La entrevista es un género discursivo de larga tradición en el periodismo, utilizada con muy variados propósitos por sus protagonistas y productores. Como medio para romper el silencio y responder cuestionamientos (sobre todo ante una coyuntura crítica) la entrevista es, cuando menos, un arma de doble filo. Pues en estas circunstancias se espera un interrogatorio inquisitivo- aunque cortés- por un entrevistador imparcial, y en su ausencia, el tiro suele salir por la culata. Un intercambio cómodo, fingiendo la imparcialidad o agresividad del entrevistador, nunca es una buena reacción a la exigencia del público de respuestas puntuales a cuestionamientos controversiales. Es preferible callar ante estas circunstancias, cuando hay mucho que esconder y poca esencia que comunicar, pues ninguna índole de ensayo y edición blinda de los peligros que acechan a los promotores de un diálogo falseado, cuando este es descubierto por la audiencia. Utilizada correctamente, la entrevista es una poderosa herramienta para comunicar de manera espontánea directamente con el público en las propias palabras del entrevistado sobre asuntos que el conductor estima son de genuino interés para su audiencia; así como, en el otro extremo, el intercambio verbal encadenado puede degenerar en un vacuo montaje con la intención de engañar al incauto o una farsa risible, provocando el enérgico rechazo del destinatario del mensaje.
Recientemente hemos sido testigos de una “entrevista” que nos ha dejado atónitos, exponiendo no solo la duplicidad de los protagonistas escénicos de la farsa, sino también confirmando la baja naturaleza propagandística del medio de comunicación que se ha prestado a su producción y difusión. La misma escogencia del formato de entrevista provocó la desconfianza de gran parte del público, porque lo acostumbrado en estos casos es contestar en vivo las interrogantes pertinentes en rueda de prensa abierta a los medios de comunicación interesados y acreditados, y no en un formato enlatado. El más alto ejecutivo del gobierno premonitoriamente alertó sobre la inminencia de las declaraciones poco antes del evento, creando una alta expectativa que definitivamente no fue llenada por el espectáculo escenificado. La impresión de muchos espectadores es que fue una descarada burla, y si esa fue la intención, el mensaje llegó contundentemente.
La entrevista de marras pretendía neutralizar una acusación formal, fundamentada y documentada en detalle, sobre un acto criminal perpetrado el 4 de marzo por dos ciudadanos rusos en la ciudad catedralicia de Salisbury, Inglaterra, hace unos seis meses. En la primera semana de septiembre, las autoridades británicas denunciaron que dos delincuentes, presuntos agentes del servicio de inteligencia militar ruso (GRU), llegaron el viernes 2 de marzo a Londres en misión especial, presentando como evidencia un video de seguridad en el aeropuerto de Gatwick a su entrada. El sábado 3 ellos viajaron en tren desde la estación de Waterloo a Salisbury para hacer el reconocimiento físico del terreno, regresando pocas horas después a su hotelucho en Londres. El domingo 4 viajaron de nuevo para aplicar Novichok líquido, un agresivo agente químico que ataca al sistema nervioso central, en el tirador exterior de la puerta de entrada a la vivienda del ex coronel Serguéi Skripal en las afueras de Salisbury. Tanto Serguéi como su hija Yulia, de visita en Inglaterra procedente de Rusia desde el día anterior, permanecieron hospitalizados en estado crítico durante largas semanas por efecto de la contaminación intencional con Novichok, arma química desarrollada por el aparato militar soviético hace décadas. Varios videos de cámaras de seguridad captaron a la pareja de agentes rusos caminando en Salisbury; incluso la cámara de una estación de combustibles los sitúa el día del atentado a unos 300 metros de la residencia Skripal, ubicada en un vecindario residencial a casi dos kilómetros de la catedral que ellos alegan ser la razón de su visita, y a mayor distancia aun de cualquier otro lugar de interés turístico mencionado en la entrevista por los visitantes (Stonehenge y Old Sarum). A pesar de que la torre catedralicia de 123 metros de altura es prominentemente visible desde la estación ferroviaria, los rusos arrancaron caminando en la dirección opuesta. Curiosamente sus recuerdos de la visita coinciden en detalle con la entrada sobre Salisbury en Wikipedia. Esa misma noche los rusos retornaron a Moscú, tomando el primero de los dos vuelos de Aeroflot que tenían reservados y pagados para su oportuno escape (el segundo era para el lunes 5). Entre otros detalles importantes es que fueron encontrados rastros del peculiar agente químico, Novichok, en la habitación del hotel de malamuerte donde los camaradas rusos se alojaron en Londres las dos noches de su estadía “turística”. Varios meses después hubo accidentalmente una víctima mortal en Salisbury, cuando una pareja inglesa se contaminó con el descartado frasco de perfume Nina Ricci que los rusos utilizaron para manipular veladamente la sustancia fatal: la mujer murió mientras que el hombre sobrevivió.
