a nuestra vida? Invitémoslo. Hagamos nuestra la invocación propia del Adviento: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20).

El adviento es la esperanza hecha cotidianidad

Por eso se nos abre el camino para implementar el tiempo de espera y preparación para conectar con el primer misterio, la encarnación de la vida, en todas sus manifestaciones, eso es el evento que celebramos en este tiempo.

Este tiempo de espera invita al movimiento, al dinamismo, a la vida, a mirar de nuevo la vida, a cambiar la mirada, a poner nuevas metas en el camino, a plantar semillas de esperanza. Es un tiempo de colaboración, de un sí solidario que impulsa a dar la mano a quien lo requiere.

El camino hacia la navidad

Es el camino para mirar, sentir, orar, ser con el corazón de Dios, donde nos permitimos atravesar las oscuridades, las penumbras, las realidades que aún nos impiden abrir el corazón a un nuevo cambio. Un camino para el paso hacia la novedad, para conciliar los conflictos y aprender a contemplar los nuevos belenes de hoy.