Inicialmente el Kremlin respondió con encono a la exigencia de Theresa May de asumir su responsabilidad por las acciones de sus agentes secretos, alegando el portavoz del gobierno ruso, Dimitri Peskov, ignorar quiénes eran los acusados y denunciando que se trataba de una “manipulación” de los británicos en su contra. Luego, un día antes de la “entrevista”, Putin fue el portavoz para anunciar que las autoridades rusas habían identificado a la pareja de inocentes civiles e insinuando su próxima aparición pública para aclarar el asunto a la prensa. Sin alertar a los demás medios de comunicación, programaron la “entrevista” que fue grabada y editada, transmitiéndola el jueves 12.
Los dos rufianes, Alexander Petrov y Ruslan Boshirov, agentes de carrera de la inteligencia militar rusa (GRU), hicieron muy mal su papel de turistas en el reality show de entrevista escenificado por RT (Russia Today), a pesar de todos los esfuerzos de la experimentada conductora y directora general de ese conocido órgano mediático de propaganda al servicio de Putin, Margarita Simonián. Ellos admitieron que habían hecho el viaje en las fechas indicadas por Scotland Yard, alegando además que los nombres en los pasaportes utilizados son legítimos y que ellos son solo empresarios de la nutrición y el entrenamiento deportivo en viaje de recreo a Inglaterra por dos días, sin ningún vínculo con el gobierno ruso.
La entrevista ha desatado la exhaustiva investigación de los alegatos por periodistas y curiosos, estableciendo más allá de toda duda la creación en 2009 por el GRU de las identidades asumidas por la pareja rusa en los pasaportes utilizados para el viaje. Ambos pasaportes fueron coincidencialmente emitidos en la misma fecha con números casi secuenciales, y no hay rastro de documentos de identidad previos a esta fecha. Sus archivos contienen notas que indican un número de teléfono que responde al complejo militar ruso en Moscú. En el mundo libre nadie se ha tragado el anzuelo lanzado por la entrevistadora en el sentido de que ellos son pareja afectiva en viaje de luna de miel, y no camaradas en una agresiva misión secreta. Es evidente que la coartada la formularon a posteriori, pues no tomaron las medidas de lugar para lucir el papel de turistas durante su corto viaje (en ningún momento se ven con cámara fotográfica ni exhibieron fotos de su ansiada visita, se hospedaron en un lugar poco turístico en lugar de cerca de la catedral, hicieron furtivos paseos culpando a las inclemencias del tiempo, etc), fabulando la historia después de la acusación británica con evidencia irrefutable sobre los viajes a Salisbury que ya no podían desmentir.
La enérgica reacción del gobierno británico a esta lacerante farsa resume el sentimiento de todo ciudadano pensante y alerta a la geopolítica imperial rusa:
"Hemos exigido responsabilidades a Rusia en repetidas ocasiones por lo que ocurrió en Salisbury en marzo y -hasta donde hemos visto hasta hoy- han respondido con ofuscación y mentiras."
“Las mentiras y fabricaciones insolentes en esta entrevista que dieron a la televisión auspiciada por el Estado ruso son un insulto a la inteligencia del público. Sobre todo son profundamente ofensivas para las víctimas y seres queridos de este horrible ataque. Tristemente ya nos esperábamos esto."
El tiro definitivamente salió por la culata. CNN reporta que como consecuencia de esta provocación o burrada, la organización “noticiosa” RT – ya previamente en observación por sus múltiples travesuras- podría finalmente perder su licencia de operación en el Reino Unido, y nosotros creemos que incluso en otras naciones aliadas. Recordemos que RT también tuvo diversos vínculos con la campaña rusa para ayudar a Trump a ganar las elecciones en 2016, y en otras tantas operaciones clandestinas en el exterior. Aunque no pierda el derecho a transmitir como ente noticioso, RT sigue perdiendo la escasa credibilidad que tenía antes de la entrevista amañada.
La entrevista es un buen medio para profundizar con el entrevistado sobre temas de interés. Nunca es un buen sustituto para la rueda de prensa. Si no se tiene las condiciones para someterse al interrogatorio libre de los comunicadores en la algarabía del foro de la rueda de prensa, es mejor callar y no agravar las circunstancias con una entrevista encadenada como la de los alegados turistas rusos a Salisbury.
https://money.cnn.com/2018/09/13/media/rt-ofcom-salisbury-suspects/index.html
https://www.mirror.co.uk/news/uk-news/skripal-novichok-poisoning-kremlin-hunt-13245442
http://www.euronews.com/2018/09/14/does-what-the-skripal-suspects-said-add-up